Ocurrencias fiscales
Por Carlos Rodríguez Braun
ABC
Todo huele a subida de impuestos. La primera muestra fue el globo sonda de los peajes para entrar y los parquímetros para estacionar en las ciudades. Ardió Troya y los genios del PSOE, a pesar de que esa ocurrencia está documentada, salieron a jurar que no sólo no habían planteado semejante cosa sino que además ¡no la iban a plantear nunca! En vano, a mi juicio, clamó editorialmente ABC por un poco de sentido común.
A falta de contenciones liberales, la regla política es maximizar el uso del poder mediante mecanismos variables de legitimación. Si no es el tráfico será el tabaco o los divorcios «exprés». Todo es igual: si no es A será B. Por eso conviene no felicitarse por la rectificación socialista. Obsérvese que tanto los peajes como los parquímetros son medidas de restricción probablemente más liberales que sus alternativas. El peaje no discrimina entre los individuos, no inquiere sobre sus características personales y no redistribuye rentas. El parquímetro ampara la propiedad privada de los ciudadanos, reservando plazas para los residentes. Si protestamos contra peajes o parquímetros es posible que a algún otro genio se le ocurra una solución más antiliberal, como el prohibir por ley que se compren coches o que se usen.
Leí en agosto que el PSOE quiere que el IBI se adapte a las circunstancias personales. La secretaria socialista de Política Económica, Inmaculada Rodríguez Piñero, pidió un IBI «más progresivo» que «no grave de forma lineal a todos los contribuyentes, sino que se adapte mejor a las circunstancias de cada ciudadano». Parecen pensar en todo. Por ejemplo, habrá un comisario encargado de impedir la «retención especulativa de suelo». Jamás barruntan las autoridades que esto puede presentar algún inconveniente o desatar consecuencias no deseadas.
También leí esta semana en Expansión: «El Gobierno estudia subir los impuestos de la gasolina». La retórica era espectacular. Por supuesto, no es que quieran subir los impuestos, sino que lo obliga la famosa «armonización» con Europa (nunca nadie piensa que los impuestos se pueden «armonizar» a la baja). Seis autonomías, de diversos partidos, ya castigan a sus súbditos con el bonito céntimo sanitario: «céntimo» para que suene a poco, y «sanitario» para que suene a inobjetable. Otro bello argumento para apretar el torniquete fiscal sobre la gasolina es que… se recauda poco. Y el mejor de todos, el más increíble, el más insultante, es que hay que subir el impuesto porque ¡hace tiempo que no aumenta!
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