Gran Bretaña: el islam de los conversos
Por Sarah Lyall
Enfoques – La Nación
Muchos jóvenes británicos se vuelcan al islam en reacción contra el liberalismo de sus padres y la falta de respuestas en un mundo sumamente complejo. Se convierten así en el blanco preferido de reclutadores que buscan arrastrarlos hacia una militancia radicalizada
LONDRES .- Cuando se convirtió al islam hace seis años, Nicholas Lock aseguró que enfrentó dos dificultades inmediatas. Una fue el agresivo escepticismo de su padre, profesor de inglés y graduado de Oxford, que en tono de burla preguntó: “¿Tenemos a un converso entre nosotros?”, y luego procedió a cocinar cerdo -tocino, salchichas, costillas- todas las noches durante una semana.
La otra, potencialmente más problemática a su manera, fue la reacción ávida y oportunista de varios grupos de musulmanes hacia Lock cuando éste llegó a la universidad de Leeds para comenzar sus estudios ese otoño. Se precipitaron sobre él como si fuera un hijo pródigo.
“Como nuevo converso, cuando uno se convierte en musulmán, un montón de gente te pone a prueba”, afirmó Lock, de 24 años, quien también utiliza su nombre musulmán Mahdi y dirige una red de ayuda a musulmanes conversos en Nottingham. “Algunos quieren que uno vaya a esta reunión, a aquella charla. Algunos grupos radicales lo quieren a uno porque uno es influenciable y porque queda bien reclutar a tipos blancos”.
Lock comparó a algunas de las organizaciones que se le acercaron con cultos, como el Hizb ut-Tahrir, que dice ser un movimiento no violento pero que predica el establecimiento de un califato o un gobierno panislámico y ha sido prohibido en los países de Medio Oriente. “Creen que uno no sabe nada y presionan.”
La potencial vulnerabilidad ante el extremismo de los conversos, especialmente de los hombres jóvenes, es hoy causa de particular preocupación si se considera que tres de los 24 arrestados días atrás bajo la sospecha de planear el uso de explosivos para hacer estallar vuelos comerciales eran conversos. Vecinos y amigos de los tres detenidos dijeron que, al menos desde afuera, parecía que sus transformaciones de jóvenes occidentales sin rumbo a musulmanes altamente religiosos eran asombrosamente profundas.
Uno de los sospechosos, Abdul Waheed, cuyo difunto padre era un funcionario del partido conservador local, parece haberse convertido en los últimos seis meses. Cambió su apariencia, su conducta y sus amigos y se casó con una musulmana que, se cree, es originaria de Marruecos.
También Richard Reid, el llamado terrorista del zapato, nació en Gran Bretaña y se convirtió al islam cuando descubrió la religión mientras cumplía una pena de prisión por varios crímenes callejeros y algunos robos menores. En la actualidad cumple una condena de por vida en Estados Unidos, donde fue acusado de intentar volar un avión sobre el Atlántico con un explosivo que llevaba oculto en su zapato.
No existen estadísticas oficiales sobre cuántos conversos al islam viven en Gran Bretaña. Yahya Birt, una conversa que es investigadora del Centro Islámico de la zona rural de Leicestershire, ubicó este número en algo más de 14.000, una cifra que surge de extrapolar el dato de quienes se describieron a sí mismos como conversos al islam en el censo de Escocia de 2001 (el censo de Inglaterra y Gales no preguntaba sobre conversiones religiosas).
Sin respuestas
Claramente, sólo un porcentaje mínimo de los conversos se vuelca a un radicalismo activo, y hay muchas razones para la conversión: admiración por los textos y prácticas islámicos, el deseo de muchas mujeres de salir de lo que ellas perciben como una sexualización agresiva de la vida de Occidente, la rebelión contracultural de la generación más joven contra el liberalismo de sus padres o contra lo que se considera un atropello de la política occidental en lugares como Irak y el Líbano.
Entre los jóvenes de Gran Bretaña, de hecho, un tema en común parece ser la anomia adolescente, una sensación de falta de respuestas en un mundo lleno de problemas sumamente complejos.
“No es una cosa física, su aproximación es pasional”, afirmó Khalad Walaad, vocero del Centro Islámico de Bradford, en el norte de Inglaterra. “Cuando alguien está buscando algo -añadió-, nosotros somos quienes podemos guiarlo como ser humano”.
Myfanwy Franks, investigadora que ha estudiado el fenómeno de los conversos al islam y autora de Las Mujeres y la Revivificación en Occidente: Elegir el Fundamentalismo en una Democracia Liberal , dijo: “Estar en problemas no lleva necesariamente a la gente a la conversión, hay quienes no tienen problemas y también se convierten, pero podría llevar a una radicalización extrema”.
Al mencionar informes de la prensa según los cuales Waheed bebía y consumía drogas antes de convertirse al islam, Franks agregó: “Creo que hay una tendencia en algunas personas que, cuando dejan algún tipo de sustancia adictiva, quedan con un gran vacío en sus vidas. Realizar algo extremo es la manera más fácil de seguir adelante, porque eso llena ese gran agujero”.
En Gran Bretaña hay varios famosos convertidos al islam, como Birt, de 38 años, hijo de John Birt, ex director general de la British Broadcasting Corporation (BBC), y que cambió su nombre -se llamaba Jonathan- cuando se convirtió hace 16 años. Otros son Joe Ahmed-Dobson, de 30 años, hijo de Frank Dobson, ex secretario de salud laboral, y el cantante y musulmán militante Yusuf Islam, antes conocido como Cat Stevens.
Religión y política
Quizás la mujer de más alto perfil entre las conversas sea Yvonne Ridley, ex corresponsal del periódico The Sunday Express que comenzó a estudiar el islam luego de ser secuestrada por los talibanes en Afganistán, en 2001. Ahora presentadora de un programa de actualidad y negocios en el Canal Islámico, Ridley, que usa una hijab que le cubre su cabello y cuello, afirmó que para ella el islam es un antídoto bienvenido contra el liberalismo occidental. Divorciada y con una hija de 13 años, dejó de beber y tener aventuras amorosas. “Nunca me siento a esperar una llamada”, aseguró. “Y nunca me involucro en relaciones sin importancia con hombres inútiles y desconsiderados”.
Muchos conversos son apolíticos, pero para gente como Ridley, que asegura que “la guerra contra el terrorismo es una guerra contra el islam”, la religión está inseparablemente unida a la política. Cada vez más, ésta parece ser la opinión entre los musulmanes en general y entre los conversos.
“Se ha hecho mucho más político desde el 11 de septiembre”, aseguró la investigadora Franks. Antes de esa fecha, los conversos tendían a hablar de espiritualidad y de una elección personal, dijo, “pero ahora no hablan más así”, agregó. “Creo que hay una polarización. Es como si la moderación hubiera desaparecido”. Asegura que donde las mujeres tendían a usar pañuelos en la cabeza, aun en su ciudad de Bradford, en el oeste de Yorkshire, ahora ve muchas más con vestimentas que cubren enteramente sus cuerpos, incluso sus ojos. “Es una posición política”, dijo.
A los jóvenes hombres blancos de zonas económicamente deprimidas del Norte, donde los trabajos escasean y el descontento es alto, dijo la investigadora, el islam les habla de su masculinidad, les ofrece un refugio y una base política sólida desde donde rechazar lo heredado. “La comunidad musulmana es transnacional y supranacional”, agregó. “Les da una identidad y un espíritu de grupo que inevitablemente va en contra de Occidente, por su identidad con otros musulmanes”.
Desde que el gobierno comenzó a tomar enérgicas medidas en contra de los imanes que predican una Jihad violenta contra Occidente, muchas mezquitas colocaron carteles que expresamente prohiben la discusión política en su interior. Por eso los reclutadores que buscan identificar a los conversos o a los nuevos devotos tienden a hacerlo en las calles cercanas a las mezquitas o en las universidades y prisiones, con sus poblaciones cautivas e influenciables.
“Muchas conversiones tienen lugar ante cambios de vida, y es indudable que, entre los que reclutan, hay radicales que ven a los nuevos conversos que entran a la fe como excelentes blancos para sus ideologías perversas”, afirmó Birt. “Lo crucial es encontrarlos en un tiempo cercano a su conversión, cuando aún no están del todo adaptados y cuando hay muchos sentimientos y emociones.”
© LA NACION y The New York Times
Traducción: María Elena Rey
- 23 de junio, 2013
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- 13 de marzo, 2009
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