China y EE.UU.: el comienzo de una amistad
Por Frank Ching
Clarín
Salvo en Taiwán, que sigue siendo conflictivo, ambas potencias parecen estar acordando en la mayoría de los temas internacionales.
Aun cuando China se haya alzado como una sólida potencia económica, Estados Unidos considera a Beijing cada vez más como un socio para resolver las crisis globales, al mismo tiempo que pondera con nerviosismo si esta potencia nacien te se puede tornar una amenaza para sus intereses.
El año pasado, el entonces subsecretario de Estado Robert Zoellick instó a China a transformarse en “parte interesada responsable” en el mundo. En especial, a Estados Unidos le preocupaba la firme determinación de los chinos de bloquear los recursos energéticos en los países con un índice bajo de respeto a los derechos humanos, que Occidente está boicoteando. Hoy, en Washington parecen estar muy contentos con la forma en que China se ha comportado.
Un punto clave fue la decisión que adoptó en julio de sumarse a los miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en el apoyo a una resolución que condenaba a Corea del Norte por sus pruebas misilísticas.
El gobierno de Estados Unidos está feliz también con la conducta de China en otras partes del mundo. Con respecto a Afganistán, China declaró su apoyo a la reconstrucción del país y a los esfuerzos de su presidente en favor de la reconciliación nacional.
Sobre Irak, respaldó la resolución del Consejo de Seguridad de extender el mandato de la presencia militar y expresó su apoyó a las elecciones de la Asamblea Nacional de diciembre. Con respecto a Birmania, que Occidente trata como estado parroquial, China sigue argumentando que es el compromiso y no las sanciones lo que hará menos probable que se desestabilice la situación política del país.
En cuanto a la reciente crisis del Líbano, China trabajó con Estados Unidos para promulgar una declaración en el Consejo de Seguridad sobre el bombardeo de Israel a un puesto de las Fuerzas Interinas de las Naciones Unidas en el Líbano (FINU), que causó la muerte de cuatro observadores, uno de ellos de nacionalidad china.
Incluso acerca de Sudán, donde China también comparte intereses energéticos, Beijing respaldó una resolución unánime del Consejo de Seguridad que apoya el traslado de la Unión Africana a las Naciones Unidas de las operaciones de las fuerzas de paz en Darfur.
Pero todavía hay en China un interés central que no se alinea con el de Washington. Ese interés es Taiwán. En julio, China les advirtió que no le vendieran aviones de combate a Taiwán, indicándoles que eso impactaría en la seguridad regional y perjudicaría las relaciones chino-estadounidenses.
Si el tema de Taiwán no se maneja correctamente, podría echar por tierra la relación EE.UU.-China y destruir el acercamiento bilateral tan cuidadosamente construido hasta alcanzar momentos de crisis mundial. Ahora que China ya no agita la bandera de la reunificación sino que busca solamente que Taiwán no se siga consolidando, éste puede ser el momento para que Estados Unidos haga esfuerzos conjuntos con China para desactivar el tema de Taiwán.
Frank Ching Periodista chino, columnista del “South China Morning Post” Copyright Clarín y Frank Ching, 2006. Traducción de Cecilia Benitez.
- 15 de diciembre, 2010
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