Brasil: Buen negocio para Estados Unidos
Por Guillermo I. Martínez
Diario Las Americas
Río de Janeiro, Brasil.- El Presidente de Brasil José Inacio Lula da Silva y el Presidente de Estados Unidos, George W. Bush comparten un defecto político: ambos tienen la propensión a cometer deslices cuando hablan en público o son entrevistados por los medios de comunicación.
Lula, como es mejor conocido el presidente brasileño, protagonizó una patética entrevista televisiva la semana pasada. Los periódicos se encargaron de destacar los errores que cometió. Algunos tendríamos que conocer más de cerca la política brasileña para detectarlos. Pero otros, fueron tan obvios, que cualquier extranjero con un mínimo conocimiento de portugués podía entenderlos.
Cuando se le preguntó sobre el estado de la economía brasileña, Lula dijo que todo iba al alza. “La única cosa que está a la baja son los salarios”. Entonces, se detuvo y, nerviosamente, añadió “Lo que quise decir es que lo que está a la baja es la inflación, no los salarios”.
Más adelante, en la entrevista de 12 minutos, Lula se volvió a equivocar al decir que Brasil tiene una frontera que abarca 17 mil kilómetros, cuando en realidad es de 23 mil kilómetros.
La diferencia entre Lula y Bush, sin embargo, es simple. La popularidad del presidente estadounidense ha descendido a niveles muy bajos y ahora los republicanos encaran una batalla cuesta arriba para mantener el control del Congreso en las elecciones legislativas de noviembre. En Brasil, Lula parece encaminado a lograr una fácil reelección, a pesar de sus meteduras de pata y a los incidentes de corrupción en los que se vieron involucrados líderes de su partido.
Los dos personajes tienen muy poco en común, políticamente. Lula, un obrero metalúrgico de profesión dice que gobierna con los que menos tienen. Tiene claras tendencias socialistas, pero se ha abstenido de la retórica anti americana que ha distinguido a Hugo Chávez de Venezuela o Evo Morales de Bolivia. Lula ha mantenido Brasil abierto a las compañías extranjeras. Su gobierno es respetado en Wall Street. El temor de que Lula convirtiera a su país en la nación anti americana más grande del hemisferio ha sido disipado.
Lula necesita a Estados Unidos si es que pretende convertir a Brasil en el país más importante de América Latina. Venezuela sigue tratando de conseguir tal posición desparramando petrodólares por toda la región, a cambio de lealtades. Los Estados Unidos necesitan establecer a Brasil como un ejemplo de lo que se puede conseguir si las dos naciones más grandes del hemisferio trabajan por un propósito común.
Estados Unidos debería considerar seriamente la oportunidad que Brasil ofrece. Hasta ahora, la política norteamericana en el hemisferio- o lo poco que queda de ella- se concentra en los pequeños países del Caribe, América Central, México y Colombia.
Extender una mano amiga a Brasil podría beneficiar a los dos países.
Brasil necesita impulsar su economía, especialmente en este momento que enfrenta un incremento del 50 por ciento en el precio del gas que importa de Bolivia- un aumento que entrará en vigor después de las elecciones. Evo Morales no quiere entorpecer la reelección de Lula.
Si Estados Unidos mirara a Brasil como un socio en igualdad de condiciones- en tamaño, el país sudamericano es casi tan grande como la potencia norteamericana-y se percatara de los méritos de un acuerdo comercial con la economía más grande de América Latina, muchas cosas positivas podrían ser posibles.
Brasil saldría ganando si sus productos tuvieran libre acceso al mercado estadounidense: específicamente, etanol, acero, calzado y jugos cítricos. De hecho, esto beneficiaría a la economía norteamericana sin causar mayores problemas.
A cambio, Estados Unidos accedería al mercado más poderoso de América Latina y materializaría un ejemplo visible de que el libre comercio es preferible a la adopción de modelos socialistas como el que promueve Venezuela.
Por otro lado, Brasil ganaría en estatura en América Latina y vulneraría las intenciones e Venezuela de convertirse en el líder indiscutido de Sudamérica. Imagine usted un régimen como el chileno, que por más de 16 años ha logrado conciliar lineamientos socialistas con normas de la economía de libre mercado. Ahora, visualice las oportunidades que se abrirían con Brasil, un país varias veces más grande que Chile en población, tamaño e importancia.
En una agenda repleta de problemas en el Medio Oriente y en el Sur de Asia, el Departamento de Estado y la Casa Blanca deberían encontrar tiempo para mirar al sur y establecer una relación sólida de mutuo respeto con la economía más grande de la región.
Estados Unidos afirmó las mismas razones a la hora de establecer relaciones comerciales con China. ¿Por qué no proceder del mismo modo con el único país en América Latina que puede ofrecer las mismas ventajas?
Sería un cambio dramático a la política exterior de Estados Unidos. Pero la recompensa bien valdría la pena asumir el desafío.
El autor reside en el sur de la Florida.
- 4 de septiembre, 2015
- 5 de noviembre, 2015
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