En Colombia, los aumentos de la inversión del sector público no promueven crecimiento
Por Rudolf Hommes
El Tiempo, Bogotá
Prácticas como el clientelismo terminan siendo determinantes negativos de la productividad de la inversión.
¿Por qué prefieren los políticos los malos proyectos?
Una de las preguntas que inquietan más a los economistas es la de por qué unos países crecen más aceleradamente que otros y, sobre todo, por qué en algunos de estos se observan aumentos persistentes y significativos de la productividad, mientras en otros esta aumenta muy poco, no aumenta o decrece, a pesar de tener altas tasas de inversión. Un aspecto que puede ser un determinante de las diferencias en la efectividad de la inversión, tanto a nivel privado como de gobierno, es la capacidad de escoger buenos proyectos.
La inversión es un factor que coadyuva al crecimiento tanto por acumulación de capital como por su contribución a la productividad, pero si los proyectos no son rentables en términos financieros o sociales, o si les quitan espacio y recursos a otros proyectos que pudieran haber generado un superávit privado o social, la inversión no va a fomentar aumentos de productividad, sino que puede hacerla descender. En Colombia, los aumentos de la inversión del sector público y de ciertas categorías de gasto público, como el llamado «gasto social», así como muchos proyectos de inversión privada, no promueven crecimiento. Esta ineficiencia del gasto público se le ha atribuido a la corrupción, a la inepta asignación de recursos o a la escogencia de malos proyectos de inversión y de gasto.
En particular llama la atención la propensión que tienen los gobiernos y los políticos a escoger malos proyectos a pesar de que los estudios y los análisis recomiendan que no se lleven a cabo y, aun cuando los proyectos son buenos, a realizarlos de manera improductiva. Se inician obras que no se culminan. Se parcelan los contratos de tal forma que nunca se terminan las obras, se enredan las licitaciones para que salgan favorecidos, no los mejores, sino los mejor relacionados.
O se asignan los recursos para maximizar rendimientos políticos que no corresponden ni al bienestar ni a la eficiencia económica o financiera. En épocas del Estado capitalista, la industria automotriz oficial se inauguró con fábricas de componentes en Sogamoso, Bogotá y Antioquia, para integrarlas en la capital con los componentes importados.
Al parecer, no es por corrupción exclusivamente que se llevan a cabo los malos proyectos de esta naturaleza, porque en ese caso no la hubo, ni por incompetencia o falta de análisis, pues la capacidad de análisis existe, es buena y es ignorada. Es porque los gobiernos obtienen más réditos políticos haciendo malos proyectos que haciendo los que debieran llevar a cabo. De este modo, la forma de hacer política, el clientelismo, las costumbres electorales y la organización política terminan siendo determinantes, en nuestro caso negativos, de la productividad de la inversión. Sobre este tema ha aparecido un interesante artículo de James Robinson y Ragnar Torvik (‘White Elephants’, Journal of Public Economics, 89, 2005), que trata de explicar por qué los políticos prefieren construir elefantes blancos, existiendo muchos mejores proyectos alternativos.
El ejemplo colombiano que mejor ilustra las tesis de estos dos académicos es quizás el Metro de Medellín. Todavía hoy se pregunta uno qué proceso decisorio tuvo lugar para que un gobierno enfrentado a una muy difícil situación fiscal, en un país necesitado de infraestructura básica y carente de servicios elementales para la población de bajos ingresos, no llevara a cabo suficientes proyectos para atender esas necesidades, y terminara invirtiendo más de 2 mil millones de dólares de esa época, comprometiendo severamente el crédito público del país en ese momento, para construir el metro en Medellín, un elefante blanco por excelencia. La explicación que se deriva del artículo mencionado es que al gobierno de ese entonces ningún otro proyecto distinto del Metro podía haberle traído tanta popularidad y apoyo político en Medellín y en Antioquia. Y que nadie más podía llevarlo a cabo.
- 23 de julio, 2015
- 13 de mayo, 2025
- 12 de mayo, 2025
- 18 de abril, 2025
Artículo de blog relacionados
El Nuevo Herald El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, puede no haber...
26 de mayo, 2013- 19 de noviembre, 2023
The Wall Street Journal Americas Hace 80 años, Ralph Heilman, el decano de...
26 de marzo, 2014Por Leopoldo Puchi Correo del Caroní A propósito de la grave crisis de...
28 de septiembre, 2008