El dilema de Uribe (Atando cabos)
Por Carlos Fernado Galán
El Tiempo, Bogotá
Al iniciar mañana su segundo mandato, el presidente Álvaro Uribe enfrenta un dilema en el manejo del conflicto armado colombiano: o busca una negociación con las Farc o insiste en la vía armada.
Esto no significa que en la búsqueda de un diálogo el Gobierno considere la posibilidad de suspender o frenar la ofensiva militar. La decisión que Uribe tomará tiene que ver más bien con una pregunta simple: ¿se la jugará en su segundo gobierno por la paz?
Este ha sido uno de los temas más comentados en varios sectores políticos. Tanto que algunos uribistas dicen que si consigue la paz la posibilidad de un tercer mandato aumentaría.
Uribe llegó al poder hace cuatro años con la promesa de enfrentar militarmente a ese grupo ilegal ante el fracaso de los diálogos de paz en el Caguán durante el gobierno de Andrés Pastrana. Aunque la mayoría de los analistas del conflicto coinciden en que en su primer mandato no hubo un golpe contundente a las Farc que las convenciera de la imposibilidad de tomarse el poder por la fuerza, el grueso de la opinión pública y buena parte de esos mismos analistas, reconocen que Uribe les cumplió a sus electores en el campo de la seguridad.
La ofensiva de las fuerzas militares obligó a las Farc a replegarse. Los colombianos recuperaron la posibilidad de transitar por las principales carreteras, el número de secuestros, masacres, homicidios y demás estadísticas de violencia cayeron de manera drástica. Y esos resultados fueron sin duda decisivos para su reelección.
¿Llegó entonces el momento de cambiar la estrategia? Hace unos meses se inició un intercambio de mensajes entre el Gobierno y la guerrilla. En su discurso de campaña, el Presidente abrió una puerta para la negociación, las Farc, a su vez, cambiaron de actitud y, desde la reelección, Fabio Valencia, a nombre del Gobierno, está buscando establecer un contacto.
Sin embargo, a Uribe siempre le ha preocupado la moral de la tropa, que ha sido directamente atacada en los últimos días, y no está claro si el Presidente está dispuesto a meterse en una negociación sin que las Farc hayan acompañado sus ofrecimientos de diálogo con actos concretos de buena voluntad.
Tomar ese camino, además, no es un dilema cualquiera, pues aunque por ahora todo ha jugado a su favor, a estas alturas Uribe puede correr el riesgo de no lograr ni la derrota militar de las Farc ni la paz por la vía negociada. Y esto lo debe tener pensando antes de cualquier anuncio en su discurso de posesión.
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