Economía política del comunismo
Por Alexander Guerrero E.
El Universal
SOCIALISMO y comunísimo como formas de organización social y económica, más allá de las exquisiteces teóricas del materialismo histórico, representan el mismo fenómeno histórico: subsidiariedad de los individuos frente al Estado. Esta relación de subsidiariedad, se opone radicalmente a las formas socioeconómicas de la democracia liberal que se expresan en libertades económicas y civiles donde los derechos de propiedad son definidos esencialmente en el marco de sus libertades económicas de modo que el Estado en condición de subsidiariedad tiene como tarea proteger los derechos de propiedad, la vida y la libertad de la gente, la conocida trilogía de Loeke. Sobre estos pivotes institucionales, mercado y mecanismos que protegen y refuerzan los derechos de propiedad reposa la propiedad privada.
En el socialismo o comunísimo, lo cual es lo mismo, sólo separados por la semántica, la relación de subsidiariedad mencionada ante el Estado redefine los derechos de propiedad, el individuo pierde sus derechos individuales, se debilitan los de propiedad porque las bases de creación de riqueza son intervenidas y depredadas por el Estado, capturado por iluminados que predican el carácter social del Estado de Derecho y decreta la propiedad estatal de utilidad pública inclusive arbitrado por poderes públicos en el marco de las reglas de juego establecidas en la revolución. En estas condiciones, el Estado asume, al mando de los privilegiados que controlan los mecanismos de captura de renta, en Venezuela las fuentes del ingreso petrolero y de la acción política en desmedro del ciudadano y sus libertades de elegir, los controles sobre sus libertades económicas.
La consecuencia inmediata de ello es la descapitalización de los activos económicos de la gente propiedad privada y ello va de la mano de un empobrecimiento general, porque los mecanismos redistributivos puestos en movimiento por el socialismo/comunismo empobrecen los sectores más productivos de la sociedad invirtiendo la estructura de incentivos a la manera como se escribió en el Manifiesto Comunista donde cada quien tiene lo suyo de acuerdo a sus necesidades adquiridas por vía natural y hasta constitucional como lo rezan innumerables artículos de la Constitución venezolana y no de acuerdo a lo que aporta a la torta social, en otras palabras se destruye el nervio motor del progreso económico porque la propiedad privada deja de tener sentido económico. En Venezuela aunque ese proceso se mueve sin pausa y sin prisa, amenaza con acelerarse.
- 23 de julio, 2015
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