Ciudadanía informal
Por Raúl Bravo Sender
ACRATA
En el Perú conviven dos clases de peruanos: el que vive dentro de la legalidad y el que sobrevive al margen de la legalidad. En principio, el peruano que sobrevive al margen de la ley no cumple la porque no quiera o porque no la conozca; la incumple porque sencillamente le es costoso cumplirla, es decir, porque le es adversa.
Esta legalidad no le brinda a la mayoría de peruanos las oportunidades para prosperar. Cuando es beneficioso cumplir la ley, da gusto cumplir. Pero ¿cómo decirle al peruano que le es costoso sobrevivir en la legalidad, que cumpla con sus deberes cívicos? Así pues, en términos de costo-beneficio, no es rentable ser ciudadano en el Perú. Prueba de ello son los miles de compatriotas que se van del país para probar suerte en otras latitudes, en especial, en las tierras del Tío Sam, para hacer realidad el Gran Sueño Americano.
Al menos somos buenos exportando ciudadanos. Y es que, a secas, el individuo común no está pensando en entidades abstractas como la Democracia, el Estado, la Constitución. El individuo común está pensando en cómo llevar pan a su casa. Es práctico, si no le es rentable quedarse en un país, buscará otro que le brinde mayores y mejores oportunidades. Es que por estos tiempos, ya no se quiere a la patria por sus símbolos, pues ella sólo es tan si que pasa a ser la tierra de las oportunidades.
Pero el hecho de que un grueso sector de peruanos sobreviva al margen de la ley oficial no quiere decir que entre ellos no tengan sus propias leyes que rijan y regulen sus actividades. Ya Hernando De Soto en El otro sendero ha descrito cómo estos peruanos han logrado emerger, rigiéndose por sus propias leyes, al margen del Estado. Dejemos pues que el libre tráfico forme el carácter y el sentir de los propios peruanos; que ellos mismos formen y construyan su ciudadanía sobre la base de sus transacciones, de sus acuerdos, de sus contratos. ¿Cómo construir ciudadanía en una sociedad, como la peruana, en la que los mismos peruanos no sienten suyas las leyes? Así, con sus transacciones al margen de la ley, estos miles de peruanos están constituyendo una clase emergente que no necesita de la ley formal para prosperar. Están configurando unos modos de convivencia que están siendo aceptados como ley siendo que, a la larga, estos peruanos construirán su propia ciudadanía.
En tal sentido, y en el lenguaje criollo, la ciudadanía se forja en las calles. De esta manera la ciudadanía será un concepto con el cuál estaremos familiarizados, y nos dará gusto tratar sobre el mismo, porque la misma ciudadanía, entendida como el ejercicio de los derechos civiles y políticos, será el producto de nuestras propias actividades; será propia, será nuestra, perdurará, se perfeccionará y se adaptará a las circunstancias. No como aquella rígida ciudadanía que aprendernos en las aulas de clases o en las constituciones y las leyes que fungen de guías prácticas de convivencia.
La ciudadanía brotará naturalmente de nuestros actos, y no del arbitrio y del capricho de los políticos. No se trata de que venga un iluminado y nos enseñe a ser ciudadanos, ni mucho menos salir a las calles a evangelizar sobre la doctrina de la ciudadanía a cuantos individuos se nos tropiecen. ¿Qué queremos cuando discutimos el tema de la responsabilidad de la escuela y los agentes de socialización en la formación de ciudadanos? ¿Queremos acaso una Esparta, la que impartía una formación rigurosa y uniforme de soldados al servicio del estado? Seguir bajo estos esquemas es contribuir a la formación de individuos vacíos y moldeados a los propósitos del estatales (léase, políticos). Que sean los mismos peruanos los que formen su ciudadanía -o como quieran llamarla-.
Esto plantea necesariamente la dicotomía entre estado y individuo. El primero buscando imponer orden y el segundo buscando libertad. El estado siempre será conservador, por eso necesita “soldados” a su servicio. Por todas partes el estado pretende “socializar” a los individuos, siendo que la manera que tiene se “socializarlos” es diciendo que todos tienen que hacer política, la misma que sólo es el privilegio de algunos pocos en desmedro de muchos otros. Esa minoría que se cataloga como “clase política”, precisamente aquella que vive en la burbuja de sus privilegios y que le da las espaldas a la sociedad.
- 23 de julio, 2015
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