¿Por qué el mundo resiente contra USA?
Por Fernando Valverde Grau
Diario Las Americas
Sobre este tema puede verse el artículo de Ivan Eland Es lo que Hacemos
El resentimiento de casi el mundo entero contra los Estados Unidos tiene sus causas bien delineadas pero para muchos desconocidas.
En Derecho Penal existe un apotegma que dice: “la causa de la causa es la causa de lo causado” Sobre este laberinto de palabras que más bien parece un trabalenguas que otra cosa es que está basada la respuesta buscada.
La primera razón es que tiene su causa primaria en la envidia y su concausa en el resentimiento. En la envidia, porque el envidioso nunca se alegra del bienestar ajeno; y en el resentimiento porque cuando el agravio es mayor nace el rencor que es cuando la ofensa nunca se perdona porque se anida eternamente en el alma del agraviado mientras la envidia es un sentimiento individual, pasajero, dirigido contra una persona específica pero que desaparece cuando el envidioso supera su aberración contra la persona envidiada, el resentimiento en cambio no es así porque la causa que lo produce no es una persona en particular sino, inevitablemente, por la propia vida. Nada resiente más a un hombre de talento que vale, que estar subordinado a cumplir órdenes de un superior mediocre que manda.
Pongamos a España de ejemplo. ¿Por qué los españoles resienten tanto contra los Norteamericanos?
Estados Unidos en su época de expansión territorial deseaba poseer a Cuba y la quería comprar a España que estaba hasta 1898 en poder de los españoles. Pero el gobierno español se negaba a venderla. Con ese propósito Washington envía a un alto funcionario de su gobierno a Madrid. La respuesta no se hizo esperar. De mi corona “Cuba es la joya más preciada” contestaba la reina María Cristina al emisario de Washington dando por terminada aquella gestión de compra. Igual pensaba el intransigente don Antonio Cánovas del Castillo presidente del Consejo de Ministros del gobierno español negado a negociar Cuba. Cerrada esa opción los norteamericanos envían de visita a la Isla un buque de guerra, conocido por el Maine que al entrar por la bahía de la Habana hace explosión y se hunde matando a cientos de marines. Esa explosión Washington se la atribuyó a España. Y fue el pretexto para la declaración de guerra de Estados Unidos a España. Que entra en la guerra que ya se libraba en la Isla entre cubanos y españoles a favor de Cuba.
A los pocos días toda la flota española fondeada en la bahía de Santiago de Cuba era hundida a cañonazos por los modernos buques de guerra norteamericanos. Para la España de entonces aquella tragedia naval constituía una humillante e imperdonable derrota que se asociaba, salvando las distancias, a la de la Armada Invencible que sucumbió abatida, según el católico rey español Felipe II, por los elementos de la naturaleza, no por la superioridad naval de los ingleses. Derrotada España muchos españoles se fueron de Cuba pero otros se quedaron. Pronto sus diferencias por la guerra desaparecieron. Los cubanos que entonces no sabían odiar abrieron sus brazos a los que se quedaban y muchos de esos jóvenes españoles se casaron formando familia cuyos hijos nacidos de padres españoles—los criollos— fueron después más cubanos que el Morro.
Y ahora hablemos de Cuba.
Al terminarse nuestra guerra de Independencia los cubanos habíamos perdido en ella a nuestros mejores soldados—hablo de Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, José Martí y Antonio Maceo. Ninguno de ellos murieron en la cama como la mayoría de los próceres de América que sobrevivieron a sus respectivas guerras. Sin embargo a la hora de firmar el acuerdo de paz en el Tratado de Paris, Cuba fue excluida como parte beligerante sin tenerse en cuenta sus treinta años de lucha en la manigua redentora y todo un rosario de sacrificios durante aquella gesta libertadora.
Sesenta años después se produce Girón donde la heroica brigada 2506 fue abandonada por las promesas incumplidas del entonces presidente John F. Kennedy perdiéndose la batalla y lo peor de todo las esperanzas de recuperar nuestra democracia en Cuba. Se habla del resentimiento de los cubanos contra los Estados Unidos pero no de las causas históricas que lo originaron.
Léase el libro del ex embajador norteamericano en la Habana Earl E..T. Smith .“El Cuarto Piso” donde su autor pinta con brochazos de experto diplomático internacional la traición no sólo a nosotros los exiliados cubanos de Miami tan identificados con los principios cristianos y democráticos de esta gran nación, sino a los que todavía ciegamente conspiran contra su propia democracia socavada en sus cimientos por las fuerzas del mal constituida ayer por el comunismo en Rusia y hoy por las cabezas pensantes de corte izquierdista de los académicos de las principales universidades norteamericanas que trabajan como las termitas en la madera, como una Quinta Columna interna en este país, para destruir su democracia.
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