El colapso de la Ronda de Doha dificulta las reformas a los subsidios agrícolas de EE.UU.
Por Scott Kilman y Roger Thurow
The Wall Street Journal
El colapso de las negociaciones de libre comercio de la Ronda de Doha podría terminar con todas las posibilidades de reducir los subsidios agrícolas de Estados Unidos. Esto, a su vez, podría provocar una ola de litigios antiestadounidenses en la Organización Mundial de Comercio (OMC) y, al mismo tiempo, perjudicar las exportaciones de los agricultores de EE.UU.
Las conversaciones de comercio —que ya llevan cinco años y fueron pensadas para expandir el comercio global y ayudar a las economías más pobres del mundo— entraron en estado de coma esta semana. Una de las razones de su fracaso son las profundas diferencias que existen entre las economías más grandes del mundo respecto a cómo abrir sus políticamente sensibles sectores agrícolas a la competencia de mercado.
Las recriminaciones que se hicieron ayer los representantes de la Unión Europea (UE) y EE.UU. muestran que las divisiones son tan marcadas que muchos funcionarios comerciales dudan de que la Ronda de Doha pueda recobrar su impulso en los próximos años. El gobierno de
George W. Bush, que ofreció reducir sus subsidios agrícolas en hasta 60% a lo largo de cinco años, quedó muy descontento con el hecho que la UE y otros países no ofrecieran abrir de manera más amplia sus mercados a todo tipo de bienes estadounidenses.
Las conversaciones de Doha revitalizaron a una serie de grupos de interés estadounidenses, desde organizaciones humanitarias a activistas medioambientales y grupos libertarios, que por primera vez buscaron cambios mayores al programa de subsidios agrícolas, que el año pasado ascendió a US$23.000 millones.
Se espera que el próximo año el Congreso renueve el programa agrícola, extendiéndolo por unos cinco años. Varios centros de estudios y universidades han propuesto una avalancha de ideas sobre cómo cambiar el actual sistema de subsidios agrícolas, como, por ejemplo, vincular los incentivos fiscales a prácticas medioambientales. La idea es que los subsidios no perjudiquen tanto a los agricultores en países pobres.
Pero el derrumbe de Doha elimina en gran parte las posibilidades de que el Congreso de EE.UU. se vea forzado a revisar la ley agrícola para cumplir con las promesas que Washington hizo en las negociaciones. «Esto elimina la presión para que el Congreso reforme el programa agrícola», dice Chad Hart, un economista de la Universidad del Estado de Iowa.
Además, el fracaso de Doha también podría incitar una serie de contiendas comerciales bajo las actuales reglas de la OMC. El año pasado, por ejemplo, la OMC falló a favor de Brasil y en contra de EE.UU. en una disputa por subsidios a los exportadores de algodón. Las autoridades agrícolas de EE.UU. temen que otros países busquen querellas similares para atacar los subsidios a productos como el maíz y el arroz. Los agricultores europeos, en tanto, son vulnerables en una amplia gama de productos, desde la mantequilla a los tomates.
Nicolas Imboden, director ejecutivo de una consultora suiza que ha asesorado a países de África Occidental que producen algodón, asegura que en las disputas en la OMC «los países buscarán obtener las cosas que trataron de conseguir en las negociaciones (de la Ronda de Doha)».
Algunos economistas estadounidenses advierten que el colapso de la Ronda de Doha podría perjudicar el comercio internacional de los agricultores de EE.UU. Como el superávit del comercio agrícola estadounidense se ha reducido drásticamente en los últimos años, estos economistas aseguran que es crucial que los agricultores de EE.UU. obtengan acceso a los mercados de los países emergentes, que es donde vive gran parte de la población mundial.
En cuanto a impactos más inmediatos, el fracaso de la Ronda de Doha golpea duramente a los agricultores de África, que tenían la esperanza de que EE.UU. y Europa redujeran sus subsidios y permitir así un mayor acceso global de sus productos, en especial el algodón. Su argumento es que los subsidios animan a los agricultores europeos y estadounidenses a aumentar su producción y sus exportaciones, lo que impulsa a la baja el precio de los productos agrarios. Los bajos precios han empobrecido a millones de africanos cuyo principal sustento es la producción de algodón.
Durante las negociaciones comerciales de los últimos meses, los cuatro mayores productores de algodón de África Occidental —Benin, Mali, Burkina Faso y Chad— dijeron que perdían en conjunto unos US$400 millones al año por culpa de los bajos precios internacionales del producto. «¿Cómo podemos sostener la producción de algodón en nuestra región? El producto podría desaparecer de África. Imagínense el impacto de ello: la pobreza y el hambre aumentarán. Estamos enfrentando una catástrofe humanitaria», dijo Samuel Amehou, representante de Benin ante la OMC.
— Juliane von Reppert-Bismarck contribuyó a este artículo.
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