Se duplica el ingreso medio chileno
Editorial – El Mercurio
Más allá de las dificultades metodológicas, tanto en los cálculos de ingreso y producto de cada país como en las comparaciones entre ellos, todo indica que, a partir de 1990, el denominado ingreso medio chileno se ha expandido muy por sobre el promedio latinoamericano. En 14 años, dicho ingreso, corregido por la paridad del poder de compra, se habría duplicado en nuestro país, mientras se ha mantenido constante en el promedio de la región. Estas estimaciones de la Cepal muestran bajas significativas en países como Perú, Venezuela y Bolivia, y una constante en Brasil. El resto habría mejorado levemente, destacando los interesantes incrementos de México, Uruguay, Ecuador y Colombia.
En general, Latinoamérica ha tenido un mal comportamiento en los últimos años, con la agravante de que con anterioridad, en la década de 1980, tampoco creció -nuevamente, con la excepción de Chile-. Dicha década se calificó como «perdida» para la región, aunque debe precisarse que para Chile fue el inicio del largo período de crecimiento, iniciado hacia 1985, luego de la profunda recesión mundial de comienzos de ese decenio.
Es obvio que el aumento de los ingresos se debe a la capacidad de crecimiento de las economías, la que, a su vez, depende de las políticas económicas y las instituciones, entre las que destacan el respeto por los derechos de propiedad y los contratos. La estrategia chilena de apertura, privatización, Estado subsidiario y libre mercado es conocida, y ella explica el aumento de los salarios formales e ingresos de los sectores independientes e, incluso, informales. A esto se debe agregar la estabilidad política lograda, primero bajo un gobierno militar y, luego, en una modalidad democrática que, al contrario de otras en esta región, se ha caracterizado por la estabilidad macroeconómica, la no discriminación y la apertura.
La experiencia mundial muestra que los salarios suben de acuerdo con la productividad del trabajo, que está ligada a la innovación propia del desarrollo, caracterizado por una elevada inversión y un persistente avance tecnológico en todas las áreas de producción de bienes y servicios. A lo anterior debe agregarse la educación y capacitación en el trabajo, de particular importancia para los sectores de ingresos medios y bajos. Este mejoramiento productivo y de competitividad es, finalmente, el factor más influyente para proveer empleos de progresiva mejor calidad, para así superar la pobreza. Entretanto, ella debe recibir los paliativos de la acción social subsidiaria del Estado.
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