México: Aún sin Presidente electo
Por Guillermo I. Martínez
Diario Las Americas
Dos semanas y media después de las elecciones presidenciales del 2 de Julio, México aún no tiene un claro ganador que asuma la Presidencia antes de que finalice el año.
Sabemos que el respetado Instituto Federal Electoral, conocido como IFE, por sus siglas, declaró que Felipe Calderón el candidato del gobernante Partido de Acción Nacional (PAN), tenía una ventaja de 244,000 votos sobre su rival, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
López Obrador, un populista ex alcalde de la Ciudad de México, rehúsa reconocer su derrota y ha apelado ante las máximas instancias esgrimiendo dos argumentos.
Por un lado, pide que el TRIFE (Tribunal Federal Electoral) abra los paquetes que contienen las boletas y proceda al conteo, uno por uno, de los más de 42 millones de votos. López Obrador insiste que muchas irregularidades aritméticas hacen obligatorio este recuento que, según él, mostrará que ganó la elección. Por otra parte, afirma que el Presidente Vicente Fox no fue imparcial y apoyó a Calderón, lo cual está prohibido por la ley electoral mexicana. Dice, también, que el candidato oficialista rebasó el límite de gastos en la campaña. Por todo eso, quiere que el Tribunal anule las elecciones y convoque a nuevos comicios.
Las probabilidades de que alguno de estos escenarios se convierta en realidad son escasas. Pero hasta que el Tribunal Federal Electoral decida los méritos de las impugnaciones y declare oficialmente al ganador, México está atravesando por momentos difíciles. El TRIFE tiene hasta el 31 de Agosto para resolver y desahogar los recursos legales interpuestos y hasta el 6 de Septiembre para declarar a un ganador. Su decisión es inapelable.
El Domingo 16 de Julio, cientos de miles de simpatizantes de López Obrador abarrotaron El Zócalo, la Plaza de la Constitución de la capital mexicana, para escuchar a su candidato que no se doblegará y continuará la lucha, al tiempo que anunciaba el lanzamiento de una estrategia basada en actos de desobediencia civil.
López Obrador ha convocado a una tercera asamblea informativa para el 30 de Julio y ha anticipado que logrará reunir a más de un millón cien mil personas. Un grupo de simpatizantes de AMLO agredió el martes 18 de Julio a la comitiva de Felipe Calderón y golpearon al vehículo que conducía al candidato. Como se ve, es una campaña de desobediencia civil muy bien orquestada, que pretende presionar al TRIFE.
Nadie puede negarle a López Obrador su derecho a impugnar la elección o a convocar a manifestaciones y actos de desobediencia civil hasta que el Tribunal Federal Electoral no emita su pronunciamiento y decida quién ganó la elección. Es un derecho democrático que cualquier ciudadano mexicano puede invocar.
Lo que es peligroso, sin embargo, es la renuencia de López Obrador a aceptar ningún escenario que no sea el que cuidadosamente ha preparado y que le conceda el triunfo. Lo que es sumamente arriesgado es seguir convocando a manifestaciones de multitudes. Hasta ahora, han sido pacíficas, pero quién sabe si continuarán siéndolo ante la creciente tensión.
La auténtica democracia mexicana está aún en su infancia. Por más de siete décadas el Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernó con puño de hierro. Muy pocos de sus candidatos locales perdieron alguna vez alguna elección. Sus aspirantes a la Presidencia ganaban la primera magistratura de manera sistemática, cada seis años. Eso empezó a cambiar en los años 90 y desembocó en la victoria, en el año 2000, de Vicente Fox.
Hasta ahora, los observadores internacionales y la mayoría de los analistas políticos afirman que el proceso electoral del 2 de julio fue limpio. Algunos periódicos norteamericanos reportaron incidentes que involucraron a partidarios de los tres candidatos presidenciales, “comprando” votos a cambio de comida o de promesas de futuros beneficios. Ningún partido está totalmente limpio.
No obstante, es importante que México resuelva este impasse lo más pronto posible.
Lo que está en juego no es solamente qué candidato ganó o perdió. Se está apostando la credibilidad de una joven democracia en el país de habla hispana más grande del mundo. Es importante que México tenga un Presidente con suficiente fortaleza, que pueda gobernar y superar estos momentos difíciles.
Es imperativo que México tenga estabilidad para evitar un verdadero éxodo masivo de inmigrantes que vengan a Estados Unidos en busca de una mejor vida. Si el proceso electoral no es resuelto de manera expedita, eficiente y creíble, los mexicanos habrán de pagar un alto precio- así como lo hacen los que cruzan la frontera- esperanzados en que la democracia, con todos sus problemas, es el mejor sistema de gobierno en el mundo.
Guillermo I. Martínez reside en el sur de la Florida. Su dirección electrónica es: [email protected]
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