De fuera hacia adentro
Por Marta Colomina
El Universal
SE DERRUMBA el proyecto de Chávez de imponer en el continente su descabellada revolución apenas sustentada en la voluminosa chequera de petrodólares sustraídos a los venezolanos a todos, pero criminalmente a los más pobres que deberían invertirse internamente para luchar contra la pobreza y sus secuelas de desnutrición, desempleo y pandemias de toda laya.
Su injerencia en la política interna de varios países con el propósito de imponer candidatos presidenciales que sirvan de anclaje de «revoluciones» como la suya (que es decir la de Fidel), no le ha servido para lograr su propósito, sino para convencer a muchos mandatarios latinoamericanos del peligro que significa este Chávez autoritario, basto, violento y empecinado en imponer su desfasado proyecto político «a los realazos». Así vemos que a cada país visitado le ofrece petróleo gratis o muy barato (intercambiado por especies como nuez moscada), una refinería, comprarle bonos de su deuda o darle jugosos préstamos en dólares sin fecha de retorno.
Por eso no sorprende que el presidente Duarte de Paraguay llegue a Venezuela con la pretensión de obtener un «préstamo» de 3 mil millones de dólares, Tabaré Vázquez venga a recoger los reales para pagar la cooperativa financiera quebrada que compró el Bandes en Uruguay y le hable maravillas de las «casas voladoras», ahora que Chávez voló a un ministro más de la vivienda que se fue, como los anteriores, sin construir las casas prometidas. Tampoco extraña que su «pana» Kirchner, orador de orden el 5 de julio en el Parlamento ilegítimo, siga siendo el más favorecido en el reparto de la piñata revolucionaria, pues mientras recibe los $ 2 mil millones del «súper bono del Sur», Venezuela comprará más deuda argentina a la que se añaden los $ 2 mil millones de bonos anteriores y toneladas de carburantes a cambio de baratijas y vaquillas. Esas millonarias dádivas ocurren cuando la UCAB presenta su nuevo informe sobre la pobreza en el cual se revela que en esta revolución surgida «para dignificar a los pobres», las desigualdades sociales han crecido abrumadoramente. En los 7 años de Chávez los pobres han devenido en más pobres y los ricos, en más ricos.
Para el primer descalabro externo Chávez estaba preparado. Sabía que su detestado cachaco iba a arrasar en las elecciones colombianas, a pesar del llamado de las FARC de votar en contra. El golpe que le infligió el pueblo peruano con el triunfo de Alan García fue tan inesperado y punzante, que la catástrofe de su financiado Humala dio inicio al hundimiento de los planes imperialistas de Chávez. La derrota de López Obrador en México con el ajustado triunfo de Calderón, otro «pichón del Imperio», fue un golpe aún más mortal. Además, los millones de dólares botados por Pdvsa en Bolivia con la finalidad de que Evo Morales arrasara en la ANC, no sirvieron para obtener las dos terceras partes de los votos necesarios para aprobar una Constitución a la medida del control absoluto de los poderes públicos, como hizo Chávez en Venezuela. El MAS de Evo, obtuvo el 51% de los votos, un 3% menos de aquel 54% logrado en las presidenciales hace apenas unos meses. Morales deberá negociar con partidos adversos, cerrando así el «sueño» de reproducir en Bolivia la dictadura política de Cuba y Venezuela. Evo percibe que el pernicioso influjo de Chávez ahoga su gestión y comienza a fastidiar peligrosamente al 51% de los bolivianos, como revela una reciente encuesta.
El cauto Lula que nos visitó por unas horas esta semana, al regresar a Brasil encontró una prensa llena de críticas sobre el ingreso de Chávez a Mercosur: La organización «vinculó su destino a los humores y ambiciones del más controvertido gobernante de América Latina, el presidente venezolano Hugo Chávez. (…) Tendrá poder de voto y de veto en todas las negociaciones internacionales del bloque» expresó el diario O Estado de Sao Paulo, el cual añade que Chávez se junta al bloque integrado por Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay para ampliar su influencia regional, mientras continúa menguando la del presidente Lula. «Cualquier plan de aproximación comercial del bloque suramericano a EEUU tendrá que pasar por el filtro de las ambiciones políticas de Chávez, un desafecto a Washington».
Mientras el Chávez delirante compra armas para la guerra contra el Imperio, la derrota le llega de afuera por los votos contados manualmente en Colombia, Perú, México y Bolivia. Por eso, inspirados en esas grandes batallas en las que de nada han valido los petrodólares, ni los fusiles, los venezolanos debemos unificarnos en el reclamo de elecciones limpias, en las que podamos contar todas las papeletas, desaparezcan las captahuellas y cuadernos electrónicos y contemos con un REP en el que no vivan 1.8 millones de personas en una sola casa de El Llanito y otros 6 millones aparezcan sin dirección alguna. Si eso no es posible, que Chávez enfrente solo su plebiscito, mientras nos lanzamos a la calle como lo ucranianos. Esa será nuestra verdadera guerra asimétrica, no contra el Imperio, sino contra el dictador criollo.
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