Reflexiones sobre Alemania
Por Rómulo López Sabando
El Expreso de Guayaquil
Lo ocurrido en Alemania rompe los esquemas tradicionales. No es el triunfo “del equipo”, ni el triunfo de “un equipo”. Es el resultado de varios factores y múltiples valores “individuales”. “Este” equipo o grupo de ecuatorianos ha logrado lo que nunca antes pudieron realizar “otros” equipos.
Un “buen equipo” no está formado por débiles, por imbéciles ni “protegidos”. Se requiere de óptimas individualidades. Y no es cuestión de “peloteros” versus “intelectuales”. A las condiciones “naturales” y personales de cada jugador, y el esfuerzo por hacer muy bien “lo suyo”, con garra, talento y pundonor, cabe agregar el entusiasmo, fe y adhesión de cada uno de los compatriotas.
No hay político, académico, científico, sociólogo, burócrata, historiador, o “equipos” de ellos, que hayan logrado tanto en tan corto tiempo y con semejante dimensión mundial.
Mientras esto ocurre con los futbolistas, las señales que, como país y gobierno, se envían al mundo son de llorar.
La corrupción en organismos de control, la justicia lerda y venal, el desprestigio del Parlamento, la incertidumbre en la política económica, la arbitrariedad en las normas, reglamentaciones y decisiones, la inseguridad jurídica, el pánico derivado del reinado del terror, la prepotencia y abusos de los que controlan el Poder, (político, mediático y económico), la arrogancia del crimen organizado, el sicariato, la devastación social por la delincuencia común y la falta de protección de los derechos de propiedad ahuyentan las posibilidades de crear empleo, de invertir y trabajar.
Los “incentivos naturales” desaparecen por los “incentivos perversos”. Los jóvenes, (cerebros y mano de obra), huyen en busca de trabajo, seguridad y libertad. “Las autoridades” dicen que salir del país es delito, si antes no se paga por emigrar o simplemente viajar. El importar maquinarias, equipos, insumos y tecnología, igual que trabajar y crear empleos, es castigado con tributos.
Al recorrer los pasillos judiciales se escuchan murmullos de coraje, rugidos de impotencia, lamentos de dolor ante la corrupción rampante. Es que no hay justicia. El ceño fruncido, duro, fiero o las lágrimas, por las picardías y lentitud en los despachos procesales, demudan los rostros ciudadanos. No hay “fair play”.
Los futbolistas ganan, empatan o pierden pero mantienen en alto el coraje y la dignidad. Saben que, todo, depende de cada uno de ellos. Su presente y su futuro está en su disciplina y virtudes.
Ninguno ha pedido a los “países amigos” que, por ser de “menor desarrollo relativo”, ser negros, cholos, indios, ignorantes o brutos, les otorguen subsidios y privilegios para competir en el Mundial.
Saben que el éxito está en su capacidad individual para competir, coordinar hacia adentro del equipo y “jugar limpio”. Las ineficiencias burocráticas, la corrupción y la falta de infraestructura, que asfixian al país, nada tienen que ver con sus rendimientos. Saben que su talento y la competencia, en dura lid, los conduce a buenos o malos resultados. Son “competitivos”.
El impacto global logrado por los futbolistas sólo se expresa con licor, fanfarria y celebraciones en la media calle. Los “que mandan” en el país ignoran las situaciones sociales y económicas y no entienden el “clima empresarial”. La revista The Economist, entre 82 países de todo el mundo, dijo que este es básico para mejorar.
El primer puesto, en expectativas y posibilidades de inversión y desarrollo, lo tiene Dinamarca por su mejor “clima empresarial”. El segundo, Finlandia. Luego Canadá, Singapur, Holanda y el Reino Unido. Estados Unidos cayó del quinto lugar al octavo, por incertidumbres en su estabilidad macroeconómica.
Chile, no obstante caer del 20 al 22, es el mejor de América latina. México, Brasil, Costa Rica, Colombia, Perú y El Salvador también cayeron. Argentina y la República Dominicana se mantuvieron. Los peores son Ecuador cayó del puesto 65 al 72, Venezuela, del 70 al 77, y Cuba, el último lugar.
El retroceso económico se debe a que no hay “competencia” en la producción (competitividad, productividad) ni juego limpio. Es una quimera, pues el proteccionismo, la zancadilla, la traición y las influencias políticas impiden las reformas. La corrupción es la “norma” y el Poder su protector.
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