La elección mexicana
Por Rosendo Fraga
Nueva Mayoría
Hasta hoy, la elección está planteada entre el candidato del PRI, Andrés Manuel López Obrador, y el del PAN, Felipe Calderón.
México tiene un sistema electoral de mayoría simple. No hay doble vuelta y gana quien obtiene sólo un voto más.
Desde que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió el monopolio electoral del país hace seis años, la política mexicana se plantea en tres tercios: dicho partido, el actual oficialismo, Partido Acción Nacional (PAN), y el centro-izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Son tres opciones con una clara definición ideológica, lo que da riqueza al juego político del país y además refleja la complejidad de la sociedad, pero que al momento de ejercer el poder hace difícil la gobernabilidad, como le sucedió al actual presidente Vicente Fox, el primero que llegó a la Presidencia tras siete décadas de gobierno priísta.
Pese a que este partido sigue gobernando la mayoría de los estados y que controla el Senado, la elección está planteada entre el candidato de centro-izquierda, el populista Andrés Manuel López Obrador (o AMLO), y el de centro-derecha Felipe Calderón.
Hasta hace tres meses, AMLO -cuya base electoral es el Distrito Federal del cual ha sido un popular alcalde- llevaba más de 10 puntos de ventaja. Pero desde entonces la misma se redujo.
Tres semanas atrás, Calderón pasó a estar un par de puntos arriba, como ahora lo está López Obrador.
La realidad es que en el último mes ninguno de los principales candidatos obtuvo una ventaja significativa sobre el otro.
Un triunfo AMLO implica que por primera vez llegará a la Presidencia un candidato de centro-izquierda -en varios aspectos López Obrador también parece encarnar el populismo histórico del PRI en el cual militó en su juventud- lo que profundizaría aún más el debilitamiento de las estructuras electorales históricas, que si bien se han roto a nivel presidencial, todavía no tanto en el ámbito local.
El triunfo de Calderón implica el predominio de las fuerzas políticas y sociales que han surgido a consecuencia del NAFTA y ello implica un mayor acercamiento a los Estados Unidos.
El candidato de centro-derecha usó con mucha habilidad la simpatía del mandatario caribeño Hugo Chávez por su adversario para revitalizar el tradicional nacionalismo mexicano a su favor. A su vez, López Obrador se esforzó para dar un mensaje de que si gana, se parecerá más a Lula o Bachelet que al presidente venezolano.
Pero en el plano regional no cabe duda que un triunfo de López Obrador será interpretado con una nueva evidencia del giro hacia la izquierda o el populismo en América Latina, lo que favorece a Chávez, así como una victoria de Calderón -que sucede en poco tiempo a la reelección de Álvaro Uribe y la derrota de Ollanta Humala en Perú- será interpretada como un freno a dicha tendencia y a la influencia del líder bolivariano.
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