¿Y el principio de no intervención?
El señor Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), ha sostenido que la injerencia del presidente Chávez en el proceso electoral peruano no tiene mayor importancia.
Ha declarado que, más bien, se ha reducido a expresar opiniones, a intervenciones puramente verbales. Con tal criterio se ha desconocido lo que representa una intrusión en asuntos que conciernen a la soberanía nacional peruana.
No resulta fácil de entender que un político de trayectoria, como el señor Insulza, no distinga una opinión circunstancial, que ya sería intromisión en asuntos internos, del proceso de expresiones sobre la política peruana, sus protagonistas e, inclusive, sobre la persona del presidente Toledo. Tales expresiones han sido inaceptables para la sociedad peruana, que las ha rechazado.
Tardíamente, por cierto, la cancillería decidió llevar el asunto a consideración de la OEA. ¿Han faltado reflejos en la diplomacia peruana? ¿El embajador del Perú ante la OEA ha cumplido un papel adecuado en este enojoso asunto?
La batalla en ese organismo, a pesar de las opiniones sensatas de algunos representantes, no ha sido ganada por el Perú. Los incidentes con Venezuela, provocados desde Caracas, no han dado lugar a una respuesta de la entidad hemisférica para evitar que el mandatario de aquel país imponga, en las relaciones entre los Estados, la intromisión y el agravio como reglas de conducta.
Me pregunto cuáles son los criterios de calificación que se utilizan para tipificar a un hecho como delicado o grave. En términos diplomáticos, los dichos del presidente Chávez son insólitos, por decir lo menos.
Tal vez la OEA ha considerado, para atenuar la responsabilidad del mandatario venezolano, que sus expresiones normales son agraviantes y que, por tanto, posee, junto con su actitud mesiánica, el derecho a utilizar su propio léxico, ajeno a los términos respetuosos entre los estados.
Considero que no hacer respetar el principio de no intervención demuestra debilidad e inconsistencia por parte del organismo hemisférico.
Tal como lo ha señalado el canciller peruano: “La OEA no puede permanecer indiferente, ni impasible, ante una reiterada práctica intervencionista que perjudica al Perú, y en el largo plazo puede afectar la estabilidad democrática de todo el hemisferio”.
Un pequeño grupo de países ha apoyado la posición peruana y ha considerado como contrario al sistema jurídico interamericano el proceso de intromisión venezolana en un estricto asunto nacional. Pero no es positiva para la fortaleza de la institucionalidad hemisférica ni, además, para la vigencia del Perú en el escenario regional, la complacencia y la ambigüedad de la mayoría de los países miembros de la OEA frente a la situación denunciada por el canciller Maúrtua.
Es lamentable lo ocurrido en Santo Domingo. La OEA ha perdido respetabilidad. La diplomacia peruana demoró excesivamente en reaccionar y no logró el apoyo debido. El mandatario venezolano, envalentonado por la actitud ambigua del organismo hemisférico, proseguirá con sus actitudes que, lamentablemente, afectan a la estabilidad institucional y la democracia.
- 3 de julio, 2025
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