Bush y Blair: el principio del fin
Por Paul Reynolds
BBC Mundo
Cuando Tony Blair y George W. Bush cenen este jueves en la Casa Blanca estarán asistiendo al principio del fin de una relación que ha dominado la escena política internacional.
Una relación que también ha debilitado la posición tanto del primer ministro británico como del huésped, el presidente de Estados Unidos, en sus propios países en los últimos años de sus liderazgos.
En lo que constituye quizás uno de sus menos elegantes juegos de palabras, la revista especializada The Economist denominó “Eje de la Debilidad” la relación Bush/Blair.
Esa relación no ha logrado hasta el momento el éxito prometido con respecto a Irak.
En esta visita de Blair a Washington, ambos líderes intentarán encontrar justificaciones, aunque saben que el juicio de muchas personas estará relacionado con el desencadenamiento mismo de los hechos, y no con las palabras que se digan.
En momentos en que las cortinas caen, se escuchan voces detrás del escenario que claman por la conclusión de la política de intervencionismo que ha caracterizado el liderazgo de ambos políticos
También muchos ya tienen su juicio formado.
Y en momentos en que las cortinas caen, se escuchan voces detrás del escenario que claman por la conclusión de la política de intervencionismo que ha caracterizado el liderazgo de ambos políticos.
¿Vuelta al pasado?
El ex secretario de Estado de EE.UU., Henry Kissinger, recientemente pareció querer “reflotar” una política de los años de la Guerra Fría: la política de contención.
En un artículo que escribió para el periódico Washington Post sobre Irán y Corea del Norte, Kissinger cuestionó la palabra misma que ha venido a representar la doctrina de Bush: el llamado ataque preventivo.
“La diplomacia adecuada para la desnuclearización es comparable a la política de contención que ayudó a ganar la Guerra Fría”, escribió el antiguo jefe de la diplomacia.
Kissinger agregó que lo que cuenta “no es la acción preventiva” sino “la resistencia firme contra los intentos del adversario de demostrar su fuerza”. Y también “la confianza en las fuerzas internas para que sean estas las que ocasionen el cambio desde adentro”.
Quizás haciéndose eco de las tesis de Francis Fukuyama, el hombre que -si se quiere- anunció prematuramente el “fin de la historia” tras el colapso del comunismo, Kissinger aboga por el “neorealismo” en reemplazo del “neoconservadurismo”.
Y admite que fue equivocado considerar la democracia como “la condición lógica por la que optan las sociedades liberadas de las dictaduras”.
Más allá de Bush
El artículo contempla el tema de política exterior más allá de la era Bush a pesar de que el mandatario estadounidense ostentará su cargo hasta enero de 2009.
Blair y Bush encontraron un punto de coincidencia en lo concerniente a la actuación frente a las amenazas externas, y los ataques llevados a la cabo por la red al-Qaeda no hicieron más que afianzar esa visión compartida
Es Blair quien probablemente abandone el puesto antes que Bush. Para Blair el período actual es un momento de preparar el camino a su sucesor.
Con esto en la mira, Blair pronunciará su discurso sobre política internacional este viernes en Washington.
El discurso es comparado con el que el premier pronunció en Chicago en abril de 1999. Era la época en que la OTAN fue a guerra contra Serbia por la situación de Kosovo.
Aquellas palabras delinearon la política de intervencionismo que Blair ha seguido desde entonces, aunque como sabemos la invasión de Irak no se justificó con el derecho a la intervención humanitaria.
Punto de coincidencia
Vale recordar la elocuencia con que Tony Blair apoyó la guerra contra Serbia y que incluso, para el “horror” del entonces presidente de EE.UU., Bill Clinton, pidió el despliegue de tropas en Kosovo.
Blair y Bush encontraron un punto de coincidencia en lo concerniente a la actuación frente a las amenazas externas, y los ataques llevados a la cabo por la red Al-Qaeda no hicieron más que afianzar esa visión compartida.
Y ahora un nuevo problema emerge y se vuelve cada vez más visible, Irán.
A pesar de la carta reciente que el presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, envió a Bush, la Casa Blanca sigue viendo con recelo la posición de Teherán.
Cualquier intento de compromiso con un diálogo directo es visto como una desviación de la exigencia del Organismo Internacional de Energía Atómica y el Consejo de Seguridad de la ONU para que Teherán suspenda su programa de enriquecimiento de uranio.
Y parece que el enriquecimiento de uranio es lo que Irán verdaderamente desea.
Entonces, la cuadratura del círculo con respecto a Irán bien podría ser la última tarea para el eje Bush/Blair.
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