Un año clave para la OMC
La ronda de Doha está entrando en su fase final, pero todavía parece que queda bastante por hacer en materia de concesiones y flexibilidad, para que tanto los países en desarrollo como los más industrializados puedan estar listos para alcanzar un acuerdo para liberar el comercio mundial al cierre del año.
Es por eso que, tras el fracaso de las negociaciones durante la reunión ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en diciembre pasado en Hong Kong y la imposibilidad de cumplir su objetivos en materia de agricultura y bienes industriales para el 30 de abril de 2006 como originalmente estaba previsto, los ministros de comercio de 90 de los 150 países integrantes de la organización se reunieron en Ginebra la semana pasada.
La idea central fue reanudar las conversaciones de Doha que habían quedado estancadas en temas como la agricultura y las protecciones arancelarias, debido a que los países pobres reclaman mayores accesos a los mercados de los países más ricos, mientras que Estados Unidos y Europa continúan luchando sobre el tema de los subsidios.
Con el tiempo contado
Los ministros reunidos en Ginebra se mostraron optimistas en cuanto a las negociaciones para profundizar la liberación del mercado mundial, así como también dispuestos a lograr un acuerdo para el mes de julio en agricultura y bienes industriales, para dejar tiempo suficiente a la negociación en el área de los servicios.
Aunque también reconocieron que se dispone de poco tiempo para alcanzar el acuerdo final y que será necesaria una mayor voluntad política.
Los negociadores insisten en que para terminar la Ronda de Doha, iniciada ya hace cinco años, a finales de 2006, será necesario que todos los acuerdos sobre los asuntos en los que existen diferencias estén concluidos para el próximo 30 de julio.
Eso daría tiempo para el proceso de verificación técnica de miles de líneas arancelarias de cada uno de los sectores y que tiene que estar concluido a fines de 2006, para que la Ronda de Doha se cierre en el tiempo previsto, y el libre comercio mundial pueda entrar en vigencia.
Los pronósticos son optimistas. Al menos así lo expresaron Rob Portman, representante de comercio de Estados Unidos y el mismo director de la OMC, Paul Lamy. Según Portman, se está «relativamente cerca en muchas áreas», mientras que Lamy aseguró que «todavía es posible» alcanzar el acuerdo general en 2006.
El ministro brasileño de Relaciones Exteriores, Celso Amorim, quién también es el director del Grupo de los Veinte (G20) que reúne a países en desarrollo entre los que se incluyen los latinoamericanos, dijo que se veían algunas nuevas «flexibilidades» tanto por parte de EE.UU. como de la Unión Europea en asuntos claves como los recortes arancelarios y los subsidios internos en la agricultura.
Aunque mostró también cautela al asegurar que todavía queda por ver «si son suficientes o no» esas flexibilidades vistas durante la reunión de Ginebra.
Las divergencias
Buena parte de las diferencias radican en que las naciones más pobres reclaman mayores concesiones agrícolas a los negociadores más fuertes, como Estados Unidos y la Unión Europea, mientras éstos, a su vez, buscan que a cambio, los países en desarrollo abran más sus mercados a los bienes industriales y los servicios.
Según Amorim, la propuesta el G20 supone la mejor posibilidad para lograr el acuerdo, pero su visión no es totalmente compartida por EE.UU. y la Unión Europea.
Los negociadores insisten en que para terminar la Ronda de Doha, iniciada ya hace cinco años, a finales de 2006, será necesario que todos los acuerdos sobre los asuntos en los que existen diferencias estén concluidos para el próximo 30 de julio.
La propuesta del G20 supone un recorte de los aranceles agrícolas del 54% por parte de los países ricos, frente a un 39% ofrecido por la Unión Europea y un 75% solicitado por Estados Unidos. En tanto, los países en desarrollo deberán recortar sus aranceles en un promedio máximo de un 36%.
Si bien durante la reunión reinó el optimismo, lo que está claro es que este es un momento clave para el futuro de la OMC y que existen tres reclamos o puntos de discrepancias bien definidos.
Por un lado, Washington que asegura que una mejora en la oferta de la Unión Europea sobre los aranceles agrícolas es crucial para desbloquear las conversaciones.
Por el otro, tanto los europeos como los estadounidenses están siendo presionados para ceder aún más en los aranceles de la agricultura.
Finalmente, los grandes países en vías de desarrollo como Brasil e India enfrentan fuertes presiones para ceder en sus aranceles industriales.
Es por eso que es posible vaticinar que, si no se logran resolver éstas diferencias en materia de agricultura y subsidios en las próximas semanas, será muy difícil despedir el 2006 con un acuerdo para liberar el comercio mundial, tal y como estaba previsto en los términos de la Ronda de Doha.
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