El Neopopulismo amenaza a Latinoamérica
Revista Industrias – Cámara de Industrias de Guayaquil
A los populistas, les aterra lo moderno, la competencia, la productividad, al libre comercio, a la modernización del Estado, cuyas empresas burocráticas, ineficientes y abultadas, despilfarran los recursos de la sociedad. No asimilan que la culpa de lo que sucede es nuestra, por no reconocer nuestros errores y nuestras nefastas prácticas en lo económico.
Frente al nuevo proceso electoral que se avecina conviene analizar, cuál es el tipo de sociedad en la que los ecuatorianos queremos vivir. En ese contexto es necesario aprender a reconocer el discurso populista y sus características y cuáles son aquellos elementos que deben constituir el nuevo modelo de desarrollo de Ecuador, hablamos de un modelo basado en libertades.
El populismo es una práctica de clientelismo de quienes realizan actividades políticas o están en alguna posición de poder. Así, el candidato o el gobernante de turno intenta comprar los votos del electorado o de los distintos grupos de presión, con la entrega de privilegios, subsidios, protección, cuotas de poder o la repartición de la riqueza de la sociedad, obtenida previamente a través de impuestos.
Esta práctica tan devastadora para las sociedades que la sufren tuvo sus representantes en Alan García del Perú, Salvador Allende en Chile, Juan Domingo Perón en Argentina, cuyos credos políticos y prácticas económicas sumieron a sus naciones en las peores crisis, que dejaron como saldo naciones empobrecidas.
¿En qué consiste el discurso populista?. Comienza por convencer al electorado de que estamos ante la presencia de un líder mesiánico, que por sus características y compromiso con los altos fines de la patria y los pobres, aliviará las inequidades dentro de la sociedad, con fórmulas mágicas que regularmente no tienen ningún tipo de financiamiento, o si las poseen, son nuevas cargas para el sector productivo, pues crean impuestos o elevan los ya existentes, pues según el argumento populista, los son empresarios los culpables de la mala distribución de la riqueza y por ello deben la deuda social. Pero al final de cuentas estas medidas osn contra la misma sociedad.
El discurso del político populista está plagado de criterios nacionalistas, xenofobia, proteccionismo a las empresas locales, en detrimento de la sociedad civil, desconfianza en la capacidad del libre mercado como promotor del desarrollo, promesas de incremento en el gasto público que conllevan a grandes déficit en el presupuesto. No entiende que gastando más de lo que ingresa, lo único que puede resultar es el desastre y el empobrecimiento de la sociedad.
El político populista se vanagloria de ser el único que supuestamente conoce las necesidades de los pobres, la realidad nacional, pues recibió cuando joven algún tipo de instrucción panfletaria de corte marxista o durante sus años en la universidad, algún profesor le enseñó que el camino de la revolución era la forma en que los pueblos oprimidos abandonaban el subdesarrollo y la dependencia de los poderes imperiales.
De ahí que poderosos sindicatos crean que la salida a los problemas de la sociedad pasan por la destrucción de la propiedad privada, por paros que entorpecen el funcionamiento de los mercados y la obtención de privilegios para los grupos que representan.
La experiencia latinoamericana populista demostró que la falta de disciplina fiscal, la autarquía y el mal manejo monetario, genera hiperinflación.
Los representantes actuales del neo populismo son aquellos líderes que prometen el cielo en la tierra y desconocen el papel de los mercados libres en la creación de la riqueza. También creen que el sistema democrático se constituye en una licencia para llevar a cabo la voluntad de la cúpula dirigente, puesto que ésta interpreta, reconoce y representa, las ansias del pueblo. Esa afirmación es falsa y errónea.
A los populistas, les aterra lo moderno, la competencia, a la productividad, al libre comercio, a la modernización del Estado, cuyas empresas burocráticas, ineficientes y abultadas, despilfarran los recursos de la sociedad. Sostienen que la soberanía de las naciones pasa por el aislacionismo y que la culpa de los males en sus economías está en causas externas. No asimilan que la culpa de lo que sucede es nuestra, por no reconocer nuestros errores y nuestras nefastas prácticas en lo económico.
Entonces, ¿cuáles son los elementos que constituyen un nuevo modelo de sociedad basado en libertades?
Las experiencias de países como El Salvador y Chile son alentadoras. El Salvador, por ejemplo, en poco más de una década ha logrado reducir su índice de pobreza de un 60% a un 30%. Hace 12 años, el 25% de los salvadoreños no sabía leer, ni escribir; hoy el porcentaje es de 12%.
Paralelamente, luego de experimentar una tasa de interés del 30%, hoy tiene una tasa de interés de 6,8%, la más baja de la región. El desempleo cayó del 13% al 6,5%; la cobertura de agua potable se expandió en 50%.
¿Cómo lo logró? Según Francisco Flores, ex presidente de El Salvador y uno de los artífices de este milagro económico, la causa es la aplicación de un modelo que privilegia las libertades y el Estado de Derecho.
Un modelo basado en libertades es un sistema en el cual el actor principal de la economía es el individuo con sus iniciativas y emprendimiento; que respeta las decisiones de sus ciudadanos, siempre y cuando no afecten a terceros; en el cual los mercados libres son los mecanismos idóneos para sacar un país hacia delante.
Este modelo promueve que un sistema jurídico que proporcione justicia e igualdad ante la ley es una condición necesaria para el desarrollo de los pueblos. También defiende el respeto a la propiedad privada, como elemento que da lugar a la creación de mercados prósperos que eliminan la pobreza, y que además el libre comercio es necesario para que una nación de el salto hacia el desarrollo.
En El Salvador se llevaron a cabo una serie de reformas de índole económico, que han convertido a esta nación en una de las naciones más libres del mundo, que pelea el primer lugar con Chile, en América.
Consecuentemente, ya es hora de que en este país escojamos este tipo de modelo de desarrollo, un modelo basado en la libertad y desechemos el populismo para que podamos construir un Ecuador mejor.
Joselo Andrade es Economista y Director Ejecutivo del Movimiento Libertario, capítulo Guayaquil
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