El pago al fondo, mas alla del exito politico
Por fin le pagamos toda la deuda al Fondo Monetario Internacional, ahora deberíamos
preguntarnos que cambió o que implicará esto para el futuro de los argentinos:
1) “Logramos independizarnos del Fondo”: En septiembre de 2003, el Presidente Kirchner firmó un carta de intención con el organismo internacional luego de una larga y dura puja que justificó en no querer estampar su rubrica en algo que no fuera a cumplir. En junio de 2004, el acuerdo quedó en suspenso debido a la falta de cumplimiento de cuatro o cinco metas estructurales; lo cual hubiera implicado no aprobar el examen trimestral de condiciones del FMI. A partir de allí, la Argentina no debía atenerse a ningún objetivo acordado con el Fondo y solamente debía pagar los vencimientos de capital que no fueran prorrogables y los de intereses. O sea, nada cambia en la relación de la Argentina con el organismo internacional respecto al día anterior al pago del total de la deuda que teníamos con él.
Esperemos que el éxito político interno que obtuvo por esta medida el Presidente valga todos los costos que ésta implica.
2) “Los principales perjudicados por este pago serán los hold-outs y las empresas de servicios públicos”: De la misma forma que haber saldado nuestros compromisos con el Fondo no nos dio mayor libertad de acción, tampoco generará cambios en la gestión del gobierno en ninguna área. En realidad, lo que marcó un cambio hacia una mayor heterodoxia fue el cambio de Ministro de Economía. Sin embargo, como la esperanza es lo último que se pierde, algunos veían en un eventual acuerdo con el Fondo la posibilidad de que el PEN tuviera que resolver los problemas con los bonistas que no entraron al canje y con las prestadoras de servicios públicos. Sin embargo, esta posibilidad nunca existió; ya que el gobierno no tenía intenciones de flexibilizar su posición respecto a estos puntos y, por ende, no iba a firmar una nueva carta de intención. En una palabra, lo único que cambia para ellos es que ahora saben que no habrá ningún “milagroso” acuerdo que los salve. Para el gobierno, la vía a seguir por los hold-outs es la judicial y, luego, a esperar.
En tanto, las tarifas y las condiciones de prestación de los servicios públicos son para el PEN un instrumento de redistribución de la riqueza. Por ello, seguirá preservando la posibilidad de que un funcionario decida discrecionalmente cuándo, a quiénes y cuánto se subirán las tarifas.
3) “El pago de los compromisos ayuda a recuperar la credibilidad de la Argentina”: Esto es cierto; pero depende de cómo se lo haga. El PEN determinó con un Decreto de Necesidad y Urgencia cuáles de las reservas del Banco Central que avalaban sus pasivos financieros eran del BCRA y cuáles de “libre disponibilidad” para que el gobierno pagara deuda con organismos internacionales. Esto implicó un gran avasallamiento de la independencia del Banco Central y es difícil que sea más confiable un país en el que no se respetan las instituciones (aunque es cierto es lo usual). Tampoco es verdad que esto mejore la calidad crediticia del Estado Nacional. Cualquier acreedor hubiera preferido que se preservaran las reservas para poder utilizarlas en caso de que se produzca un coyuntural corte del financiamiento voluntario y no que se pague una deuda con vencimiento mayoritario a dos años.
4) “No entiendo por qué mis colegas ortodoxos de la Argentina critican tanto esta medida. En definitiva, peor hubiera sido que el gobierno se gastasen las reservas”: Lo dijo un economista ortodoxo que está en el exterior y a quien aprecio. Sin embargo, la realidad de fondo de esta frase es sumamente dolorosa. En definitiva, “si en la Argentina no se respetan las instituciones y las leyes, por lo que los gobiernos pueden hacer las peores barrabasadas, aceptémoslo y agradezcamos que hicieron lo menos malo”. Bueno, algunos economistas y ciudadanos no nos resignamos a que la Argentina siga con este camino al subdesarrollo cimentado por “El fin justifica los medios” y en la falta de respeto a los derechos, instituciones y al concepto republicano que está en nuestra Constitución Nacional.
5) “El Banco Central no tendrá una pérdida patrimonial”: Esto lo dijo el Presidente del Banco Central, quien aceptó recibir a cambio de las reservas internacionales letras a 10 año, con amortización de capital al final y una tasa de interés equivalente a la de las reservas con un techo de Libor a 180 días menos un punto porcentual. Nadie puede suponer que este papel tiene el mismo valor que divisas depositadas y líquidas en el Banco de Basilea. Por ende, descontado por un rendimiento de un bono equivalente, su valor de mercado tendría un piso de 20% y un techo de 40%. Es decir que el Banco Central habrá hecho una pérdida patrimonial de hasta US$ 5.700 millones y no menos de US$ 7.600 millones. Sin embargo, como el título es intransferible nunca podrá venderlo en el mercado, volviéndose un “pagadios” de los que abundan en el “prontuario” y en el balance del Central. Pero no hay que preocuparse ya que por “la magia de la contabilidad” el bono será anotado a su valor técnico, por lo que “ojos que no ven, corazón que no siente”.
6) “Fijando el norte de la gestión en la recreación del peso como reserva de valor, donde no existe emisión para financiar al Gobierno Nacional, ni incentivos al sistema financiero para aumentar su exposición al sector público, el BCRA cumple estrictamente los objetivos que dicta su Carta Orgánica”: Esto es parte del discurso del Presidente del Banco Central en el Congreso de la Nación. El Banco Central emitió pesos y deuda remunerada para comprar divisas que luego se prestaron al gobierno para que pague su deuda con el Fondo Monetario Internacional. ¿No era que no se financiaba al Gobierno? ¿Dónde quedaron los límites que tenía la autoridad monetaria en su Carta Orgánica? Ante una pregunta de un periodista, la Ministra Miceli dijo que la posibilidad de volver a usar al Central para pagarle a organismos internacionales se evaluará a lo largo del año. Esto debería llamar la atención a los que piensan que el superávit primario es garantía para que no se emitan pesos que generen inflación para financiar al Estado.
7) “No se debilita la capacidad del Banco Central de defender el valor de la moneda y de actuar como prestamista de última instancia”: Nadie puede pensar que la autoridad monetaria puede prestarle al gobierno casi el 34% de sus reservas y seguir teniendo la misma posibilidad de asistir a los bancos y de enfrentar una corrida cambiaria. El único que multiplicó los panes y los peces fue Jesús y no es el presidente de nuestro Banco Central.
Algunos dirán que todo lo anterior no es preocupante porque no se prevé ninguna crisis ni interna ni externa. Si bien esto puede ser puesto en duda, sería bueno entender que las crisis no son previsibles. Si lo fueran, no existirían. Por ende, uno siempre tiene que estar preparado para recibir el embate de la “ola” o corre el riesgo de que lo haga caer. Nuestra historia está plagada de “tsunamis” que arrasaron nuestra economía por nuestra falta de responsabilidad en la gestión política y económica. Parece que nos cuesta aprender de nuestra triste experiencia.
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