Estadísticas Tramposas
Por Hanna Fischer
En una reciente columna titulada “Miseria de las estadísticas”, Álvaro Vargas Llosa expone que “Las estadísticas económicas positivas suelen distraer a los encargados de tomar decisiones de los temas de fondo o crean el espejismo del progreso allí donde no existe, desalentando reformas”.
Al analizar en profundidad los números “macro”, queda la duda, de si las “estadísticas económicas positivas” son las culpables de que “los encargados de tomar decisiones de los temas de fondo” se “distraigan”, o si por el contrario, esas tablas tienen como objetivo manifiesto, el “crear” en el público “el espejismo del progreso”. ¿Con qué propósito? Justamente, el evitar realizar las reformas estructurales que imperiosamente necesitamos.
¿Es posible que unas series de estadísticas sean, estrictamente hablando, “ciertas”, pero que de ellas se deriven conclusiones “falsas”? Es decir, ¿es factible que haya una progresión positiva en los indicadores macro de la economía, pero que la situación que se supone que ésta refleja, en realidad esté empeorando?
Sí lo es. Y lo demostraremos con ejemplos concretos.
Los registros de la evolución de la deuda pública uruguaya, indican que para finales del 2003, representaba 108,7 % del PBI. Al término del 2004, descendió al 100,9 % del PBI, y a junio del 2005, disminuyó al 88,3 %.
Sin embargo, el monto del endeudamiento público en términos brutos, desde el canje de la deuda extranjera que se concretó en mayo del 2003, ha aumentado sin interrupción.
Por otra parte, si observamos las tablas de la inflación doméstica medida en pesos, veremos que era de 10,2 % a fines del 2003; 7,6 % al cierre del 2004; y de 3,95 % a setiembre del 2005.
No obstante, no hubo una baja sustancial del gasto público discrecional en términos reales. Y los últimos datos fiscales conocidos, que llegan hasta agosto, muestran que a pesar de tener todo el viento a favor de una economía que está creciendo fuerte, y un contexto regional e internacional sumamente favorable, la fragilidad de las cuentas fiscales sigue siendo preocupante. El único recorte que se hizo en el gasto público, es el más contraproducente: 23 % en términos reales en las inversiones.
La explicación a la presunta “paradoja” planteada en las estadísticas, es bien sencilla. La “solución mágica” que las anteriores autoridades encontraron, y que las actuales están continuando, es una combinación muy particular de las políticas fiscal y monetaria.
Los que están “financiando”, aunque contra su voluntad, este nuevo “carnaval” financiero y fiscal, son los sectores cuyos ingresos son en dólares. Desde el Ministerio de Economía se practica una política monetaria muy restrictiva, que “premia” con altas tasas de interés, el invertir en instrumentos públicos en moneda nacional. “Secando” de ese modo, aunque a un alto costo, la plaza local.
Por lo tanto, hoy tenemos un dólar “barato”, una inflación en pesos “razonable” y la gestación de una crisis fenomenal en cuanto cambien las condiciones externas.
Lo más indignante, es que con un ajuste “macro” a nivel de las cuentas públicas, habría margen para reducir costos de producción, y de ese modo, incentivar un aumento sustancial de la inversión productiva, que resulta imprescindible. Pero en lugar de ello, la “prioridad” de las autoridades es obtener financiamiento externo, para seguir expandiendo el gasto y “cumplir” promesas electorales. Es por eso, que apuestan a bajar el ratio deuda / PBI “inflando” artificialmente el denominador, a través de una brutal “inflación” en dólares (más de 20 % anual).
Lo que las estadísticas no “revelan”, es que desde enero el dólar ha descendido frente al peso, 9 %. Y que está proyectado que para todo el año, descienda 13, 2 %. O sea, se “castiga” arbitrariamente a los sectores realmente productivos, realizando “transferencias” compulsivas hacia los improductivos, especialmente los estatales.
Lo cual confirmaría, que más allá de autoproclamarse de “derecha” o de “izquierda”, la totalidad de los partidos políticos uruguayos comparten una visión de concebir la utilización del poder, y los recursos de los ciudadanos.
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