El Flat-Tax es más afable con las familias

18 de July, 1997

Muchas de las actuales políticas tributarias van en contra de las familias. La deducción pro-familia de las personas cargo era malamente erosionada por la inflación hasta que comenzó la indexación a mediados de los años ””80. Los créditos por el cuidado de los niños proporcionan incentivos para dejar a los hijos en manos de extraños. Un impuesto al matrimonio impone una carga tributaria más alta sobre las parejas casadas.

El moderno estado estadounidense, resumiendo, es en gran parte culpable por la precaria condición económica de las familias tradicionales.

¿Qué hacer? Recientemente, algunos congresistas han apoyado un modesto crédito tributario por los hijos. Mientras el mismo es bien intencionado, este enfoque falla en reconocer una realidad fundamental: algunas maternidades son moral e incluso económicamente mejores que otras. Además, un modesto crédito a una tasa uniforme no resuelve la creciente falta de nacimientos entre en las familias más jóvenes.

Desde 1970 a 1993, el numero de bebes nacidos de madres casadas con menos de 30 años de edad cayó un 40 por ciento, mientras que los nacimientos fuera del matrimonio de adolescentes se elevaron un 84 por ciento y el número de bebes nacidos de aquellas que superan los 30 casi se duplicó.

La calidad de vida familiar ha declinado en la medida que los nacimientos ilegítimos se han elevado. Si el nacimiento de niños fuera del matrimonio de las adolescentes es no deseado, pero el nacimiento para una madre casada de 25 años si es deseado, ¿por qué tratamos a ambos nacimientos de la misma manera para los propósitos tributarios? Deberíamos cambiar a las leyes impositivas para alentar a la maternidad dentro del matrimonio.

Por ejemplo, podemos clasificar, a los fines tributarios, a cada niño dentro de una de tres categorías. Un niño nacido fuera del matrimonio se encuentra en la categoría A, para la cual ninguna asignación por sus dependientes es proporcionada. La categoría B es para los niños nacidos de una mujer casada por encima de los 30 años de edad o por debajo de los 20 años, para la cual le es proporcionada una asignación por su dependencia (digamos $2.000.) Para los niños en la categoría C, nacidos de madres casadas entre los 20 y los 29 años de edad, es proporcionada una doble asignación por dependencia ($4.000), alentándose así los nacimientos tempranos dentro del matrimonio.

Las propuestas arriba mencionadas serán atacadas por varias fuerzas políticas. A los conservadores del lado de la oferta, no les agradará la alta tasa tributaria marginal necesaria para financiar las asignaciones por dependencia. Los profesionales en temas impositivos dirán que esas asignaciones le agregarán una excesiva complejidad al código tributario.

Los liberales sociales y algunos conservadores partidarios del libre mercado sostendrán que esto es hacer ingeniería social, favoreciendo la maternidad a una edad en particular, y discriminando contra estilos de vida aceptados.

Un verdadero impuesto a las ganancias de tasa uniforme sería mucho más amistoso con las familias que la ley existente, incluso más que el plan precedente. Esta alternativa obtendría el apoyo de los conservadores del mercado libre.

Un impuesto uniforme es ampliamente consistente con el concepto de salario familiar—un salario lo suficientemente alto para sostener a una familia en circunstancias modestamente confortables. Para una pareja casada con cuatro hijos, $45.000 o más serían libres de impuestos.

Las familias tradicionales de medios moderados con niños cuidados por la madre se beneficiarían, y la mayoría no pagaría ningún impuesto federal incluso con la eliminación de la deducción por el pago de una hipoteca.

El impuesto uniforme le resulta atractivo a un público amplio por ser justo y más cómodo. El mismo puede ser la opción políticamente más factible. Pero en cualquier caso, los impuestos importan, tanto en la familia como también en los asuntos económicos.

Traducido por Gabriel Gasave

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