Los “empleos verdes” son recomendados como la cura universal, salvadora al mismo tiempo tanto del medio ambiente como de la economía. El Congreso incluyó más de 80 mil millones (billones en ingles) de dólares en gastos e incentivos impositivos para promoverlos en el reciente proyecto de ley de estímulo. Van Jones, el consejero del presidente Barack Obama en todo lo relacionado con los empleos verdes, solicitó incluso recientemente la utilización de ex-convictos para construir celdas solares como parte de su rehabilitación. Es una maravillosa visión que encaja perfectamente con el 39º aniversario del primer Día de la Tierra, celebrado el pasado miércoles 22 de abril. Desafortunadamente, los argumentos acerca de las maravillas de los empleos verdes están por lo general basados en mitos respecto de la economía, los pronósticos y la tecnología.

En un reciente trabajo del que fui coautor, analizamos las propuestas más amplias de empleos verdes y encontramos que la mayor parte de los planes son una apuesta por tecnologías que no han sido probadas. Por ejemplo, el Secretario de Interior Ken Salazar sugirió recientemente que podríamos obtener toda nuestra electricidad de granjas de viento en el Océano Atlántico—no obstante los reguladores han venido demorando los esfuerzos de la firma Cape Wind para construir una granja de viento costas afuera del Cabo Cod y los funcionarios locales cerca de donde vivo en el centro de Illinois votaron recientemente oponiéndose a una granja de viento debido a la “polución visual” e inquietudes sobre los peligros de que se produzcan incendios en las turbinas. Desechar los recursos existentes de la electricidad de la cual dependemos para nuestros hogares, hospitales, fabricas y escuelas en favor de tecnologías no probadas sería un error.

El hecho de gastar miles de millones de dólares ciertamente generará empleos verdes pero también eliminará empleos en aéreas que carezcan del favor del gobierno. Los defensores de los empleos verdes rara vez toman en cuenta a las pérdidas de empleos que sus programas causarán. Por ejemplo, el cambio de la producción de electricidad del carbón al viento implica que muchos mineros en la industria del carbón, camioneros, trabajadores de empresas de servicios y otros empleados perderán sus puestos a medida que suba el precio de la energía. Y en razón de que la energía eólica y solar son mucho más costosas que nuestras actuales fuentes de energía, la gente perderá sus empleos en otras partes a medida que los precios más altos de la energía desaceleran a la economía. Para hacer un cálculo justo del impacto sobre el empleo, tenemos que considerar a las pérdidas de puestos de trabajo tanto como a las ganancias.

¿Qué tipos de empleos crearán los programas verdes del gobierno? Quienes los proponen se concentran en reconvertir a los trabajadores de la construcción para impermeabilizar a las escuelas y contratar a los trabajadores desocupados de la industria automotriz para fabricar paneles salares, en un esfuerzo por obtener el apoyo de los sindicatos. Pero una mirada más exhaustiva revela que los mayores incrementos en el empleo se producirán entre las secretarias, los analistas administrativos, los empleados contables y los porteros. En verdad, las ciudades que hoy día tienen la mayor parte de los “empleos verdes”, según la Conferencia de Alcaldes de los EE.UU., son Nueva York y Washington, D.C. El desperdiciar miles de millones de dólares en la contratación de analistas administrativos, abogados y burócratas para redactar informes y discutir sobre las reglamentaciones no hará mucho por el desocupado estadounidense medio—ni por el medio ambiente.

Todos somos partidarios de los buenos empleos y un medio ambiente limpio y saludable. Pero todo eso no será posible desperdiciando dinero en personas que se auto-caratulan de “verdes”. Deberíamos insistir en un cuidadoso análisis antes de arriesgar fondos públicos en dichos esfuerzos, especialmente en virtud de que nuestros hijos son quienes deberán devolver el dinero que estamos solicitando actualmente para financiar estos programas. El futuro económico y medioambiental de de nuestros hijos depende de que hoy tomemos las decisiones acertadas.

Traducido por Gabriel Gasave