El Partido Republicano debería abocarse a la protección de nuestros derechos

3 de February, 1997

En el discurso inaugural de su segundo mandato, el Presidente Clinton se alejó retóricamente de aquellos díscolos temas atinentes a un gobierno grande que plagaron su primer periodo en el cargo. Sin embargo, antes de que los republicanos se relajen frente a las perspectivas de un acuerdo por el presupuesto, deberían tomar nota de las minas terrestres presupuestarias que Clinton plantó durante el período transcurrido entre su reelección y la asunción del segundo mandato y reconsiderar su enfoque sobre el gobierno, enfatizando la vigilancia sobre el poder ejecutivo en lugar de una agenda legislativa.

El problema para los republicanos es que inician su nuevo periodo parlamentario con su programa legislativo de un presupuesto equilibrado y de una reducción impositiva para las ganancias del capital atrapados entre nuevos beneficios sociales populares y una nueva política exterior ambiciosa. En estos días preocupantes de contrición post-Reagan, a los republicanos les será difícil oponerse al beneficio del cuidado de la salud infantil de 50 mil millones (billones en inglés) de Clinton para los niños no asegurados y a un beneficio de $1.500 por estudiante para sus gastos de enseñanza universitaria. Encontrarán también difícil oponerse a la política exterior de la nueva Secretaria de Estado de Clinton, Madeline K. Albright. Ella pretende expandir a la OTAN hasta las fronteras de Rusia y ha obtenido ya el apoyo de Henry Kissinger. Solamente los EE.UU. pueden suministrar los $100 mil millones (billones en inglés) o más necesarios para volver a equipar a los ex satélites soviéticos para que puedan participar en la OTAN y así cumplir con el objetivo de Albright, recientemente declarado en el programa televisivo Meet the Press, de hacer “por Europa central y del este lo que se hizo por Europa occidental tras la Segunda Guerra Mundial.”

BURLADOS. Los republicanos han perdido este tipo de peleas anteriormente y no están en la actualidad mejor equipados para oponerse a programas específicos tales como los de la educación de la clase media y el del cuidado de la salud para los niños, en nombre de objetivos económicos generales. Además, la expansión hacia el este de la OTAN será atrayente para los conservadores que se encontraban frustrados por el impedimento impuesto por la Guerra Fría de reducir a los rusos. Incluso los republicanos que ven que esta política alienta la paranoia rusa para con la tinta roja estadounidense no desearán arriesgarse a ser tildados de aislacionistas.

En síntesis, los republicanos fueron burlados y les ganaron en astucia antes de que el juego por el presupuesto comenzara. La combinación de programas de nuevos beneficios y de una política exterior costosa y peligrosa se cobrará victimas ya sea contra el presupuesto equilibrado o contra los republicanos que se oponen a esas políticas.

La mejor esperanza para los republicanos es la de cambiar su atención de las agendas legislativas al ejercicio de las facultades de contralor del Congreso. El FBI ha estado llamativamente politizado tanto en las travesuras del Travelgate* como en las del Filegate**, y el Servicio de Rentas Internas ha sido descubierto efectuando lo que al parecer son auditorias acosadoras en aquellas organizaciones que aparecen en un listado de enemigos de la Casa Blanca.

Los republicanos también podrían aprovechar las recientemente emitidas medidas de desempeño para los directores de distrito del IRS. Según el Apéndice F de la Carta Programática del IRS para 1997, los directores serán calificados según la cantidad de impuestos y de penalidades adicionales propuestas (sin considerar su validez) por parte de los examinadores tributarios en sus distritos. Los contadores afirman que esta forma de medir el desempeño alentará a que los examinadores efectúen exigencias no razonables e incorrectas contra los contribuyentes. En verdad, si esta medida persevera, las consecuencias serán aún peores. Los examinadores que se opongan a esta practica injusta renunciarán o serán obligados a marcharse por tener pobres mediciones de desempeño. Sus reemplazantes serán abusadores que disfruten del poder intimidatorio asociado con las exigencias arbitrarias, y el gobierno descansará un poco más en el poder y un poco menos en el estado de derecho.

¿CIUDADANOS O SUBDITOS? La de hacer que el gobierno sea responsable es una función tradicional del Congreso y una que les brinda a los republicanos una oportunidad histórica en aras de la renovación política. Los republicanos solamente pueden beneficiarse al enfatizar que la circunstancia de si los estadounidenses van a ser tratados como ciudadanos o como súbditos es una cuestión más importante que la del equilibrio presupuestario.

Además, una efectiva supervisión mejoraría enormemente la meta de los republicanos de un presupuesto equilibrado. El modo de edificar el apoyo del público para los recortes en el gasto es el de colocar el foco sobre el secretario de gabinete o el administrador del programa que está desperdiciando el dinero de los contribuyentes. El verdadero escrutinio dejará al descubierto atropellos que estarían por lejos más que galvanizando la promesa abstracta de tasas de interés más bajas.

Los republicanos han permitido que sus compromisos emocionales e ideológicos los vuelvan políticamente ineficaces. Su apoyo en favor de la “ley y el orden,” por ejemplo, ha permitido que el FBI eluda la responsabilidad por la utilización política de su poder, al igual que su deseo por un presupuesto equilibrado hace que sean manipuleados para la defensa de las practicas abusivas del IRS como medidas de aplicación de la ley que incrementarán los ingresos. Mientras sus objetivos políticos los enceguezcan ante el gobierno abusivo, los republicanos no harán ninguna diferencia.

Nota del Traductor
El título de la versión original en inglés hace referencia al Grand Old Party o GOP, como también se conoce al Partido Republicano de los Estados Unidos.

*El caso “Travelgate” se relaciona con el despido de los empleados de la oficina de viajes de la Casa Blanca, el que supuestamente fue dirigido por la entonces Primera Dama, Hillary Clinton, sobre la base de acusaciones falsas y a fin de posteriormente poder contratar en su reemplazo a amistades suyas.

**El “Filegate” hace referencia el uso indebido de archivos del FBI sobre antiguos altos funcionarios republicanos.

Traducido por Gabriel Gasave

  • es Asociado John M. Olin en el Institute for Political Economy y ex Subsecretario del Tesoro para Politica Económica.

Artículos relacionados