Washington, DC—Hace poco, el Washington Post publicó una información de primera página acerca de una operación federal contra las oficinas centrales de la Organización Nacional Para la Derogación de la Ley de la Reserva Federal y el Código de Rentas Internas (Norfed, según sus siglas en inglés). La empresa basada en Indiana, que propugna una “moneda sana”, lleva muchos años vendiendo monedas y certificados de papel respaldados por el oro y la plata, tratando, en los hechos, de competir con el dólar.

Durante largo tiempo, el gobierno ignoró los llamados “dólares de la libertad” que fabrica por Norfed...hasta que la firma comenzó a vender miles de monedas con la efigie de Ron Paul para demostrar su apoyo al candidato presidencial republicano. Ron Paul también plantea la abolición de la Reserva Federal.

Para el público en general, las actividades de Norfed parecerán utópicas y ingenuas, e incluso fraudulentas. Mucha gente sentirá escalofríos ante la sola idea de que la mayor economía del mundo pueda administrarse sin un banco central y los particulares reemplacen al Estado como emisores de moneda. Con un dólar que parece poco menos que en caída libre y el mercado hipotecario y crediticio de los Estados Unidos en medio de una crisis que ha dejado en la calle a los presidentes de algunas de las grandes corporaciones de la nación, los estadounidenses buscan seguridad financiera, no aventuras monetarias.

Y, sin embargo, es precisamente en un contexto financiero turbulento como el actual que las actividades de Norfed deberían suscitar una mirada crítica acerca del modo en que se administra el dinero. Algunos de los más grandes economistas del país, Premios Nobel incluidos, han venido sosteniendo durante años que, desde su creación en 1913, la Reserva Federal probablemente ha provocado más problemas de los que ha solucionado. Su papel en los ciclos de auge y depresión del siglo pasado ya es comúnmente señalado y parece que también desempeñó un rol en la actual crisis del mercado inmobiliario.

Si bien la creación de la Reserva Federal fue la respuesta a una serie de corridas bancarias, esas crisis fueron poca cosa si se las compara con las que han tenido lugar desde entonces. En 1913, Estados Unidos se regía por el patrón oro. A pesar de que el gobierno emitía moneda, el hecho de que ella estuviera atada al oro implicaba que las autoridades no podían manipular fácilmente la oferta monetaria. La misión inicial de la Reserva Federal era garantizar la convertibilidad de los depósitos en dinero a la vista. Pero algunas décadas más adelante, Estados Unidos abandonó el patrón oro y la Reserva Federal se convirtió en la institución económica más poderosa, ejercitando el monopolio de la emisión de dinero a discreción de su Junta de Gobernadores.

En definitiva, la inestabilidad financiera sido mucho mayor desde la creación de la Reserva Federal. ¿Qué nos enseñó la Gran Depresión? Esencialmente que, aún con las mejores intenciones, resulta imposible para las autoridades manejar la oferta de dinero de conformidad con las necesidades exactas de la economía. La economía de un país es la suma de millones de personas cuyas decisiones ningún individuo aislado está en condiciones de anticipar. Como lo demostró el economista Murray Rothbard en su libro “America''s Great Depresión”, en los años 20 la Reserva Federal infló la oferta monetaria, expandiendo el crédito en más de un 60 por ciento. Debido a que la economía era muy productiva, esta expansión monetaria no se reflejó en las cifras de inflación. Pero, como ocurre siempre cuando hay inflación, muchos recursos se canalizaron hacia las inversiones equivocadas....hasta que la crisis estalló. El fallecido Milton Friedman demostró cómo la Reserva Federal empeoró las cosas al no proporcionarle liquidez suficiente al sistema una vez que la recesión fue obvia.

Las crisis actuales del mercado inmobiliario y del mercado crediticio son en gran medida hijas de la Reserva Federal. Al recortar las tasas trece veces entre 2001 y 2003, y mantenerlas luego muy bajas durante años, la Reserva Federal contribuyó a la burbuja inmobiliaria. Eso no implica que otros factores —incluidos los instrumentos financieros que disimularon los fundamentos dudosos de la bonanza inmobiliaria— no jugaran también su papel. Pero, una vez más, la Reserva Federal ha demostrado ser un factor de inestabilidad financiera.

En este contexto, el empeño de Norfed en probarle a la Reserva Federal que el mercado está preparado para confiar en una moneda respaldada por el oro es una buena ocasión para echar un nuevo vistazo a algunas de las instituciones económicas que damos por sentadas. ¿Suena todo esto un poco ingenuo y utópico? Claro que sí. Pero ello probablemente se deba a lo mucho que se ha alejado el mundo de la época en la que el dinero era demasiado importante para dejárselo a los políticos.

(c) 2007, The Washington Post Writers Group


Alvaro Vargas Llosa es Asociado Senior en el Independent Institute.