La importancia del espíritu emprendedor para el crecimiento y el desarrollo económico está ampliamente reconocida. Los encargados de diseñar las políticas estaduales y locales y los funcionarios del área del desarrollo económico están gradualmente desviando su atención desde políticas tales como las de los subsidios directos que fomentan la reubicación de las empresas hacia políticas dirigidas a promocionar el emprendimiento empresarial. Dado que los estados con altas tasas de emprendimientos poseen también altos niveles de capital de riesgo algunos legisladores estaduales defienden la utilización de los recursos públicos a efectos de expandir el monto total del capital de riesgo disponible en un estado. Pese a ser una estrategia de desarrollo popular, un nuevo estudio demuestra que este enfoque es defectuoso.

En el corazón de este tema de políticas públicas se encuentran dos puntos de vista enfrentados respecto de cómo facilitar el espíritu empresarial. Para algunos artífices de políticas el hecho de alentar el espíritu emprendedor involucra una mejora del clima empresarial mediante una reducción de las cargas tributarias y reglamentarias. Esta visión resulta consistente con gran parte de la literatura académica que evidencia que una buena manera de fomentar la actividad empresaria es la de proporcionarle a los individuos la libertad de alcanzar sus sueños. Otros legisladores se concentran en las restricciones financieras que enfrentan los aspirantes a emprendedores y en cómo las políticas públicas pueden mitigar los obstáculos financieros al emprendimiento. El financiamiento estadual de las firmas de capital de riesgo es consistente con esta opinión.

Dada la cantidad limitada de recursos que posee el gobierno para el desarrollo económico, es importante conocer cuál de estos dos enfoques es más proclive a fomentar la actividad empresarial. Un nuevo estudio realizado por los economistas Steven Kreft y Russell Sobel publicado en el Cato Journal ofrece alguna evidencia sobre ese interrogante al examinar la dirección de la causalidad entre el capital de riesgo y los emprendimientos. Resulta importante para los legisladores saber sí un incremento en la actividad emprendedora es la que atrae el capital de riesgo adicional o sí una disponibilidad incrementada de capital de riesgo es la que atrae a más emprendedores.

Utilizando al número de propietarios exclusivos y a la actividad en materia de patentes en un estado como una forma de medir la tarea empresarial, Kreft y Sobel encuentran que el espíritu emprendedor incrementado es el que hace que más capital de riesgo fluya de manera automática en el estado. Más importante aún, encuentran que los influjos de nuevo capital de riesgo no son entonces los que provocan que aumente la actividad empresarial. El desplazamiento del capital de riesgo privado es una de las razones posibles por la cual el capital de riesgo financiado por el estado fracasa en incrementar la actividad empresarial. Esto sugiere que la tendencia de los fondos de capital de riesgo patrocinados estatalmente implica colocar el carro delante del caballo. Debido a que la actividad empresarial parecería ser la que atrae al capital de riesgo a un estado, el mejor modo de fomentar el espíritu emprendedor dentro de un estado es el de concentrarse en la creación de un contexto de políticas donde los individuos sean libres de ser innovadores.

Desafortunadamente el estado de Wisconsin está actualmente planeando invertir $50 millones de sus $66.500 millones del fondo fiduciario estadual de los empleados del estado en firmas de capital de riesgo que inviertan principalmente en compañías locales. Esfuerzos similares han sido emprendidos en otros estados, incluidos Colorado, Michigan, Ohio, Oklahoma, y Minnesota. Sin embargo la nueva investigación de Kreft y Sobel demuestra que el financiamiento estadual del capital de riesgo en esos estados es improbable que estimule la actividad empresaria.

¿Qué deberían hacer por ende quienes pergeñan las políticas estaduales? Las investigaciones de Kreft y Sobel descubren que el grado de libertad económica dentro de un estado se encuentra efectivamente relacionado con la actividad empresarial en ese estado. En otras palabras, los artífices de políticas deberían seguir el ejemplo de estados como Carolina del Norte y Nevada y concentrarse en la reducción de los impuestos, el resguardo de los derechos de propiedad, la minimización de las barreras reglamentarias y en otras políticas públicas consistentes con la libertad individual. Al hacerlo, se aumentará la tasa de inicio de nuevos emprendimientos, y el capital de riesgo necesario para ayudar a financiar a estas nuevas empresas fluirá en el estado automáticamente. El capital es más móvil que el trabajo, por lo tanto el foco de la política para el desarrollo económico de un estado debería estar puesto en ver cómo facilitarle a los individuos la consecución de sus sueños.


Joshua Hall es Asociado Dan Searle en Economía en la West Virginia University e Investigador Asociado en The Independent Institute.