La Proposición H: Mitología en vez de criminología

23 de noviembre, 2005

Los votantes de San Francisco recientemente promulgaron la Proposición H que confisca todas las pistolas y prohíbe la adquisición de cualquier arma. Desdichadamente esto está basado en la infundada creencia de que cuantas más armas existan en el área, más violencia acontecerá. Si eso fuese cierto, los Estados Unidos, actualmente con 280 millones de armas, deberían tener un índice de homicidios mucho más alto que después de la Segunda Guerra Mundial cuando solamente tenían 48 millones de armas. En cambio, el índice de homicidios es el mismo.

Durante las décadas siguientes, los índices de homicidios variaron dramáticamente—pero no debido a la creciente propiedad de armas. En los últimos 30 años el número de armas en propiedad de civiles más que se duplicó, no obstante ello los homicidios declinaron en un tercio.

Aceptando la mitología de que las armas causan asesinatos, las áreas con altas tasas de violencia prohíben las armas. Pero la violencia es el resultado de factores sociales básicos, no de la mera disponibilidad de uno de entre los innumerables instrumentos mortales en el mundo. En un estudio publicado en diciembre pasado, la National Academy of Sciences, tras examinar 43 publicaciones gubernamentales, 253 artículos en journals, 99 libros, y de hacer su propias investigaciones, no podía identificar ni tan siquiera un ejemplo de control de armas que redujo los homicidios o el crimen violento.

El drástico incremento de los homicidios hizo que la ciudad de Washington, D.C. prohibiera las pistolas en los años 70. Tan inútil resulto esto que D.C. pronto tenía (y continua teniendo) los índices de homicidios más altos de la nación. En la actualidad, sus residentes tienen un 25 por ciento más de probabilidades de ser asesinados de las que tienen los efectivos estadounidenses en Irak de morir debido a una acción del enemigo.

El apoyo a la causa anti-armas se encuentra edificado sobre décadas de aseveraciones erróneas de que los Estados Unidos, con el índice de propiedad de armas más elevado del mundo (verdadero), posee la tasa de homicidios más alta (falso). Los índices de homicidios recientemente revelados de Rusia desde 1965, han excedido consistentemente las tasas estadounidenses a pesar de la prohibición de las pistolas y del estricto control de las armas largas de Rusia. Desde los años 90 los índice de homicidios rusos se han mantenido casi cuatro veces más grandes que los estadounidenses.

Los defensores de la causa anti-armas solían comparar a los Estados Unidos con Inglaterra, Canadá y Australia, naciones especialmente escogidas debido a que alguna vez combinaron bajas tasas de violencia con severos controles de armas. Pero los controles de armas y las tasas de violencia inicialmente bajas no evitaron que sus índices de crímenes violentos sobrepasaran constantemente a los nuestros en las décadas recientes. A pesar de que estas naciones prohibieron y confiscaron cientos de miles de armas en los años 90, hoy día sus tasas de violencia se encuentran entre las más altas del mundo—más de dos veces las nuestras.

Si más armas significan más violencia, las naciones con altas tasas de propiedad de armas deberían tener altos índices de homicidios. Pero dos estudios internacionales que comparan a la propiedad de armas con los índices de homicidios en 36 y 21 naciones (respectivamente) no encontraron “correlaciones significativas algunas.”

Los partidarios de la causa en contra de las armas nunca mencionan estos factores. Tampoco mencionan a todas las naciones europeas con altas tasas de propiedad de armas pero con muy bajos homicidios. Noruega, con la tasa de propiedad de armas más elevada en Europa occidental, posee el índice de homicidios más bajo—muy por debajo del de Inglaterra. La única nación europea que prohíbe todas las armas, Luxemburgo, tiene el índice de homicidios más alto (excepto por Rusia): 30 por ciento más alto que el de los Estados Unidos y diez veces mayor que el de una Noruega densa en armas. Holanda, con la tasa de propiedad de armas más baja de Europa occidental, posee un índice de homicidios que es un 50 por ciento más alto que el de Noruega. Grecia tiene una propiedad de armas mucho más alta que la de la República Checa pero muchos menos homicidios. Finlandia tiene 14 veces más propiedad de armas que la vecina Estonia pero índices de homicidios mucho más bajos.

Estos estudios e información han afectado poderosamente a los criminólogos. En 1969, el Profesor Hans Toch de la State University of New York-Albany apoyó la prohibición de las pistolas. Treinta años de investigaciones más tarde se retractó. “Cuando son utilizadas para la protección, las armas de fuego pueden seriamente inhibir la agresión y pueden proporcionar un amortiguador psicológico contra el temor al crimen,” escribió. “Además, la circunstancia de que los patrones nacionales evidencian pocos crímenes violentos allí donde las armas son mayormente densas implica que las armas no dan lugar a la agresión en alguna forma significativa. Muy por el contrario, estos descubrimientos sugieren que las altas saturaciones de armas en algunos lugares, o algo correlacionado con esa condición, inhiben la agresión ilegal.»

Los profesores de la University of Massachusetts James Wright y Peter Rossi también iniciaron sus investigaciones considerando que las armas provocaban delitos. Años de investigaciones más tarde se retractaron porque “no existe ninguna evidencia persuasiva que apoye esa opinión.»

En 2004, la Oxford University Press publicó Can Gun Control Work? del criminólogo de la New York University James Jacobs quien siente que «La política de control más irrealista para los Estados Unidos es la de la prohibición de la propiedad privada de las armas de fuego o de tan solo las pistolas” Esta “no sirve a ningún propósito útil y solamente avienta las llamas de una cultura bélica entre los poseedores de armas y los controladotes de armas, quienes al combatir entre sí se olvidan que el problema del crimen violento es la fuente de nuestra preocupación.»

Respecto de ese problema, el criminólogo de la Florida State Gary Kleck, otro académico que alguna vez consideró que las armas causaban crímenes, escribe: «La fijación con las armas pareciera ser, para mucha gente, un fetiche que les permite ignorar las causas más intransigentes de la violencia estadounidense, incluidas sus ciudades moribundas, la inequidad, el deterioro de la estructura familiar, y las consecuencias económicas y sociales del todo penetrantes de una historia de esclavitud y racismo.»

Traducido por Gabriel Gasave

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