En las universidades, la libertad de expresión no se lleva bien con el financiamiento mediante los impuestos

6 de April, 2005

El 22 de marzo, David Huffman efectuó una denuncia en el periódico estudiantil de la University of New Hampshire (UNH) en contra de la exclusión de la que fuera objeto durante un evento público dentro del campo universitario.

Fue excluido por ser varón.

El incidente coloca en primer plano al juego de trileros (consistente en adivinar bajo qué cubilete se encuentra la bolita) que se practica en los campos universitarios estatales a través de Norteamérica bajo la apariencia de la libertad de expresión.

Como estudiante, los aranceles de Huffman solventaron el foro público del cual fue excluido. Como contribuyentes, su familia aseguró que fuese tratado como un negro sureño antes de la guerra.

El cometario critico sobre el incidente se ha referido extensamente a la libertad de expresión. Pero dichos comentarios dejan de lado el punto más profundo, el atinente a que la ”libertad de expresión” y el ”financiamiento mediante impuestos” son conceptos antagónicos.

Primero, los acontecimientos del incidente de Huffman:

El 10 de marzo, un evento intitulado “Patriarchy Slam” fue celebrado por la radical Feminist Action League (FAL) en una sala reservada por un segundo y reconocido grupo estudiantil. (Lo significativo de esto, es que el salón libre fue utilizado en violación a la política de la UNH.) Afiches por todo el predio universitario anunciaban al mismo como un evento público, sin ninguna indicación de que fuese “Solo para Mujeres.”

En el Patriarchy Slam se expresó un radical feminismo anti-masculino. Por ejemplo, algunas integrantes de la FAL lucían tijeras alrededor de sus cuellos al mismo tiempo que cantaban alabanzas a la castración. Una miembro, quien se identificó a sí misma como Mary—Odiar a los Hombres es Divertido, le dijo a la concurrencia, “Desde que aprendí a comprender mi naturaleza feminista, descubrí un gran regocijo en el hecho de amenazar las vidas de los hombres… en virtud de que los veo como lo que son: seres misóginos, sexistas, opresivos y absurdamente patéticos, que solamente sirven para ensuciar y para contaminar a este mundo…”

Huffman sostiene que la coordinadora le aconsejó que “como hombre se encontraría intimidado.” Así, cuando se dio inicio al segmento a micrófono abierto, se lo instruyó a Huffman para que se retirase, aún cuando no había provocado interrupción alguna. Otros hombres permanecieron en la sala pero, según Huffman, le dijeron que los mismos tenían “fidelidad para con la FAL.”

Además, explica, la FAL “confiscó mi programa….Evidentemente, no desean que el público conozca lo que se dijo esa noche…. Lo que yo oí…fue una manifestación de odio.”

Huffman es un periodista del periódico estudiantil conservador Common Sense, el cual se financia de manera privada; la FAL afirma que él fue excluido en su carácter de periodista, no por ser hombre. Pero, entonces, ¿por qué le fue permitido permanecer en la sala a Shannon O”Neil, una periodista mujer del The New Hampshire?

Además, Anne Lawing, vicepresidenta de asuntos estudiantiles, comenta, “Este era un evento público, y el apartar a alguien del mismo es algo simplemente erróneo. Si usted es un hombre no debería ser apartado… si es un reportero, no debería ser apartado.”

Lawing también plantea la cuestión de la libertad de expresión. “Estamos hablando de sus derechos [lo derechos de la FAL] y de la Primer Enmienda.”

Lawing está lisa y llanamente equivocada. Las integrantes de la FAL no poseen ningún derecho de la Primera Enmienda a expresarse a expensas del contribuyente en un lugar de reunión que ha sido obtenido de modo inapropiado. La FAL no posee ningún derecho de la Primera Enmienda a excluir de una propiedad pública a “otros” que se comportan con corrección, en virtud de sus puntos de vista. (La integrante de la FAL, Nicole Whalen, destacó más tarde, “las mujeres no deseaban hablar delante de él [de Huffman]” debido a que “sabíamos que era un escritor conservador de ”Common Sense”, y sabíamos que sus intenciones no eran genuinas”.)

Cuando se le preguntó si sería tolerado un evento organizado por una fraternidad de muchachos que convocase a la mutilación de los órganos genitales femeninos, Lawing respondió, “Tenemos mucha información que da cuenta que las fraternidades han sido violentas con las mujeres en el pasado y que los ejemplos de casos de mujeres siendo violentas con los hombres acontecen muy infrecuentemente.”

De nuevo, Lawing está plenamente errada. La investigación desprejuiciada, muestra que las mujeres cometen actos de violencia con una frecuencia significativa. Además, la llamada “expresión de odio” solamente se vuelve justiciable en la UNH si es acompañada de un antecedente de agresión criminal.

Los hipotéticos no son necesarios.

El pasado otoño, otro estudiante de la UNH, Timothy Garneau, fue expulsado de su dormitorio y tuvo que dormir en el automóvil de un amigo por pegar unos volantes en el pasillo del edificio, cerca del ascensor. En el mismo se leía, “9 de cada 10 alumnas de primer año sube entre 10 y 15 libras de peso [el notorio alumno de primer año 15.] Pero hay algo que puedes hacer al respecto. Si vives por debajo del piso 6º utiliza las escaleras. No solamente te sentirás mejor contigo mismo sino que también nos estarás ahorrando tiempo y no serás una llaga en los ojos.”

Garneau no poseía historia alguna de violencia. A pesar de ello, exigió la intervención de la Foundation for Individual Rights in Education, con su considerable peso legal, a fin de recuperar su alojamiento.

¿Violó la UNH la libertad de expresión de Garneau? No lo sé, dado que no tengo en claro el concepto de qué es lo que significa la libertad de expresión en una propiedad sufragada mediante impuestos.

La libertad de expresión en la esfera privada significa que usted tiene el derecho de expresarse a su propia costa. Pero todos están obligados a pagar por el campo universitario de la UNH y, por lo tanto, todos deberían tener idéntico derecho de hablar. Esa es la teoría.

Pero la implantación de esta teoría es una imposibilidad. Un podio es un bien limitado que debe ser ”asignado” por las autoridades. En la UNH y en la mayoría de los recintos universitarios, un puñado de autoridades ha adoptado políticas que censuran la expresión que es discriminatoria, la “manifestación de odio,” o de otra forma ofensiva. Esto a menudo no significa otra cosa que la expresión de lo que ellos no aprueban.

Resumiendo, incluso si fuese posible un acceso ilimitado a los escasos podios, las autoridades no lo permitirían. Esta es la contradicción inherente al hecho de intentar reconciliar a los términos ”libertad de expresión” y ”financiamiento mediante impuestos”.

La solución es simple: privatizar. Así como el periódico conservador de Huffman es financiado de manera privada así, también, deberían ser obligadas las feministas que esgrimen tijeras a financiar su propia agenda en favor de la castración.

Eso sería libertad de expresión. Eso constituiría el ejercicio de los derechos de la Primera Enmienda.

Traducido por Gabriel Gasave

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