Putin ya ha perdido la guerra

7 de March, 2022

La guerra en Ucrania se encuentra aún en sus primeras etapas, pero es probable que Rusia ya haya perdido. El famoso teórico de la guerra Carl von Clausewitz nos dijo que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. La palabra clave aquí es “medios”. En otras palabras, las guerras deberían tener un objetivo político claro sobre lo que se supone que debe lograr el uso de la fuerza. Los objetivos bélicos de Vladimir Putin parecen confusos. Del mismo modo, las sanciones económicas de represalia de Occidente intentan utilizar la coerción económica para alcanzar un fin político (el cambio de la política rusa). Sin embargo, al aplicar violencia o coerción económica, los seres humanos, a pesar de que lo que está en juego suele ser mucho, pueden distraerse con quién está ganando la guerra sobre el terreno o cuánto sufrimiento económico han causado las sanciones, solamente para perder de vista si el fin político está siendo o no alcanzado.

En el caso de las sanciones económicas, históricamente, sin importar cuan severas sean económicamente, no suelen tener mucho éxito a la hora de lograr un cambio político sustancial en el país intimidado, tal como la sustitución del régimen, un cambio social significativo o una drástica modificación de la política exterior; por ejemplo, motivar a Saddam Hussein a retirarse de su invasión de Kuwait en 1990. Por lo tanto, la mala noticia es que cualquier expectativa de que las duras sanciones impuestas a Putin o a Rusia motiven la retirada de las fuerzas rusas de Ucrania probablemente se verá defraudada.

La buena noticia es que Putin probablemente ya ha perdido la guerra políticamente, sin importar si finalmente somete a Ucrania. Gran parte de la satisfacción o la desdicha humana surge de la falta de correspondencia entre la realidad y las expectativas. En este caso, se esperaba que el competente ejército ruso dominara rápidamente a las fuerzas militares y de defensa territorial ucranianas, mucho más débiles, y que probablemente decapitara al gobierno ucraniano. Puede que los rusos acaben haciendo ambas cosas, pero la palabra clave aquí es “rápidamente” y eso no ocurrió. Días después de la invasión, las fuerzas rusas se han visto frenadas por una resistencia ucraniana más feroz de lo esperado. Además, las lisonjeadas fuerzas armadas rusas no han sido capaces de establecer rápidamente una superioridad aérea sobre el campo de batalla; aparentemente no pudieron combatir durante la noche; han perdido muchos vehículos blindados debido a que sus reclutas no descienden de los mismos para reprimir a los ucranianos con misiles anti-blindaje disparados desde el hombro; han seguido un plan de batalla demasiado complicado de atacar en muchos frentes, cada uno de los cuales requiere apoyo de fuego desde tierra y aire y un tren logístico separado; y han tenido problemas logísticos, con vehículos estancados que se quedaron sin combustible o se averiaron, supuestamente en virtud de que los rusos esperaban una victoria rápida y no llevaron suficientes provisiones.

Así pues, el inesperado (al menos inicialmente) desempeño militar de Rusia y la igualmente sorprendente resistencia de Ucrania ha entusiasmado a los ucranianos y al mundo, y ha hecho que los defensores luchen con más ahínco, a la vez que al parecer ha enfurecido a Putin. Se espera que los militares rusos acaben triunfando, pero el grado de movilización de la sociedad ucraniana puede presagiar una larga y cruel guerra de guerrillas, como la llevada a cabo por los muyahidines afganos, que expulsaron a la Unión Soviética de ese país a finales de la década de 1980. Si la guerra pasa a la fase de guerrillas, la ventaja podría ser para los ucranianos, que están luchando por su patria y pueden esperar más que Putin, quien aparentemente ya tiene una guerra impopular en sus manos, incluso antes de que los costes de vidas y dinero empiecen a aumentar a medida que se prolonga.

Pero incluso si los rusos acaban imponiéndose, los ucranianos ya han ganado el juego de las expectativas. Esta no sería la única vez que una gran potencia gana la guerra militarmente y la pierde políticamente. Los franceses ganaron una guerra de contrainsurgencia en Argelia a principios de la década de 1960, pero Argelia consiguió su independencia política de todos modos. Del mismo modo, en Sudáfrica, a principios del siglo XX, los británicos utilizaron tácticas brutales para ganar militarmente una guerra contra los boers de ascendencia holandesa, sólo para verse obligados a conceder su independencia poco después. De las tres guerras que frustraron a los británicos al tratar de someter a Afganistán en el siglo XIX y principios del XX, ganaron la tercera militarmente, pero perdieron políticamente, y los afganos obtuvieron el control de su política exterior. El alabado ejército israelí ganó la guerra de 1973 contra los árabes, pero los egipcios lo hicieron mejor de lo esperado, ganando políticamente. Por último, puede decirse que el Norte ganó la Guerra Civil de Estados Unidos militarmente, pero perdió la paz políticamente, condenando la reconstrucción y relegando a los afroamericanos a todo un siglo de opresión, que sólo mejoró gracias al movimiento de los Derechos Civiles, en gran medida pacífico, de los años cincuenta y sesenta. Más recientemente, las victorias iniciales en Afganistán e Irak del ejército estadounidense, el mejor del mundo, terminaron en una desastrosa guerra de larga duración contra las guerrillas, el tipo de guerra más político.

Si Putin es inteligente, intentará reducir sus pérdidas y retirar inmediatamente sus fuerzas de Ucrania. Sin embargo, es probable que eso no ocurra. En su furia, si intenta someter completamente la segunda masa de tierra más grande de Europa que contiene 44 millones de ucranianos, especialmente utilizando tácticas de tierra quemada que matan a muchos civiles bombardeando ciudades o empleando bombas termobáricas (extremadamente potentes), claramente se enfrentará a una larga guerra de guerrillas con furibundos ucranianos y a un aislamiento casi completo del mundo. Incluso puede resultar herido políticamente en su país o ser expulsado del poder. Por lo tanto, como han experimentado muchas grandes potencias arrogantes en el pasado, aun una victoria inicial de Rusia en lo militar será una pérdida en lo político.

Traducido por Gabriel Gasave

  • es Asociado Senior en el Independent Institute y Director del Centro Para la Paz y la Libertad del Instituto.

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