Uno de los aspectos que más afligen de la reciente protesta contra el FMI/Banco Mundial en la ciudad de Washington D.C., es el análisis poco sofisticado, en términos políticos, ofrecido por los principales medios periodísticos. El análisis conservador es incluso peor.

El acontecimiento exige una evaluación equilibrada y sopesada del debut político más significativo del siglo XXI: a saber, la aparición de un movimiento anti-globalización diverso y masivo que está utilizando con eficacia estrategias no-violentas en las ciudades americanas más importantes. Hay mucho que aprender de las tácticas del movimiento y más aun que temer de su contenido. Desafortunadamente, la opinión publica mayoritaria parece no hacer ni lo uno ni lo otro.

Los partidarios del mercado libre se encuentran en una posición única para contrarrestar la filosofía anti-capitalista y anti-tecnología de los manifestantes. En principio, nos damos cuenta de que hay tres y no dos jugadores en la escena política: los anti-capitalistas, el Estado, y los adherentes a una consistente teoría del libre-mercado. Sabemos que un ataque contra las metas de los manifestantes no debe ser una defensa del Estado, del FMI/Banco Mundial, o de la policía, porque todos ellos son enemigos de la libertad individual. Después de todo, estas instituciones de “Bretton Woods” fueron la creación de John Maynard Keynes, la principal fuerza intelectual del siglo detrás del intervensionismo económico.

Pese a esta oportunidad, nadie parece estar argumentando a favor de los beneficios de la verdadera globalización—beneficios tales como crecientes estándares de vida y de salud. De hecho, nadie parece estar definiendo claramente la verdadera globalización: a saber, la abolición de todas las barreras comerciales y privilegios. Sostener tal definición es el único medio eficaz para contrarrestar la creciente asociación entre el globalismo y la opresión.

La corriente predominante en los medios de comunicación, sin embargo, se ha desviado, analizando el conflicto anti-globalización como un conflicto entre los manifestantes y la policía, con victoria para la policía. Por ejemplo, el lunes 17 de abril, un relato de Reuters por Mark Egan ofrecía el siguiente titular: “Finaliza Protesta Anti-FMI, El Total de Arrestos llega a 1.300” . Se citaba al Jefe del Departamento de Policía de Washington D.C., quien afirmaba: “Nunca he visto a un departamento de policía operar tan eficientemente.”

El resto de la prensa predominante parecía convenir en que la policía de Washington D.C. era responsable de la relativa no-violencia de esta protesta contra el FMI/Banco Mundial. Además de dar crédito a la policía por la no-violencia, el artículo de Egan señalaba: “la policía permitió a grupos pequeños cruzar la barrera.... Eventualmente 400 personas atravesaron las barricadas ofreciéndose para un “arresto pacífico.” Repetidamente los medios divulgaron que la mayoría de los manifestantes cantaban a los policías y les arrimaban ramos de flores.

Luego aplaudieron a la policía, que arrestó a personas por actividades esencialmente pacíficas, tales como “reunirse ilegalmente” y “desfilar sin un permiso.” The New York Times publicó una crónica de primera página (17/04/2000) felicitando a la policía por cerrar las oficinas centrales de los manifestantes preventivamente (ilegalmente) y por arrestar a centenares bajo cargos menores.

Fuentes noticiosas alternas pusieron un sesgo interesante en el espectáculo. El Servicio Noticioso de A-Infos—“Noticias por, para y acerca de los anarquistas” - reporteó que los periodistas habían gritado a los manifestantes “¿Qué son ustedes, llorones? ¡Rompan Algo!” A-Infos comentó: “Cientos de enmascarados anarquistas, con vestimentas negras, adoptaron la táctica Gandhiana de la resistencia no-violenta durante las protestas contra el FMI/Banco Mundial en Washington el 16 de abril, uniéndose a otros manifestantes que formaban cadenas humanas para bloquear los cruces de calles, entonaban canciones y tocaban instrumentos musicales, y saludaban a las líneas de policías antimotines pesadamente armados al canto de “todo lo que hacemos, lo hacemos porque los amamos.””

A continuación decía: “Los medios noticiosos, frustrados ante la falta de imágenes de violencia y destrucción, tomaron revancha de la única manera que sabían: declararon al acontecimiento como una victoria para la policía.” Concluyó A-Infos: “Es difícil leer la cobertura de la prensa como cualquier cosa que no sea un intento de asegurarse que la próxima vez, las vidrieras de las tiendas sean nuevamente rotas.”

Las aseveraciones de la prensa alterna nunca deben ser enteramente tragadas. Y los manifestantes izquierdistas, cuyas metas son generalmente antagónicas a la libertad individual, no deben ser honrados. En cambio, deben ser vistos claramente por lo que son. La mayoría de los manifestantes no están fundamentalmente en contra del Estado, porque utilizarían a esa institución si la misma promoviese sus metas. Los manifestantes están contra un mercado libre global. Desafortunadamente, los medios de prensa predominantes no captan la política o la importancia del espectáculo de Washington.

La importancia: en su pico, la protesta atrajo a unas 20.000 personas aproximadamente, políticamente diversas, muchas de las cuales viajaron una distancia substancial y casi todas ellas eran no-violentas. Durante días, la gente se manifestaba en las calles de una de las ciudades americanas más importantes y se ofrecía voluntariamente para ser arrestada. Por otra parte, aquellos arrestados no eran todos delirantes radicales. Ellos incluían a Carol Guzy, por ejemplo, el fotógrafo que ganó tres veces el Premio Pulitzer para The Washington Post. Los no-arrestados incluían a la actriz Susan Sarandon y al actor Tim Robbins.

El carnaval político no ha terminado. Los organizadores de la protesta anunciaron su intención de celebrar manifestaciones similares en Filadelfia y en Los Ángeles más adelante este año, con ocasión de las convenciones políticas Republicana (Filadelfia) y Demócrata (Los Ángeles) que se llevarán a cabo. (Flashes de recuerdos de la Convención Demócrata de 1968 en Chicago.)

Cheri Honkala, Director del Sindicato de los Derechos del Bienestar de Kensington predijo que cerca de unas 30.000 personas celebrarían una sentada el día de la apertura de la Convención Republicana (Del 31 de julio al 3 de agosto). Honkala ofreció un refrescante e inteligente análisis político: “Pongámoslo de esta manera. Va a ser un verano caliente en Filadelfia. Los contratos del sindicato de la ciudad están terminados, los niños se encuentran fuera de la escuela y hay gente lastimada en Estados Unidos que va a venir a Filadelfia a cerciorarse de que alguien sepa de ello” Honkala fue solamente uno de los aproximadamente 500 manifestantes que viajaron desde Filadelfia a Washington D.C. para tratar de todo, desde instalaciones fabriles que explotan a sus trabajadores hasta la investigación sobre el SIDA.

Del todo, la protesta de Washington fue una extraña reminiscencia de los albores del movimiento contra la guerra de Vietnam, incluyendo el “festival teatral” callejero con marionetas gigantes en lugar del “teatro guerrillero” con actores vivos. La atmósfera festiva en-su-cara trajo un mensaje familiar a los jóvenes: ¡es divertido rebelarse!

Las protestas contra el FMI/Banco Mundial en Seattle y Washington bien pueden estar señalando un amplio y poderoso contragolpe del pueblo contra el “materialismo” de los años 80 y de los 90, durante el cual se dice que los ricos del mundo han institucionalizado su explotación de los pobres del mundo.

Como declarara la manifestante Dorothee Benz, “Enviamos un mensaje de que los negocios no se darán, como hasta ahora, en estas instituciones neo-coloniales, neoliberales nunca más.”

Analizando la protesta de Washington, sin embargo, los medios se concentran fundamentalmente en dos aspectos de los manifestantes: su comportamiento excéntrico y la gama amplia de sus ideas. De hecho, los informes sobre la vestimenta y el comportamiento de manifestantes se asemejan otra vez a aquellos de fines de los años 60.

Los informes actuales pierden la significación del movimiento anti-globalización tanto como los más viejos seguramente no “captaron” al incipiente movimiento pacifista. Por ejemplo, mucho se dijo de las mujeres que “desfilaron” con sus pechos descubiertos en Washington, una de las cuales tenía el slogan “Haz el amor, no la deuda” escrito en su pecho.

Una historia de Reuters (14/04/00) reportaba falsamente, “Un camión ostentando el slogan WWW.MEATSTINKS.COM vació una carga de cuatro toneladas de abono....El conductor, vestido con un disfraz de vaca, fue arrestado. . . . “Quédense allí, ésta es la escena del crimen” dijo un policía a los espectadores cerca de la pila de abono. Un grupo de manifestantes se reunió fuera de la embajada Mejicana y gritó “Viva Zapata!” Tales relatos parecen demasiado tontos o extremos para tomarlas seriamente.

Con todo, lo que ellos están mostrando es la diversidad de la expresión y de las causas que se están aglutinando para superar sus diferencias, en la búsqueda de una causa común: la anti-globalización. Están demostrando la fuerza de este movimiento.

La prensa conservadora ha sido más virulenta en su despedida de los manifestantes. En el popular centro Intellectual Capital, James Pinkerton—un hombre del mundillo político de Washington D.C.—describió variadamente a los manifestantes como: “pastosos vagabundos que le quitan tiempo a... Vassar”, “reliquias barrigonas, de barbas canosas en camisetas de Grateful Dead,” “provocadoras y vulgares jovencitas”, “mujeres fláccidas [de mediana edad] que descubrían sus pechos.” Nuevamente Pinkerton no se percata de que está describiendo el increíble potencial de los manifestantes: son una masa increíblemente diversa de personas, que están dispuestas a ser arrestadas juntas. Por otra parte, por cada persona deseosa de ir a la cárcel, hay ciertamente casi docenas o centenares de otras que condescendientemente apoyan sus acciones.

La anti-globalización puede unir a grupos que parecen no tener ningún lazo en común. Los manifestantes incluyen a vegetarianos, anarquistas, radicales de las derechos de los animales, feministas, cruzados de la pobreza, activistas del SIDA, sindicatos, socialistas... En un artículo (17/04/00) intitulado “Manifestantes Financieros, un Grupo Diverso,” el escritor de Associated Press Will Lester capturó la diversidad y la concordancia en dos citas.

“Me opongo completamente al globalismo patrocinado corporativamente,” dijo un profesor de 54 años. Un miembro de los trabajadores siderúrgicos agregó, “La concordancia es un sentimiento de la postura anti-control corporativo” En los años 60, las protestas pacifistas incluían a monjas, hippies narcotizados, madres preocupadas, autores conocidos, veteranos de guerra, artistas activistas de las derechos civiles y radicales profesionales—todos marchando como uno. Cualquier persona sana debe temerle a un movimiento izquierdista que pueda unir a gente de todos los estratos de la sociedad y sacarlos a la calle de a decenas de miles.

Dos elementos adicionales aumentan la semejanza entre los movimientos contra la guerra y los anti-globalización. Primero, esfuerzos bien organizados—pese a que no siempre centralmente organizados. En segundo lugar, un contragolpe de la policía que generará tanto mártires como la simpatía pública.

En relación con el primer elemento, el de la organización: el movimiento anti-globalización se está organizando y está haciendo un trabajo fino en ello. De su presencia en Washington, Honkala señaló, “No estábamos allí para llevar señales sino cuadernos, porque deseamos estudiar cada aspecto del liderazgo, de las multitudes y de la policía.”

Los titulares del periódico pueden haber declarado en voz alta que la policía de Washington ha aprendido de la experiencia de Seattle, pero los manifestantes también aprendieron y continuaron haciéndolo. Por ejemplo, en Seattle, algunos meses antes, varias docenas de anarquistas atacaron deliberadamente la propiedad de las “culpables” corporaciones multinacionales. Fueron en gran medida estos ataques los que justificaron a los ojos del público el llamado a la guardia nacional. En Washington, los anarquistas decidieron conscientemente evitar esta táctica.

El entrenamiento y los preparativos para las próximas protestas en Filadelfia serán particularmente extensos. Por ejemplo, varios grupos han demandado a la ciudad para asegurar el espacio en el cual celebrarán las manifestaciones. Esto fue necesario debido a que el Comité Nacional Republicano había otorgado un monopolio -- el derecho de la primer opción - en virtualmente cada espacio abierto en la ciudad. Mientras tanto, los activistas de Filadelfia y de Los Ángeles han asistido según se informa, a una forma de “campo de entrenamiento” conducido por quienes organizaron las protestas de Seattle y de Washington.

La segunda semejanza con el movimiento pacifista ha sido la respuesta de la policía. Aunque los manifestantes han anunciado intenciones no-violentas para el futuro, la respuesta del Jefe de la policía de Washington es indicativa. “[S]i este mismo grupo de individuos [como en Washington] elige visitar cualquiera de estas dos convenciones, tendrán [la policía] problemas.” La policía en ambas ciudades está haciendo preparativos. Especialmente en Filadelfia, son proclives a reaccionar con incluso menos restricciones que las demostradas por la fuerza de Washington.

Incluso en Washington la policía desgraciadamente fracasó en controlar a los manifestantes. Considere el encarcelamiento de aquellos arrestados. A-Infos News reportó (21/04/00): “Aproximadamente 1.350 manifestantes han sido arrestados durante los pasados tres días.... Tres fueron acusados de delitos graves, el resto de delitos menores.” Los organizadores de la protesta tenían un equipo legal que atendió rápidamente las necesidades de los encarcelados, los que negociaron como un bloque sólido.

Por ejemplo, en “la tarde del jueves las autoridades procuraron llevarse a los manifestantes contra su voluntad a una audiencia de conciliación, donde serían sumariamente dejados en su propio reconocimiento, limitando la fuerza del esfuerzo de la solidaridad. Las mujeres en custodia se quitaron sus ropas como medida extrema para prevenir esto.” La policía no tuvo ninguna respuesta eficaz.

Al día siguiente, A-Infos se regodeó “Las autoridades de D.C. Se rinden a los Manifestantes”, “Solidaridad Carcelaria”. . . . La capitulación de las autoridades fue el resultado de un proceso preplaneado de “solidaridad carcelaria” por el cual los presos callaron sus nombres mediante el ejercicio de su derecho de la Quinta Enmienda de guardar silencio, y sobrecargó al sistema con su no cooperación al unísono. Aquellos prisioneros, cooperando de alguna manera, modo o forma con lo que consideraban ser un “corrupto y opresivo estado policial” correrían contra su conciencia.”

Katya Komisaruk, una abogada integrante del equipo legal de los manifestantes exclamó: “La solidaridad es virtualmente imparable. Sobre las Convenciones Nacionales Republicanas y Demócratas de Filadelfia y Los Ángeles.”

Los departamentos de policía en esas ciudades, harán frente a la misma opción que la policía de Washington. 1) Permanecer no-violentos y, así pues, ser desbordados y ridiculizados por los manifestantes que son por lejos mejores en la no-violencia. 2) Reaccionar con una brutalidad tal, que está casi garantizado que hará brotar la simpatía por los golpeados manifestantes pacíficos entre un público de otro modo desinteresado. En última instancia, una protesta masiva no-violenta es una estrategia contra la cual la policía no puede ganar.

Ellos pueden aparecer solamente como “los ganadores” por un corto período de tiempo a través de los medios de prensa que enuncian esto como un veredicto. Con todo, esta contra-estrategia es un error peligroso porque enceguece a la gente con el poder del movimiento anti-globalización.

Irónicamente, aquellos que tienen más que perder con los movimientos izquierdistas—los partidarios del mercado libre—se encuentran entre los que menos seriamente los toman. No parecen ser capaces de mirar más allá del montón de marionetas teatrales y del festival que caracterizó a la protesta de Washington. Tal miopía oscurece el aspecto central de ese acontecimiento: se está emprendiendo una guerra ideológica. Es una guerra de ideas, incluso si esas ideas se encuentran garabateadas a lo largo de los pechos descubiertos.

Aquellos que defienden el mercado libre son los únicos que pueden atacar consistentemente a la ideología de los manifestantes, sin defender al Estado. Si nos entregamos a la lujuria de complacientemente reírnos entre dientes del movimiento anti-globalización, la realidad política nos morderá por detrás.

Traducido por Gabriel Gasave


Wendy McElroy es Investigadora Asociada en the Independent Institute y directora de los libros del Instituto, Freedom, Feminism and the State y Liberty for Women: Freedom and Feminism in the Twenty-first Century.