Otra falla de la inteligencia

4 de August, 2003

A la luz de las masivas fallas de las agencias de inteligencia estadounidenses para evitar los acontecimientos del 11/09/2001, uno pensaría que los políticos se encontrarían impacientes por probar nuevas y mejores instituciones. No obstante, cuando uno de tales esfuerzos innovadores fue recientemente propuesto—el Mercado del Análisis Político (PAM su sigla en inglés)—los senadores Ron Wyden (Demócrata por Oregon) y Byron Dorgan (Demócrata por Dakota del Norte) caracterizaron la idea como un “mercado del terror” y antes de que la misma pudiese ser debatida racionalmente— por no decir probada—el programa fue terminado.

Las ideas detrás de los mercados de la política son simples y poderosas. Los mercados consolidan y comunican bien la información dispersa entre múltiples individuos. Las empresas, los economistas y el público han mirado por mucho tiempo a los mercados para ayudar a entrever el futuro. Las líneas aéreas observan el precio a futuro del petróleo para intuir el efecto de la guerra en Irak sobre el abastecimiento de combustible, Wall Street contempla las tasas de interés para ayudarse a predecir las acciones futuras por parte de la Reserva Federal, un economista incluso ha utilizado los precios a futuro del jugo naranja para ayudarse a predecir el clima en la Florida.

La mayoría de los mercados son principalmente para comerciar, con la información como un subproducto. Pero en años recientes han sido creados mercados específicamente con el propósito expreso de capturar y de recopilar a la información.

El más conocido de estos mercados de “información” o de “predicción” es el Mercado de Valores Políticos de Iowa en funcionamiento. El mercado de Iowa les permite a los comerciantes utilizar dinero real para comprar y vender “participaciones” de candidatos políticos. Una participación en George W. Bush, por ejemplo, paga $1 si el Presidente Bush gana la próxima elección y nada si no lo hace. Si el precio de mercado por una acción de Bush es de 75 centavos, esto sugiere que los participantes del mercado consideran que el Presidente Bush tiene una posibilidad del 75 por ciento de ganar la próximas elecciones.

En sus 15 años de experiencia, el Mercado de Valores Político de Iowa ha probado ser más exacto que las tradicionales técnicas de sondeo para predecir las elecciones estadounidenses y extranjeras, las primarias y otros acontecimientos políticos. Los mercados de Iowa han superado ellos mismos la prueba del mercado—en elecciones apretadas los comerciantes de bonos profesionales, quienes a menudo tienen millones de dólares dependiendo de las políticas económicas post-electorales, monitorean a los mercados de Iowa en búsqueda de evidencia acerca de los acontecimientos futuros.

La industria privada—tradicionalmente la que más tempranamente adopta las ideas innovadoras—ha sido también mucho más receptiva a la nueva idea de los mercados de información que el Senado. Hewlett-Packard ha utilizado un mercado de información para predecir las ventas futuras de hardware. HP había empleado encuestas tradicionales y cuestionarios para descubrir esta información pero halló que sus métodos no estaban transportando adecuadamente las expectativas colectivas de su fuerza de ventas— y ciertamente no en un formato fácilmente digerible y administrable. HP descubrió que los mercados de información predecían las ventas reales significativamente mejor que sus pronósticos oficiales.

El problema que enfrentaba HP, de recoger y agregar fielmente la información proveniente de los agentes de campo y de transportar esa información a los tomadores de decisiones, es exactamente el mismo problema enfrentado por nuestras agencias de inteligencia.

Predecir las ventas futuras de impresoras no es lo mismo que predecir los acontecimientos relacionados con el terrorismo, pero las diferencias no son tan grandes como uno podría en principio imaginarse. Al contrario de las impresiones en los medios, el propósito primario del PAM no era el de predecir acontecimientos individuales de terrorismo sino en cambio predecir elementos que rodean al el terrorismo, tales como las tasas de crecimiento económico de los países del Oriente Medio, la inestabilidad política, la y actividad militar.

Asimismo, nuevos métodos combinatorios ideados por Robin Hanson—el arquitecto en jefe del PAM—debían ser utilizados para ayudar a predecir los acontecimientos condicionales sobre las acciones de los EE.UU. ¿Qué ocurriría con el malestar en el Oriente Medio si los estados Unidos retirasen sus tropas en Arabia Saudita? ¿Cómo cotizaría políticamente Jordania si la “hoja de ruta” fuese exitosamente implementada? ¿Las muertes a causa del terrorismo se incrementarían o disminuirían si los EE.UU. invadiesen Siria?

Si los mercados de información pueden ayudar a los comerciantes de bonos profesionales y a las empresas ¿por qué no a los analistas de riesgo de la seguridad? A pesar de ser atacada por los senadores que se comunican con eslóganes, la evidencia sugiere fuertemente que este enfoque innovador para la recopilación y el procesamiento de la inteligencia hubiese podido mejorar la capacidad de los servicios de inteligencia. Al respeto, el PAM podría ser útil a las firmas privadas tales como las compañías de seguros, las agencias de viajes y las firmas que realizan negocios en el Oriente Medio y en otras partes.

Tal como con tantas otras ideas, las firmas privadas pueden emplear el enfoque del PAM antes de que el gobierno considere su valor.

Los críticos del Mercado del Análisis de la Política lo rechazaron como un “juego” frívolo. Pero décadas de investigación económica experimental—conducida por Vernon Smith [miembro de la Junta Consultiva del The Independent Institute] quien recibiera el Premio Nobel por sus contribuciones—han demostrado que el exigirles a los participantes “poner su dinero detrás de sus palabras” los motiva para pensar seriamente acerca de los acontecimientos sobre los que están apostando y de esa manera conduce a mejores predicciones.

Los críticos también dijeron que los mercados tenían mal gusto. Es cierto que los mercados PAM trataban con cosas desagradables, pero ésa es la naturaleza fundamental del negocio de la inteligencia. Cada decisión que el Presidente toma con respecto a la seguridad es una jugada que involucra dinero y vidas. Los adultos sabemos esto y no nos conmovemos cuando algunas de las jugadas son cuantificadas explícitamente.

Dijimos anteriormente que los mercados requerían que los individuos pusiesen su dinero allí donde están sus bocas, pero otra ventaja es que estos mercados permiten que los comerciantes pongan su dinero allí donde no están sus bocas. El fenómeno del sí-señor significa que la información no escala desde el terreno hasta los tomadores de decisiones. Y a veces los jefes no desean oír lo que el terreno tiene que decir. ¿Se acuerda de los analistas de la CIA y del FBI quienes reiteradamente procuraron señalarles sus preocupaciones acerca del terrorismo a sus superiores pero fueron desdeñados? En contraste, un PAM produciría un número público y fácilmente comprendido que sería difícil de ignorar.

¿Alentarían estos mercados el terrorismo? Por supuesto que no. Primero, las apuestas efectuadas en estos mercados debieran estar limitadas a $100—lo suficiente como para hacer pensar seriamente a los comerciantes acerca de sus apuestas pero no lo bastante como para motivar a algún terrorista. En segundo lugar, debería ser obvio que si los terroristas desean hacer dinero pueden hacerlo más fácilmente y más anónimamente tomando posiciones en los mercados financieros reales—tristemente, por ejemplo, hubiesen podido vender por adelantado las acciones de las línea aéreas antes del 11/09/2001.

Los mercados, por supuesto, como todas las instituciones, no son perfectos. En vez de predecir los réditos futuros, los precios de mercado de muchas acciones punto.com parecían reflejar la creencia en la teoría del tonto mayor. Pero la cuestión no es si los mercados son perfectos sino cómo se comparan con otras instituciones.

¿Es el actual sistema de inteligencia estadounidense perfecto? Obviamente no. De hecho, uno podría incluso sospechar que incluso una santificada institución tal como el Senado a veces actúa de manera absurda.

Traducido por Gabriel Gasave

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