Preservar el “legado de Reagan” podría costarle mucho los contribuyentes

1 de June, 2001

El Secretario de Defensa Donald Rumsfeld dijo en un encuentro de ministros de defensa de la OTAN que los Estados Unidos se inclinan por desplegar un sistema de defensa misilístico antes de que las pruebas del mismo finalicen. La administración Bush está considerando la posibilidad de un esfuerzo acelerado para desplegar un sistema de misiles antibalísticos improvisado para finales del mandato de Bush en 2004. Tal despliegue satisfaría una promesa de la campaña y demostraría la determinación de la administración para implementar un sistema. También sería una pérdida irresponsable del dinero de los contribuyentes.

El Partido Republicano, auto-descrito como el partido del gobierno pequeño, mira de vez en cuando al contribuyente (por ejemplo, la reducción de impuestos por $1.350 millones de la administración Bush), pero nunca respecto de temas de defensa, y especialmente nunca respecto de la defensa misilística–herencia de Ronald Reagan. Los funcionarios en las administraciones republicanas creen que no existen límites a las partidas para el despliegue de misiles defensivos o a los fajos de efectivo que deberían ser malgastados para llevarlo a cabo.

La Oficina de Contabilidad General, un perro guardián del Congreso, ha advertido en varias ocasiones que la “concurrencia” en programas armamentísticos–es decir, apresurar la producción y el despliegue de modo que se superpongan el desarrollo y la prueba–conduce en última instancia a programas que cuestan mucho más y lleva más tiempo implementar sistemas eficaces. Debido a que los programas de armas de alta tecnología fracasan a veces durante las pruebas, deben ser probados a fondo bajo condiciones realistas antes que se tome una decisión de producirlos y desplegarlos. De lo contrario, cuando las pruebas evidencian defectos en el diseño–como lo hacen comúnmente–es probable que el armamento necesite experimentar un reajuste costoso y despilfarrador de tiempo a expensas del contribuyente. La concurrencia tiene lugar en muchos programas de armamentos porque los mismos son apresurados por razones políticas. Cuanto más lejos un programa se encuentra en el proceso de adquisición–incrementando el dinero que fluye a las industrias de defensa en estados y distritos legislativos–más apoyo político tendrá el mismo contra su terminación.

Un ejemplo reciente de las consecuencias de la concurrencia es ilustrativo. El avión V-22, empleado para transportar a los Infantes de Marina desde las naves hasta la tierra durante un asalto anfibio, fue probado de manera insuficiente antes de ingresar en una producción limitada. El avión se ha estrellado debido a que su sistema hidráulico fue pobremente diseñado. El apoyo político en el Congreso condujo a una reciente decisión de continuar produciendo este avión defectuoso a un bajo ritmo hasta que su diseño puede ser reparado. El rediseño insumirá dos o tres años y los contribuyentes lo financiarán.

El potencial para las dificultades con la concurrencia en materia de la defensa misilística es mucho mayor al de otros programas de armamentos. La Defensa Misilística Nacional (NMD sus siglas en inglés) es el programa de armamentos más complejo jamás emprendido. Además, debido a que la defensa misilística es un símbolo del legado de Ronald Reagan, la presión política para desplegar cualesquier sistema–ya sea que funcione o no–es intensa. Finalmente, la actitud arrogante por parte de los funcionarios de la administración Bush sobre la eficacia probable del sistema demuestra que, para ellos, la NMD es principalmente un símbolo político para el consumo interno y sólo secundariamente un sistema para proteger a la nación: “Es una pregunta simple: ¿Es algo mejor que nada?” dijo un funcionario de alto nivel del departamento de Defensa. “El presidente y el Secretario [de Defensa] han dicho bien claro que creen que una cierta defensa misilística en un plazo cercano es de hecho mejor que nada.”

La única razón válida para apresurar la producción de un sistema de armamentos es una abrumadora, peligrosa y rápida amenaza en ciernes–por ejemplo, la Alemania nazi. Incluso durante la Guerra Fría, la amenaza no justificaba la prisa para la producción de armas. Ahora, la amenaza se encuentra limitada a algunos pequeños estados truhanes, los cuales aún no poseen los misiles de largo alcance necesarios para llegar hasta los Estados Unidos con armas de destrucción masiva. Un día probablemente los tendrán, pero, en la mayoría de los casos, serán posiblemente disuadidos de atacar con ellos por el enorme arsenal nuclear ofensivo que los Estados Unidos ya poseen. La mejor razón para construir una NMD–después de que haya sido demostrado que es eficaz mediante pruebas realistas–es un lanzamiento accidental por parte de alguna de esas naciones pequeñas. Serán inexpertas con las armas nucleares y el sistema, podrían contar con insuficientes salvaguardias nucleares y probablemente tendrán sistemas de alerta temprana inadecuados.

Pero construir tal defensa podría empeorar las amenazas existentes. Construir una gran defensa misilística podría amenazar o encolerizar a Rusia. La deteriorada capacidad de alerta temprana de Rusia hace hoy día que la guerra nuclear accidental sea ya una amenaza. Si Rusia sintiese que su sistema de disuasión nuclear estuviese amenazado podría mantener a sus fuerzas nucleares en estado de máxima alerta–listas para ser lanzadas rápidamente de modo tal que sobrevivan los más. Dado el estado decrépito del sistema de alerta temprana ruso, esa postura podría ser especialmente peligrosa. Además, si Rusia se encolerizara ante una gran defensa misilística, podría venderles a los estados truhanes armas de destrucción masiva (o simplemente fallar en salvaguardarlas: así su hurto sería más probable) o señuelos para derrotar a la defensa misilística de los EE.UU.. En el caso anterior, estaríamos acelerando la amenaza que estamos intentando derrotar con la defensa misilística.

De esta forma, debe encontrarse un equilibrio para responder a la amenaza futura de los estados truhanes inexpertos con las armas nucleares y los misiles de largo alcance sin empeorar las amenazas actuales de la proliferación rusa y de un lanzamiento accidental. La solución: una pequeña y financiable defensa misiliística que no amenace o encolerice a Rusia y que sea probada a fondo antes de ser adquirida.

Traducido por Gabriel Gasave

  • es Asociado Senior en el Independent Institute y Director del Centro Para la Paz y la Libertad del Instituto.

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