¿Volverán a acabar con el acuerdo entre la UE y Mercosur?

20 de diciembre, 2025

Hace veinte años, la Unión Europea (UE) y el Mercado Común del Sur, conocido como Mercosur (su acrónimo en español), fundado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, al que más tarde se unieron Venezuela (ahora suspendida) y Bolivia, comenzaron a negociar un acuerdo de libre comercio. La historia de estas negociaciones es un caso de estudio sobre proteccionismo y nacionalismo económico, y pura estupidez política. Finalmente, y de manera casi milagrosa, en septiembre pasado, la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la UE, aprobó el acuerdo. Se espera que sea firmado por los ministros de los 27 países miembros de la Unión en cuestión de días, pero Francia, su principal opositora, acaba de asegurarse el apoyo de Italia contra el acuerdo. Si a esto se suman Polonia y Hungría, se reúnen las condiciones necesarias para impedir que el pacto prospere: se requiere un mínimo de cuatro países que representen al menos el 35 % de la población de la UE.

Varios grupos de presión, sobre todo los intereses agrícolas (como se ha visto en las violentas manifestaciones de Bruselas, las últimas de una serie de protestas que se han venido produciendo durante años), han logrado hasta ahora disuadir a sus gobiernos de hacer lo correcto. El acuerdo, respaldado por países como Alemania y España, beneficiaría a una quinta parte de la economía mundial y a 750 millones de consumidores (y productores), al eliminar más del 90 % de las barreras que actualmente obstaculizan los intercambios comerciales entre los dos bloques de países. Una forma de considerar los posibles beneficios del acuerdo es examinar el comercio existente entre la UE y el Mercosur.

El año pasado, intercambiaron 111,2 mil millones de euros, equivalentes a 130,5 mil millones de dólares estadounidenses, mientras que hace una década, los intercambios comerciales entre los dos bloques apenas superaban los 74.000 millones de euros. Imagínese cuántos más bienes y servicios cruzarían el Atlántico en ambas direcciones si estos acuerdos se hubieran firmado hace diez o quince años.

Los productos animales y alimenticios constituyen aproximadamente una quinta parte de las exportaciones del Mercosur a la UE, seguidos por las materias primas y los minerales, mientras que la UE exporta principalmente equipos de transporte y productos químicos a los países del Mercosur, por lo que al comercio transatlántico se lo suele denominar autos contra vacas”.

El Mercosur ha sido uno de los peores bloques comerciales desde que estas entidades se pusieron de moda. Nació a comienzos de la década de 1990 con el objetivo de integrar a los países de América del Sur mediante la eliminación de las barreras a la libre circulación de bienes, servicios, ideas y personas, pero pronto se convirtió en un laberinto proteccionista, burocrático y politizado en el cual, de vez en cuando, un líder razonable de uno de los países miembros intentaba orientar a los demás hacia la intención original del bloque y fracasaba estrepitosamente. Tanto es así que el anterior presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, amenazó con iniciar, y de hecho inició, negociaciones unilaterales con países ajenos al bloque comercial, argumentando que el Mercosur estaba lastrando la economía de su país y limitando gravemente sus opciones comerciales.

Resulta surrealista que hoy en día, a pesar de que el principal país del bloque, Brasil, siga teniendo un gobierno proteccionista, burocrático e intervencionista, el Mercosur esté dispuesto y ansioso por firmar un acuerdo con la UE que eliminaría la mayoría de las barreras, mientras que son los europeos quienes están impidiendo que el pacto avance. Y ni siquiera se trata de todos los europeos, sino de apenas cuatro países de un total de 27, que supuestamente son de centroderecha o de derecha y que rinden solo un tributo verbal a la libertad económica, pero no mucho más que eso

Sería trágico que Francia, Italia, Polonia y Hungría obstaculizaran una de las iniciativas comerciales más prometedoras de los últimos tiempos, especialmente ahora que el mundo, liderado por Estados Unidos, está atravesando una fase dominada por el nacionalismo económico.

Traducido por Gabriel Gasave

Artículos relacionados