¿Guerra comercial con Brasil? Por qué la amenaza de aranceles de Trump no tiene sentido
El presidente Trump tiene razón respecto de la persecución política contra los opositores al Gobierno en Brasil. Aun así, el empleo de aranceles contra la mayor economía latinoamericana (ha anunciado un impuesto del 50 % sobre las importaciones brasileñas) para castigar al presidente Lula y a los tribunales de su país es una idea extremadamente mala desde todo punto de vista.
Trump cree que el expresidente Jair Bolsonaro, amigo suyo, acusado de conspirar para dar un golpe de Estado contra Lula a principios de 2023 y al que se le ha prohibido presentarse a las elecciones hasta 2030, está siendo tratado injustamente. No podemos saber la verdad sobre su presunta participación en un intento de derrocar a Lula porque los tribunales, en este caso el Supremo Tribunal Federal, donde el juez Alexandre de Moraes ejerce un enorme poder, han venido excediéndose groseramente en sus funciones durante años, limitando severamente la libertad de expresión, haciendo miserables las vidas de los críticos del Gobierno y persiguiendo a las empresas tecnológicas porque les desagrada el contenido que publican sus usuarios. Han tratado a Bolsonaro y a sus colaboradores con todo menos imparcialidad.
Pero nada de esto es una excusa para iniciar una guerra comercial contra Brasil, cuya economía ya se encuentra padeciendo por la incompetencia de Lula y sus políticas intervencionistas, y cuya población resentirá una medida que perjudicará mucho más a las empresas y a la gente común que a los políticos y jueces que están erosionando descaradamente el Estado de derecho. Trump también argumenta erróneamente que Estados Unidos tiene un déficit comercial con Brasil. Sucede todo lo contrario. En 2024, Estados Unidos tuvo un superávit comercial en bienes de 7400 millones de dólares, lo que representa un aumento del 32 % con respecto al año anterior. Si incluimos los servicios, ¡el superávit fue casi cuatro veces mayor! Y estos no son casos aislados: Estados Unidos ha vendido más bienes y servicios a Brasil que viceversa durante al menos una década y media.
Según los tratados internacionales, los países pueden incrementar los aranceles en un número limitado de circunstancias. Las opiniones políticas de Trump sobre los sistemas jurídicos de otros países (aunque tenga razón en parte o totalmente) ciertamente no son una de ellas. Si la intención es política, no solo está violando los tratados comerciales internacionales, sino que también está perjudicando a Bolsonaro y fortaleciendo a Lula.
El presidente de Brasil y sus aliados ya están culpando a Bolsonaro por lo que está sucediendo, acusándolo de conspirar con potencias extranjeras para perjudicar la economía de su país por motivos personales, y adoptando un tono altamente nacionalista en su respuesta a Washington. Lula ha convertido el tema en una causa nacional, instando a reconocidos empresarios y otros actores a colaborar con él en un plan para tomar represalias contra Estados Unidos. Brasil tiene una larga historia de sentimiento antiestadounidense, y cualquiera que sea percibido como conspirador con Washington para dañar la economía local probablemente pagará un alto precio. Bolsonaro, que está a punto de ser juzgado, puede salir muy perjudicado por la intervención de su amigo estadounidense.
Trump ha afirmado en repetidas ocasiones que los aranceles que ha impuesto sobre varios productos o países no están alimentando la inflación en Estados Unidos. Ya hay indicios de que esto no es cierto. Durante un tiempo, las empresas estadounidenses que dependen de las importaciones extranjeras han intentado contrarrestar los impuestos a la importación bajando los precios. Sin embargo, esta no es una dinámica que puedan mantener de forma permanente las decenas de pequeñas y medianas empresas que no obtienen altos márgenes de ganancia. Estados Unidos depende de las importaciones brasileñas, como los combustibles minerales, incluido el petróleo crudo, el acero, el hierro, la soja, el café, etc. Encarecer estas importaciones perjudicará a los consumidores estadounidenses, al igual que las medidas de represalia de Brasil perjudicarán a los exportadores estadounidenses, a quienes ahora les resultará más difícil acceder a ese gran mercado.
Un juzgado comercial estadounidense ya ha dictaminado que Trump, que ha invocado razones económicas para atacar a otros países, está abusando de la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional, que ha utilizado como cobertura legal para aumentar los aranceles. Ha ignorado por completo esta decisión judicial, pero desobedecer los fallos judiciales acabará por meterlo en problemas. Solo se puede imaginar lo que dirá ese mismo tribunal, si la guerra comercial contra Brasil basada únicamente en un argumento puramente político, llegase a su consideración,
Traducido por Gabriel Gasave
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