El año pasado, California empezó a permitir que los conductores adquiriesen matrículas digitales a la empresa Reviver, convirtiéndose en el tercer estado de los EE.UU., junto con Michigan y Arizona, en permitir este tipo de placas.
Las placas son en verdad pantallas de televisión en miniatura que reemplazan a las matrículas metálicas estándar, poseen conectividad Bluetooth y LTE similar a la de los teléfonos celulares. La variante con cables viene incluso con un localizador GPS integrado.
Las placas ofrecen una serie de funciones novedosas que los conductores pueden encontrar beneficiosas, como la posibilidad de exhibir mensajes personalizados, efectuar pagos automáticos de peajes y estacionamientos, solicitar asistencia en carretera e incluso realizar diagnósticos del vehículo. Los conductores pueden personalizar el borde y los colores de las letras e incluso registrar sus automóviles desde una aplicación del teléfono. Si el vehículo fuese sustraído, la matrícula puede ser rastreada mediante tecnología inalámbrica.
Pero la conectividad trae aparejados riesgos para la privacidad, como descubrió un equipo de hackers de «sombrero blanco».
Según un artículo en su blog, los investigadores de ciberseguridad que descubrieron la vulnerabilidad encontraron que podían obtener «acceso super administrativo» a los sistemas de Reviver, lo que les allanaba el camino a una amplia gama de datos y funciones sensibles. Con sus credenciales recién adquiridas, pudieron rastrear la ubicación GPS de todos los clientes de Reviver, sobrescribir los datos de los clientes y modificar la sección de mensajes personalizados de las matrículas por lo que quisieran.
El inquietante hallazgo llevó a Reviver a tomar medidas rápidas, declarando en un artículo publicado en Vice que había corregido las vulnerabilidades e implementado salvaguardas adicionales para evitar que incidentes similares volviesen a ocurrir. La empresa también enfatizó que no se había visto afectada la información de ningún cliente y que no había pruebas de que siguiera existiendo algún riesgo. Todos hemos oído eso antes.
Aunque la misión de Reviver de modernizar la conducción es encomiable, es obviamente importante que la empresa proteja los datos de sus clientes. Lo que hace interesante esta historia son las implicancias para las políticas públicas: las matrículas digitales, si se generalizan o se convierten en la nueva norma estándar, podrían cambiar la forma en que la policía rastrea los vehículos. Y esto podría mejorar la privacidad.
Hoy día, una de las herramientas de rastreo favoritas de las fuerzas de seguridad es el lector automático de matrículas (ALPR es su sigla en inglés). Estos dispositivos escanean, recogen y clasifican la información de las matrículas de los automóviles que pasan, lo que permite a los investigadores localizar los vehículos que están siendo buscados. Sin embargo, esta tecnología ha suscitado inquietud respecto de la privacidad y los posibles abusos policiales.
La ventaja de las matrículas digitales es que posibilitan el rastreo de vehículos concretos, en lugar del enfoque amplio, al estilo de una red de arrastre, de los ALPR, que recopilan datos de todos los vehículos dentro de su radio de acción, independientemente de que se sospeche que el vehículo ha sido robado, utilizado u ocupado por alguien implicado en un delito.
Con la capacidad de localizar específicos vehículos, las matrículas digitales podrían ofrecer a las autoridades policiales una forma más rápida, menos costosa y menos invasiva de localizar tanto a personas desaparecidas como a sospechosos y víctimas de delitos. Dado que las autoridades ya no tendrían que invertir en una red de ALPR ni en su mantenimiento, podrían redireccionar los recursos hacia otras áreas, permitiendo una utilización más eficiente de los fondos públicos.
Esto presupone, por supuesto, que las matrículas digitales se conviertan en el estándar y que no vuelvan a producirse futuras violaciones de los datos de los consumidores.
También presupone que los tribunales estadounidenses permitirán a la policía investigar los antecedentes almacenados por las matrículas digitales, posiblemente tras obtener una orden de registro. La llamada doctrina de los terceros, una excepción al requisito de la orden judicial de la Constitución estadounidense (Cuarta Enmienda), sostiene que una persona carece de alguna expectativa razonable de privacidad respecto de la información entregada voluntariamente a terceros, como compañías telefónicas, proveedores de servicios de Internet, instituciones financieras y otras empresas. Los proveedores de matrículas digitales parecen encajar en la definición de terceros, pero los tribunales tendrán la última palabra. E independientemente de lo que los tribunales decidan, una búsqueda selectiva de un vehículo en particular nos ofrecería al resto de nosotros más privacidad que la que nos brinda el actual enfoque de red de arrastre del ALPR.
Aunque la vulnerabilidad de las matrículas digitales a los piratas informáticos plantea algunos riesgos para los consumidores, subrayando la necesidad de políticas y salvaguardias eficaces para proteger la privacidad, el surgimiento de esta nueva tecnología promete realmente un rastreo vehicular más eficaz y menos intrusivo, tanto para las fuerzas del orden como para el público.
Veremos qué dice el mercado. Si las matrículas digitales siguen siendo una novedad, no harán gran diferencia. Si su uso se generaliza o se convierte en la nueva norma estándar, los pros y los contras se harán evidentes.
Traducido por Gabriel Gasave
Las matrículas digitales: Esta nueva forma de rastrear vehículos, ¿mejorará o socavará la privacidad?
El año pasado, California empezó a permitir que los conductores adquiriesen matrículas digitales a la empresa Reviver, convirtiéndose en el tercer estado de los EE.UU., junto con Michigan y Arizona, en permitir este tipo de placas.
Las placas son en verdad pantallas de televisión en miniatura que reemplazan a las matrículas metálicas estándar, poseen conectividad Bluetooth y LTE similar a la de los teléfonos celulares. La variante con cables viene incluso con un localizador GPS integrado.
Las placas ofrecen una serie de funciones novedosas que los conductores pueden encontrar beneficiosas, como la posibilidad de exhibir mensajes personalizados, efectuar pagos automáticos de peajes y estacionamientos, solicitar asistencia en carretera e incluso realizar diagnósticos del vehículo. Los conductores pueden personalizar el borde y los colores de las letras e incluso registrar sus automóviles desde una aplicación del teléfono. Si el vehículo fuese sustraído, la matrícula puede ser rastreada mediante tecnología inalámbrica.
Pero la conectividad trae aparejados riesgos para la privacidad, como descubrió un equipo de hackers de «sombrero blanco».
Según un artículo en su blog, los investigadores de ciberseguridad que descubrieron la vulnerabilidad encontraron que podían obtener «acceso super administrativo» a los sistemas de Reviver, lo que les allanaba el camino a una amplia gama de datos y funciones sensibles. Con sus credenciales recién adquiridas, pudieron rastrear la ubicación GPS de todos los clientes de Reviver, sobrescribir los datos de los clientes y modificar la sección de mensajes personalizados de las matrículas por lo que quisieran.
El inquietante hallazgo llevó a Reviver a tomar medidas rápidas, declarando en un artículo publicado en Vice que había corregido las vulnerabilidades e implementado salvaguardas adicionales para evitar que incidentes similares volviesen a ocurrir. La empresa también enfatizó que no se había visto afectada la información de ningún cliente y que no había pruebas de que siguiera existiendo algún riesgo. Todos hemos oído eso antes.
Aunque la misión de Reviver de modernizar la conducción es encomiable, es obviamente importante que la empresa proteja los datos de sus clientes. Lo que hace interesante esta historia son las implicancias para las políticas públicas: las matrículas digitales, si se generalizan o se convierten en la nueva norma estándar, podrían cambiar la forma en que la policía rastrea los vehículos. Y esto podría mejorar la privacidad.
Hoy día, una de las herramientas de rastreo favoritas de las fuerzas de seguridad es el lector automático de matrículas (ALPR es su sigla en inglés). Estos dispositivos escanean, recogen y clasifican la información de las matrículas de los automóviles que pasan, lo que permite a los investigadores localizar los vehículos que están siendo buscados. Sin embargo, esta tecnología ha suscitado inquietud respecto de la privacidad y los posibles abusos policiales.
La ventaja de las matrículas digitales es que posibilitan el rastreo de vehículos concretos, en lugar del enfoque amplio, al estilo de una red de arrastre, de los ALPR, que recopilan datos de todos los vehículos dentro de su radio de acción, independientemente de que se sospeche que el vehículo ha sido robado, utilizado u ocupado por alguien implicado en un delito.
Con la capacidad de localizar específicos vehículos, las matrículas digitales podrían ofrecer a las autoridades policiales una forma más rápida, menos costosa y menos invasiva de localizar tanto a personas desaparecidas como a sospechosos y víctimas de delitos. Dado que las autoridades ya no tendrían que invertir en una red de ALPR ni en su mantenimiento, podrían redireccionar los recursos hacia otras áreas, permitiendo una utilización más eficiente de los fondos públicos.
Esto presupone, por supuesto, que las matrículas digitales se conviertan en el estándar y que no vuelvan a producirse futuras violaciones de los datos de los consumidores.
También presupone que los tribunales estadounidenses permitirán a la policía investigar los antecedentes almacenados por las matrículas digitales, posiblemente tras obtener una orden de registro. La llamada doctrina de los terceros, una excepción al requisito de la orden judicial de la Constitución estadounidense (Cuarta Enmienda), sostiene que una persona carece de alguna expectativa razonable de privacidad respecto de la información entregada voluntariamente a terceros, como compañías telefónicas, proveedores de servicios de Internet, instituciones financieras y otras empresas. Los proveedores de matrículas digitales parecen encajar en la definición de terceros, pero los tribunales tendrán la última palabra. E independientemente de lo que los tribunales decidan, una búsqueda selectiva de un vehículo en particular nos ofrecería al resto de nosotros más privacidad que la que nos brinda el actual enfoque de red de arrastre del ALPR.
Aunque la vulnerabilidad de las matrículas digitales a los piratas informáticos plantea algunos riesgos para los consumidores, subrayando la necesidad de políticas y salvaguardias eficaces para proteger la privacidad, el surgimiento de esta nueva tecnología promete realmente un rastreo vehicular más eficaz y menos intrusivo, tanto para las fuerzas del orden como para el público.
Veremos qué dice el mercado. Si las matrículas digitales siguen siendo una novedad, no harán gran diferencia. Si su uso se generaliza o se convierte en la nueva norma estándar, los pros y los contras se harán evidentes.
Traducido por Gabriel Gasave
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