Powell afirmó en su informe semestral de política monetaria de 2021 al Congreso: «El crecimiento del M2… no tiene realmente implicancias importantes para las perspectivas económicas». Sorprendentemente, este se ha convertido en uno de los mensajes característicos de Powell. Por ejemplo, en una entrevista en el Instituto Cato hace sólo cuatro meses, Powell, en tres momentos del programa, declaró explícitamente que la oferta monetaria no tiene impacto alguno sobre la economía, y dijo que la oferta monetaria «no juega un papel importante en la formulación de la política [de la Reserva Federal]».
Este rotundo rechazo de la QTM resulta particularmente interesante dado que el propio Powell admite no entender la inflación. En junio de 2022, Powell dijo: «Ahora entendemos mejor lo poco que entendemos sobre la inflación». Si no entiende la inflación, ¿por qué está tan seguro de que la QTM no puede ayudar?
En cualquier caso, Powell y la Fed, habiendo rechazado la QTM, no tienen un sentido claro de la dirección. Como resultado de ello, la Fed ha cometido dos de sus errores monetarios más dramáticos desde su creación en 1913. La siguiente tabla lo evidencia.
El primer error, de febrero de 2020 a marzo de 2022, supuso una expansión rápida y sin precedentes de la oferta monetaria (M2). La tasa de crecimiento trimestral anualizada del agregado M2 alcanzó el 77,2% en mayo de 2020, una tasa sin precedentes en la historia monetaria estadounidense. Los efectos de esta expansión monetaria fueron tal y como la QTM lo hubiese predicho. La actividad económica, con el habitual retraso de seis a 18 meses, se disparó. El PBI real creció un 7% interanual en el cuarto trimestre de 2021 y, para septiembre de 2021, el desempleo se había reducido en 10 puntos porcentuales, desde su máximo de abril de 2020 del 14,7% al 4,7%. El efecto no deseado, pero predecible, de esta explosión monetaria no se hizo esperar: la inflación, con el desfase habitual de doce a veinticuatro meses, alcanzó en junio de 2022 un nivel máximo en cuarenta años del 9,1% anual.
Si el primer error monetario equivale a pisar el acelerador del automóvil a fondo en medio de un intenso tráfico, el segundo error equivale a poner inmediatamente la marcha atrás y lanzarse a través del parabrisas. En mayo de 2022, cuando la Reserva Federal anunció su programa de contracción cuantitativa, la oferta monetaria comenzó a reducirse. En diciembre, la tasa de crecimiento trimestral anualizada del M2 se había hundido hasta un impresionante -5,4%. Esto ha hecho que la tasa de crecimiento interanual del M2 se sitúe en territorio negativo. Dado el rezago habitual de seis a 18 meses previsto por la QTM, la recesión se encuentra a la vuelta de la esquina.
Las recientes cifras del PBI estadounidense del cuarto trimestre de 2022 confirman lo que aparece en el tablero de control de la QTM: una recesión en ciernes. Aunque la tasa de crecimiento medio del 2,9% interanual provocó un suspiro de alivio en la Casa Blanca y en algunos rincones de la prensa financiera, un análisis más detallado indica que se avecinan nubes de tormenta. El mejor indicador de la demanda interna agregada son las ventas finales a compradores nacionales (FSDP en inglés). En el cuarto trimestre de 2022, la tasa de crecimiento anual de las FSDP se desplomó hasta el 0,95%, la tasa de crecimiento anual más baja desde el primer trimestre de 2010 (excluyendo la pandemia de Covid).
Gracias a los errores monetarios de la Fed, los Estados Unidos experimentarán una recesión en 2023. Para las sufridas víctimas estadounidenses del latigazo, 2023 no traerá alivio.
Traducido por Gabriel Gasave
Steve H. Hanke es Asociado Senior en el Independent Institute y profesor de Economía Aplicada y fundador y Co-Director del Institute for Applied Economics, Global Health, and the Study of Business Enterprise en la Johns Hopkins University.
El latigazo monetario de la Fed
Federal Reserve / Flickr
Powell afirmó en su informe semestral de política monetaria de 2021 al Congreso: «El crecimiento del M2… no tiene realmente implicancias importantes para las perspectivas económicas». Sorprendentemente, este se ha convertido en uno de los mensajes característicos de Powell. Por ejemplo, en una entrevista en el Instituto Cato hace sólo cuatro meses, Powell, en tres momentos del programa, declaró explícitamente que la oferta monetaria no tiene impacto alguno sobre la economía, y dijo que la oferta monetaria «no juega un papel importante en la formulación de la política [de la Reserva Federal]».
Este rotundo rechazo de la QTM resulta particularmente interesante dado que el propio Powell admite no entender la inflación. En junio de 2022, Powell dijo: «Ahora entendemos mejor lo poco que entendemos sobre la inflación». Si no entiende la inflación, ¿por qué está tan seguro de que la QTM no puede ayudar?
En cualquier caso, Powell y la Fed, habiendo rechazado la QTM, no tienen un sentido claro de la dirección. Como resultado de ello, la Fed ha cometido dos de sus errores monetarios más dramáticos desde su creación en 1913. La siguiente tabla lo evidencia.
El primer error, de febrero de 2020 a marzo de 2022, supuso una expansión rápida y sin precedentes de la oferta monetaria (M2). La tasa de crecimiento trimestral anualizada del agregado M2 alcanzó el 77,2% en mayo de 2020, una tasa sin precedentes en la historia monetaria estadounidense. Los efectos de esta expansión monetaria fueron tal y como la QTM lo hubiese predicho. La actividad económica, con el habitual retraso de seis a 18 meses, se disparó. El PBI real creció un 7% interanual en el cuarto trimestre de 2021 y, para septiembre de 2021, el desempleo se había reducido en 10 puntos porcentuales, desde su máximo de abril de 2020 del 14,7% al 4,7%. El efecto no deseado, pero predecible, de esta explosión monetaria no se hizo esperar: la inflación, con el desfase habitual de doce a veinticuatro meses, alcanzó en junio de 2022 un nivel máximo en cuarenta años del 9,1% anual.
Si el primer error monetario equivale a pisar el acelerador del automóvil a fondo en medio de un intenso tráfico, el segundo error equivale a poner inmediatamente la marcha atrás y lanzarse a través del parabrisas. En mayo de 2022, cuando la Reserva Federal anunció su programa de contracción cuantitativa, la oferta monetaria comenzó a reducirse. En diciembre, la tasa de crecimiento trimestral anualizada del M2 se había hundido hasta un impresionante -5,4%. Esto ha hecho que la tasa de crecimiento interanual del M2 se sitúe en territorio negativo. Dado el rezago habitual de seis a 18 meses previsto por la QTM, la recesión se encuentra a la vuelta de la esquina.
Las recientes cifras del PBI estadounidense del cuarto trimestre de 2022 confirman lo que aparece en el tablero de control de la QTM: una recesión en ciernes. Aunque la tasa de crecimiento medio del 2,9% interanual provocó un suspiro de alivio en la Casa Blanca y en algunos rincones de la prensa financiera, un análisis más detallado indica que se avecinan nubes de tormenta. El mejor indicador de la demanda interna agregada son las ventas finales a compradores nacionales (FSDP en inglés). En el cuarto trimestre de 2022, la tasa de crecimiento anual de las FSDP se desplomó hasta el 0,95%, la tasa de crecimiento anual más baja desde el primer trimestre de 2010 (excluyendo la pandemia de Covid).
Gracias a los errores monetarios de la Fed, los Estados Unidos experimentarán una recesión en 2023. Para las sufridas víctimas estadounidenses del latigazo, 2023 no traerá alivio.
Traducido por Gabriel Gasave
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