Primero fue el "Brexit", luego Donald Trump, seguido del anuncio del Presidente francés François Hollande de que no buscaría la reelección (una admisión de derrota) y ahora Matteo Renzi de Italia renunciando como primer ministro tras la victoria del "No" en el referéndum constitucional que había propuesto. La abrumadora fuerza detrás de estos resultados políticos es la revuelta populista contra los partidos establecidos y la clase dirigente.
Los italianos no votaron en función de los méritos de las reformas constitucionales propuestas por Renzi, las cuales eran abstrusas y burocráticas. Ellos simplemente aprovecharon la oportunidad para barrerlo del poder. Detrás del voto por el "No" se encontraba un grupo variopinto cuyo líder más visible era Beppe Grillo, el ex comediante "anti-establishment", anti empresa y antieuropeo cuyo Movimiento de las Cinco Estrellas se ha tornado el partido más popular. Un amplio espectro de corrientes de opinión, que iban de la extrema izquierda a la extrema derecha, también apoyó el voto por el "No".
No queda todavía claro si las elecciones se llevarán a cabo pronto, dado que existen dos leyes electorales en competencia—la aprobada por la Cámara de Diputados en el año 2015 y la vieja, aún con vida en el Senado, puesto que las normas que rigen la composición de esa cámara eran parte del paquete de reformas en la boleta electoral el domingo 4 de noviembre.
Ahora, los partidos tradicionales, que se detestan mutuamente pero temen que los nuevos comicios le darán al Movimiento de las Cinco Estrellas una victoria clara, intentarán remendar juntos una nueva ley electoral diseñada para adelantarse a ese peligro haciendo prácticamente imposible que gobierne un solo partido. Podrían decidir que la representación proporcional es la manera de hacerlo—olvidando que esa fue una de las razones por las que las administraciones italianas fueron tan caóticas e indecisas durante décadas.
Y aquí radica el gran peligro para Italia y muchos países europeos a la estela de la amenaza del populismo: la consolidación de la política a la vieja usanza, es decir, el Estado de Bienestar con su clientelismo, impuestos y gastos y beneficios sociales como la única alternativa a los antidemocráticos, anti europeos y proteccionistas de derecha o izquierda. Sería una tragedia, ya que el antiguo sistema político es precisamente lo que generó las condiciones para el surgimiento del populismo en primer lugar; la economía de Italia apenas ha crecido desde que se unió a la eurozona en 1999!.
Una forma de mensurar la gravedad de lo que está aconteciendo en Italia y anticipar los tipos de acontecimientos que pueden seguir alimentando la rebelión populista es observar el sistema bancario, que se encuentra al borde del colapso. Los préstamos en mora, que ascienden a unos 360 mil millones de euros (billones en inglés), abarcan ahora a uno de cada cinco créditos pendientes, una proporción diez veces mayor a la de los Estados Unidos y cuatro veces más alta que la de Francia, donde los préstamos con noventa días de vencidos ya son demasiados.
El símbolo de este desastre financiero en ciernes es la Banca Monte dei Paschi di Siena, el banco más antiguo del mundo, que, a pesar de haber sido rescatado dos veces por los contribuyentes y beneficiado por una prohibición gubernamental contra la venta en corto, ha perdido el 99 por ciento de su valor en el mercado de valores. Ahora intenta recaudar capital por valor de 5 mil millones de euros (billones en inglés), mientras que su capitalización bursátil es de sólo 547 millones. Buena suerte con eso! Habría sido casi imposible sin el voto por el "No". Después del referéndum, se impone lo fantasioso, no la vida real.
A menos que los líderes italianos y europeos entiendan que décadas de gestión mediocre y la casi total ausencia de una reforma significativa son las verdaderas causas del resurgimiento del populismo, sus intentos de aferrarse al viejo sistema sólo acelerará su propia desaparición. Ese resultado, dado la clase de dirigentes y partidos que lideran la rebelión populista, es francamente aterrador.
Traducido por Gabriel Gasave
Cómo se convirtió Italia en el último domino del populismo
Primero fue el "Brexit", luego Donald Trump, seguido del anuncio del Presidente francés François Hollande de que no buscaría la reelección (una admisión de derrota) y ahora Matteo Renzi de Italia renunciando como primer ministro tras la victoria del "No" en el referéndum constitucional que había propuesto. La abrumadora fuerza detrás de estos resultados políticos es la revuelta populista contra los partidos establecidos y la clase dirigente.
Los italianos no votaron en función de los méritos de las reformas constitucionales propuestas por Renzi, las cuales eran abstrusas y burocráticas. Ellos simplemente aprovecharon la oportunidad para barrerlo del poder. Detrás del voto por el "No" se encontraba un grupo variopinto cuyo líder más visible era Beppe Grillo, el ex comediante "anti-establishment", anti empresa y antieuropeo cuyo Movimiento de las Cinco Estrellas se ha tornado el partido más popular. Un amplio espectro de corrientes de opinión, que iban de la extrema izquierda a la extrema derecha, también apoyó el voto por el "No".
No queda todavía claro si las elecciones se llevarán a cabo pronto, dado que existen dos leyes electorales en competencia—la aprobada por la Cámara de Diputados en el año 2015 y la vieja, aún con vida en el Senado, puesto que las normas que rigen la composición de esa cámara eran parte del paquete de reformas en la boleta electoral el domingo 4 de noviembre.
Ahora, los partidos tradicionales, que se detestan mutuamente pero temen que los nuevos comicios le darán al Movimiento de las Cinco Estrellas una victoria clara, intentarán remendar juntos una nueva ley electoral diseñada para adelantarse a ese peligro haciendo prácticamente imposible que gobierne un solo partido. Podrían decidir que la representación proporcional es la manera de hacerlo—olvidando que esa fue una de las razones por las que las administraciones italianas fueron tan caóticas e indecisas durante décadas.
Y aquí radica el gran peligro para Italia y muchos países europeos a la estela de la amenaza del populismo: la consolidación de la política a la vieja usanza, es decir, el Estado de Bienestar con su clientelismo, impuestos y gastos y beneficios sociales como la única alternativa a los antidemocráticos, anti europeos y proteccionistas de derecha o izquierda. Sería una tragedia, ya que el antiguo sistema político es precisamente lo que generó las condiciones para el surgimiento del populismo en primer lugar; la economía de Italia apenas ha crecido desde que se unió a la eurozona en 1999!.
Una forma de mensurar la gravedad de lo que está aconteciendo en Italia y anticipar los tipos de acontecimientos que pueden seguir alimentando la rebelión populista es observar el sistema bancario, que se encuentra al borde del colapso. Los préstamos en mora, que ascienden a unos 360 mil millones de euros (billones en inglés), abarcan ahora a uno de cada cinco créditos pendientes, una proporción diez veces mayor a la de los Estados Unidos y cuatro veces más alta que la de Francia, donde los préstamos con noventa días de vencidos ya son demasiados.
El símbolo de este desastre financiero en ciernes es la Banca Monte dei Paschi di Siena, el banco más antiguo del mundo, que, a pesar de haber sido rescatado dos veces por los contribuyentes y beneficiado por una prohibición gubernamental contra la venta en corto, ha perdido el 99 por ciento de su valor en el mercado de valores. Ahora intenta recaudar capital por valor de 5 mil millones de euros (billones en inglés), mientras que su capitalización bursátil es de sólo 547 millones. Buena suerte con eso! Habría sido casi imposible sin el voto por el "No". Después del referéndum, se impone lo fantasioso, no la vida real.
A menos que los líderes italianos y europeos entiendan que décadas de gestión mediocre y la casi total ausencia de una reforma significativa son las verdaderas causas del resurgimiento del populismo, sus intentos de aferrarse al viejo sistema sólo acelerará su propia desaparición. Ese resultado, dado la clase de dirigentes y partidos que lideran la rebelión populista, es francamente aterrador.
Traducido por Gabriel Gasave
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