“Cuando era niño, hablaba como un niño, entendía como un niño, pensaba como un niño, pero cuando me convertí en hombre, dejé a un lado las cosas de niños”. 1 Corintios 13:11 (VRJ)
Uno de los mitos populares de la educación superior es que los profesores somos unos sádicos que vivimos para infligirle un trauma psicológico a los estudiantes universitarios. Tal vez usted crea que elegimos estudiantes al azar y luego programamos todas nuestras tareas de tal manera que hagan la vida de esos estudiantes lo más difícil posible. Cuanto más viejo me vuelvo y cuanto más hago esto, más reconozco que nosotros (los profesores) tenemos que ser más transparentes acerca de nuestros criterios de evaluación. ¿Cómo funciona esto? Clarifiquemos algunas cosas.
Primero, yo no “quito” puntos. Ustedes se los ganan. La diferencia no es meramente retórica, ni tampoco es trivial. En otras palabras, ustedes empiezan con cero puntos y hacen su camino hasta obtener una calificación. Obtienen una calificación en (digamos) Economía 100 por demostrar que han alcanzado un nivel de competencia en economía que va desde ser capaces de articular los principios básicos (suficiente para obtener una C) a la maestría y capacidad de aplicar estos principios a los asuntos cotidianos (lo cual les otorgará una A). He afectado mis propias calificaciones antes confundiendo mi propia incompetencia con la competencia y mi propia competencia (escasa) con la maestría, así que confíen en mí: He estado allí, y lo entiendo.
Segundo, esto significa que la carga de la prueba recae sobre ustedes para demostrar que han dominado el material. No está en mí demostrar que no es así. Mi presunción al inicio de cada curso es que ustedes saben entre nada y muy poco de economía básica a menos que fuesen lo suficientemente afortunados de tener un excepcional curso de economía en la escuela secundaria. De lo contrario, ¿por qué están aquí? Podrán decir que el curso es un requisito previo para otras cosas que desean hacer, pero si ese es el caso y conocen el material, son más que bienvenidos para simplemente aparecer al momento de los exámenes, lucirse en ellos, y seguir su camino.
En este sentido, considérese lo siguiente: el hecho de que “no entienden” por qué no obtienen la totalidad del puntaje por una pregunta en particular podría por sí mismo ayudar a explicar por qué no obtienen los puntos completos. No lo tomen como algo personal ni lo interpreten como una burla. Véanlo como una oportunidad de aprendizaje. Si ustedes comprendieron el material–y nótese que hay una gran diferencia entre comprender realmente el material y ser capaces de reproducir un gráfico o una definición que podrían recordar de la clase–hubiesen respondido perfectamente la pregunta. Recomiendo (como he recomendado a muchos otros) que regresen, lo intenten de nuevo y vean si pueden descubrir en qué les ha ido mal. Luego tráiganlo a mi oficina y hablaremos.
Finalmente, estoy aquí para ser un mentor e instructor. Esto significa que nuestra relación difiere de las relaciones que tienen con sus amigos y familiares. Por favor, no infieran de esto que no me preocupo por ustedes, porque lo hago. Y mucho. Quiero verlos tomar buenas decisiones. Quiero verlos comprender conceptos básicos de economía porque espero que ella sacudirá su mundo al igual que continúa sacudiendo el mío, y porque las consecuencias humanas de una mala política económica son enormes. Dicho esto, nunca deberían tomar a las calificaciones de manera personal. No considero que sean estúpidos porque que les vaya mal en un examen, una tarea, o incluso todo un curso. La economía es difícil. Una A, D o F en un examen de economía no disminuye vuestro valor ante los ojos de Dios (o los míos) ni indica que la economía no es para ustedes. Probablemente signifique que tienen que trabajar más inteligentemente, y yo estoy aquí para ayudarles con eso.
Queridos alumnos, alguna vez pensaba como ustedes. Alguna vez cobije las mismas ideas erróneas, la misma letanía de los prejuicios cognitivos, y el mismo deseo adolescente de culpar a otros por mis errores. Yo era (y sigo siendo) muy pobremente atendido por mi inmadurez. Tan sorprendente como pueda parecer, todavía me aferro mucho a ella, incluso después de cuatro años de universidad, cinco años de estudios de posgrado, y de actualmente cinco años y medio como profesor. La economía es difícil, pero convertirse en un miembro responsable de una sociedad libre es muy, muy, muy difícil. Todavía sigo aprendiendo a hacer a un lado las chiquilinadas. Espero hagan lo mismo. Empiecen ahora. El esfuerzo es enorme, pero la recompensa es sustancial.
Este artículo fue inspirado por las discusiones periódicas de evaluación en la academia que aparecen en la página web de la Chronicle of Higher Education y en InsideHigherEd.com. Un ex colega solía citar el versículo de arriba en la parte superior de su plan de estudios de la asignatura Economía 101. Agradezco a Rachel Smith por sus comentarios y sugerencias.
Traducido por Gabriel Gasave
Queridos alumnos: No me quedo en vela toda la noche cavilando maneras de arruinar sus vidas
“Cuando era niño, hablaba como un niño, entendía como un niño, pensaba como un niño, pero cuando me convertí en hombre, dejé a un lado las cosas de niños”. 1 Corintios 13:11 (VRJ)
Uno de los mitos populares de la educación superior es que los profesores somos unos sádicos que vivimos para infligirle un trauma psicológico a los estudiantes universitarios. Tal vez usted crea que elegimos estudiantes al azar y luego programamos todas nuestras tareas de tal manera que hagan la vida de esos estudiantes lo más difícil posible. Cuanto más viejo me vuelvo y cuanto más hago esto, más reconozco que nosotros (los profesores) tenemos que ser más transparentes acerca de nuestros criterios de evaluación. ¿Cómo funciona esto? Clarifiquemos algunas cosas.
Primero, yo no “quito” puntos. Ustedes se los ganan. La diferencia no es meramente retórica, ni tampoco es trivial. En otras palabras, ustedes empiezan con cero puntos y hacen su camino hasta obtener una calificación. Obtienen una calificación en (digamos) Economía 100 por demostrar que han alcanzado un nivel de competencia en economía que va desde ser capaces de articular los principios básicos (suficiente para obtener una C) a la maestría y capacidad de aplicar estos principios a los asuntos cotidianos (lo cual les otorgará una A). He afectado mis propias calificaciones antes confundiendo mi propia incompetencia con la competencia y mi propia competencia (escasa) con la maestría, así que confíen en mí: He estado allí, y lo entiendo.
Segundo, esto significa que la carga de la prueba recae sobre ustedes para demostrar que han dominado el material. No está en mí demostrar que no es así. Mi presunción al inicio de cada curso es que ustedes saben entre nada y muy poco de economía básica a menos que fuesen lo suficientemente afortunados de tener un excepcional curso de economía en la escuela secundaria. De lo contrario, ¿por qué están aquí? Podrán decir que el curso es un requisito previo para otras cosas que desean hacer, pero si ese es el caso y conocen el material, son más que bienvenidos para simplemente aparecer al momento de los exámenes, lucirse en ellos, y seguir su camino.
En este sentido, considérese lo siguiente: el hecho de que “no entienden” por qué no obtienen la totalidad del puntaje por una pregunta en particular podría por sí mismo ayudar a explicar por qué no obtienen los puntos completos. No lo tomen como algo personal ni lo interpreten como una burla. Véanlo como una oportunidad de aprendizaje. Si ustedes comprendieron el material–y nótese que hay una gran diferencia entre comprender realmente el material y ser capaces de reproducir un gráfico o una definición que podrían recordar de la clase–hubiesen respondido perfectamente la pregunta. Recomiendo (como he recomendado a muchos otros) que regresen, lo intenten de nuevo y vean si pueden descubrir en qué les ha ido mal. Luego tráiganlo a mi oficina y hablaremos.
Finalmente, estoy aquí para ser un mentor e instructor. Esto significa que nuestra relación difiere de las relaciones que tienen con sus amigos y familiares. Por favor, no infieran de esto que no me preocupo por ustedes, porque lo hago. Y mucho. Quiero verlos tomar buenas decisiones. Quiero verlos comprender conceptos básicos de economía porque espero que ella sacudirá su mundo al igual que continúa sacudiendo el mío, y porque las consecuencias humanas de una mala política económica son enormes. Dicho esto, nunca deberían tomar a las calificaciones de manera personal. No considero que sean estúpidos porque que les vaya mal en un examen, una tarea, o incluso todo un curso. La economía es difícil. Una A, D o F en un examen de economía no disminuye vuestro valor ante los ojos de Dios (o los míos) ni indica que la economía no es para ustedes. Probablemente signifique que tienen que trabajar más inteligentemente, y yo estoy aquí para ayudarles con eso.
Queridos alumnos, alguna vez pensaba como ustedes. Alguna vez cobije las mismas ideas erróneas, la misma letanía de los prejuicios cognitivos, y el mismo deseo adolescente de culpar a otros por mis errores. Yo era (y sigo siendo) muy pobremente atendido por mi inmadurez. Tan sorprendente como pueda parecer, todavía me aferro mucho a ella, incluso después de cuatro años de universidad, cinco años de estudios de posgrado, y de actualmente cinco años y medio como profesor. La economía es difícil, pero convertirse en un miembro responsable de una sociedad libre es muy, muy, muy difícil. Todavía sigo aprendiendo a hacer a un lado las chiquilinadas. Espero hagan lo mismo. Empiecen ahora. El esfuerzo es enorme, pero la recompensa es sustancial.
Este artículo fue inspirado por las discusiones periódicas de evaluación en la academia que aparecen en la página web de la Chronicle of Higher Education y en InsideHigherEd.com. Un ex colega solía citar el versículo de arriba en la parte superior de su plan de estudios de la asignatura Economía 101. Agradezco a Rachel Smith por sus comentarios y sugerencias.
Traducido por Gabriel Gasave
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