La educación es la clave para el futuro: Usted lo ha oído millones de veces, y no está errado. Las personas educadas tienen salarios más altos y tasas de desempleo menores, y los países mejor educados crecen más rápido e innovan más que otras naciones.
Pero asistir a la universidad no es suficiente. También hay que estudiar las materias correctas. Y los estudiantes estadounidenses no están estudiando las carreras que poseen el mayor potencial económico.
En los últimos 25 años, el número total de estudiantes en la universidad se ha incrementado un 50%. Pero el número de estudiantes que se gradúan con títulos en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (las denominadas carreras STEM como se las conoce en inglés) se ha estancado.
Además, muchos de los actuales graduados de carreras STEM nacieron en el extranjero y trasladan su conocimiento y habilidades de regreso a sus países de origen. Considérese el área de la tecnología informática. En 2009 en los EE.UU. se graduaron 37.994 estudiantes con una licenciatura en informática y ciencias de la información. Esto no es malo, pero graduábamos a más estudiantes con títulos en ciencias de la computación hace 25 años.
La historia es la misma en otros campos de la tecnología. Los Estados Unidos graduaron a 5.036 ingenieros químicos en 2009, no más de los que graduamos hace 25 años. En matemáticas y estadísticas había 15.496 graduados en 2009, apenas poco más que los 15.009 graduados de 1985.
Pocas carreras han cambiado tanto en los últimos años como la microbiología, pero en 2009 se graduaron apenas 2.480 estudiantes con títulos de licenciado en microbiología—aproximadamente el mismo número que hace 25 años. ¿Quién resolverá el problema de la resistencia a los antibióticos?
Si los estudiantes no están estudiando ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, ¿qué están estudiando? En 2009, en los EE.UU. se graduaron 89.140 estudiantes en artes visuales y escénicas, más que en ciencias de la computación, matemáticas e ingeniería química combinadas y más del doble el número de graduados en artes visuales y escénicas en 1985.
La historia es la misma en la carrera de psicología, en la que se gradúan alrededor de 95.000 estudiantes al año, más del doble el número de hace 25 años y muy por encima del número de puestos de trabajo disponibles.
Tal vez lo más extraño, a pesar de la declinación en el número de empleos en los medios de comunicación, especialmente en los medios impresos, es que el número de estudiantes en comunicación y periodismo también se ha casi duplicado desde 1985.
No hay nada malo con las artes, la psicología y el periodismo, pero los graduados en estos campos de estudio tienen salarios más bajos y tienen menos probabilidades de encontrar trabajo en sus áreas que los graduados en ciencias y matemáticas.
Como resultado de ello, más de la mitad de todos los graduados en humanidades terminan en empleos que no requieren un título universitario. Los maleteros y botones de hotel no necesitan un título universitario, pero en 2008 el 17,4% de ellos tenía al menos una licenciatura y el 45% había recibido alguna educación universitaria. Los carteros no precisan una educación universitaria, pero en 2008 el 14% tenía por lo menos una licenciatura y el 61% recibió algo de educación universitaria.
No resulta sorprendente que estos graduados no consigan una gran “bonificación” financiera por haber asistido a la universidad. Un graduado universitario en humanidades que consigue un trabajo que requiere un título universitario tenía ingresos anuales medios en 2009 de 21.000 dólares. Para aquellos que terminaron en empleos que no exigen un título universitario, la media fue de sólo 14.000 dólares.
Por otra parte, los graduados en artes, psicología y periodismo tienen menos probabilidades de crear el tipo de innovaciones que impulsan el crecimiento económico.
El crecimiento económico no es un tótem mágico al cual todo lo demás debe hacerle una reverencia, pero es una de las principales razones por las cuales subsidiamos a la educación superior.
Las potenciales ganancias salariales para los graduados universitarios van a los graduados—esa es razón suficiente para que los estudiantes sigan una educación universitaria. Sin embargo, añadimos los subsidios a la mezcla, porque creemos que la educación tiene beneficios positivos indirectos que fluyen hacia la sociedad. Uno de los mayores de estos beneficios es el incremento de la innovación que los trabajadores altamente educados aportan a la economía.
Como resultado, puede hacerse un argumento a favor del hecho de subsidiar a los estudiantes en las carreras con beneficios indirectos potencialmente grandes, tales como microbiología, ingeniería química, física nuclear y ciencias de la computación. Hay poca justificación para subsidiar carreras como artes visuales, psicología y periodismo.
La universidad ha sido sobrevendida. Ha sido sobrevendida a los estudiantes que terminan abandonando o se gradúan con títulos que no los ayudan mucho en el mercado laboral. Y ha sido sobrevendida también a los contribuyentes, que pagan la cuenta de subsidios que no hacen nada para alentar la innovación y el crecimiento económico.
Traducido por Gabriel Gasave
La universidad ha sido sobrevendida
La educación es la clave para el futuro: Usted lo ha oído millones de veces, y no está errado. Las personas educadas tienen salarios más altos y tasas de desempleo menores, y los países mejor educados crecen más rápido e innovan más que otras naciones.
Pero asistir a la universidad no es suficiente. También hay que estudiar las materias correctas. Y los estudiantes estadounidenses no están estudiando las carreras que poseen el mayor potencial económico.
En los últimos 25 años, el número total de estudiantes en la universidad se ha incrementado un 50%. Pero el número de estudiantes que se gradúan con títulos en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (las denominadas carreras STEM como se las conoce en inglés) se ha estancado.
Además, muchos de los actuales graduados de carreras STEM nacieron en el extranjero y trasladan su conocimiento y habilidades de regreso a sus países de origen. Considérese el área de la tecnología informática. En 2009 en los EE.UU. se graduaron 37.994 estudiantes con una licenciatura en informática y ciencias de la información. Esto no es malo, pero graduábamos a más estudiantes con títulos en ciencias de la computación hace 25 años.
La historia es la misma en otros campos de la tecnología. Los Estados Unidos graduaron a 5.036 ingenieros químicos en 2009, no más de los que graduamos hace 25 años. En matemáticas y estadísticas había 15.496 graduados en 2009, apenas poco más que los 15.009 graduados de 1985.
Pocas carreras han cambiado tanto en los últimos años como la microbiología, pero en 2009 se graduaron apenas 2.480 estudiantes con títulos de licenciado en microbiología—aproximadamente el mismo número que hace 25 años. ¿Quién resolverá el problema de la resistencia a los antibióticos?
Si los estudiantes no están estudiando ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, ¿qué están estudiando? En 2009, en los EE.UU. se graduaron 89.140 estudiantes en artes visuales y escénicas, más que en ciencias de la computación, matemáticas e ingeniería química combinadas y más del doble el número de graduados en artes visuales y escénicas en 1985.
La historia es la misma en la carrera de psicología, en la que se gradúan alrededor de 95.000 estudiantes al año, más del doble el número de hace 25 años y muy por encima del número de puestos de trabajo disponibles.
Tal vez lo más extraño, a pesar de la declinación en el número de empleos en los medios de comunicación, especialmente en los medios impresos, es que el número de estudiantes en comunicación y periodismo también se ha casi duplicado desde 1985.
No hay nada malo con las artes, la psicología y el periodismo, pero los graduados en estos campos de estudio tienen salarios más bajos y tienen menos probabilidades de encontrar trabajo en sus áreas que los graduados en ciencias y matemáticas.
Como resultado de ello, más de la mitad de todos los graduados en humanidades terminan en empleos que no requieren un título universitario. Los maleteros y botones de hotel no necesitan un título universitario, pero en 2008 el 17,4% de ellos tenía al menos una licenciatura y el 45% había recibido alguna educación universitaria. Los carteros no precisan una educación universitaria, pero en 2008 el 14% tenía por lo menos una licenciatura y el 61% recibió algo de educación universitaria.
No resulta sorprendente que estos graduados no consigan una gran “bonificación” financiera por haber asistido a la universidad. Un graduado universitario en humanidades que consigue un trabajo que requiere un título universitario tenía ingresos anuales medios en 2009 de 21.000 dólares. Para aquellos que terminaron en empleos que no exigen un título universitario, la media fue de sólo 14.000 dólares.
Por otra parte, los graduados en artes, psicología y periodismo tienen menos probabilidades de crear el tipo de innovaciones que impulsan el crecimiento económico.
El crecimiento económico no es un tótem mágico al cual todo lo demás debe hacerle una reverencia, pero es una de las principales razones por las cuales subsidiamos a la educación superior.
Las potenciales ganancias salariales para los graduados universitarios van a los graduados—esa es razón suficiente para que los estudiantes sigan una educación universitaria. Sin embargo, añadimos los subsidios a la mezcla, porque creemos que la educación tiene beneficios positivos indirectos que fluyen hacia la sociedad. Uno de los mayores de estos beneficios es el incremento de la innovación que los trabajadores altamente educados aportan a la economía.
Como resultado, puede hacerse un argumento a favor del hecho de subsidiar a los estudiantes en las carreras con beneficios indirectos potencialmente grandes, tales como microbiología, ingeniería química, física nuclear y ciencias de la computación. Hay poca justificación para subsidiar carreras como artes visuales, psicología y periodismo.
La universidad ha sido sobrevendida. Ha sido sobrevendida a los estudiantes que terminan abandonando o se gradúan con títulos que no los ayudan mucho en el mercado laboral. Y ha sido sobrevendida también a los contribuyentes, que pagan la cuenta de subsidios que no hacen nada para alentar la innovación y el crecimiento económico.
Traducido por Gabriel Gasave
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