[Nota: Este es el sexto de una serie de mini-editoriales sobre la “ciencia basura” que está influyendo en el tema del calentamiento global. Otros tópicos incluyen al Programa de las Naciones Unidas Para el Medio Ambiente (UNEP por sus siglas en inglés) y algunos individuos fuertemente involucrados en estas cuestiones].
Analizamos aquí con cierto detalle el modo en que la información sobre las tendencias del calentamiento fueron introducidas en el Informe del Panel Intergubernamental Sobre el Cambio Climático (IPCC son sus siglas en inglés) de la ONU—cuando en realidad no existían o eran extremadamente pequeñas. Nos concentramos en el período 1979 a 1997. Hubo un enfriamiento hasta 1976 y en 1998 hubo un super “El Niño” y ningún calentamiento posterior.
Nuestra discusión se divide en tres partes: (1) el enfoque de ‘abajo hacia arriba’; (2) el enfoque de ‘arriba a abajo’, y la semana próxima analizaré (3) el tratamiento de las temperaturas de la superficie del mar (SST por su sigla en inglés).
La distorsión de ‘abajo hacia arriba’ de los datos sobre la temperatura
La Unidad de Investigación del Clima de la University of East Anglia (CRU-UEA), bajo la dirección del Dr. Philip Jones, recogió información de estaciones meteorológicas de todo el mundo. Casi todas ellas son estaciones terrestres, que denotan una alta concentración en los Estados Unidos y Europa occidental y una concentración más baja en otros lugares—muchas partes del mundo apenas se encuentran cubiertas por estaciones confiables.
Hay una sinfín de problemas con estos datos, y los investigadores eran conscientes de la mayor parte de ellos. Muchas estaciones generan datos inútiles, ya sea debido a un mantenimiento inadecuado, o por su ubicación. Anthony Watts (en su blog WUWT) ha demostrado que incluso estaciones en los EE.UU. se encontraban mal ubicadas y sujetas a influencias del calentamiento local que no fueron corregidas adecuadamente.
La superficie de la tierra es luego dividida en cuadriculas, de por lo general cinco grados por cinco grados. Cuando existen varias estaciones en una cuadricula, los investigadores escogían aquellas que consideran más fiables—lo que en muchos casos implicaba estaciones urbanas, o estaciones en los aeropuertos, que gozaban de buen mantenimiento. Sin embargo, debido a su ubicación, ellas están sujetas a los efectos de las ‘islas de calor urbano’ (UHI es su sigla en inglés), un calentamiento local que aumenta con la población y el crecimiento urbano a lo largo del tiempo y sugiere una tendencia de la temperatura de carácter mundial. Los investigadores probaron diversas maneras de eliminar esas tendencias de las UHI locales, pero no fueron muy exitosos.
El problema se vio enormemente exacerbado con el cierre de más de la mitad de las estaciones meteorológicas del mundo entre 1970 y 2000 (véase el Sumario del Panel Internacional No gubernamental sobre el Cambio Climático (NIPCC en inglés), Fig. 12), que en la mayoría de los casos eliminó a las estaciones rurales pero también a las estaciones de latitudes más altas y altitudes que tendían a mostrar una tendencia más baja de calentamiento o ninguna tendencia de calentamiento en absoluto. Por ende, debía ser obvio que este drástico cambio en la población de muestreo introduciría una tendencia al calentamiento ficticia que refleja un falso cambio. Michael E. Smith y Joseph D»Aleo han documentado en detalle cómo este tendencias artificiales de la temperatura pudieron ser producidas incluso cuando no existía ninguna tendencia mundial.
Enfoque de ‘arriba a abajo’
En muchos aspectos, el enfoque de ‘arriba a abajo’ para deducir la Temperatura Media Global de la Superficie (GMST en inglés) es preferible al de ‘abajo hacia arriba’ (que deriva la GMST mediante la recopilación de datos de estaciones meteorológicas y lecturas de la superficie del mar). El enfoque de ‘arriba a abajo’ se basa principalmente en datos de los satélites meteorológicos, el único sistema de medición verdaderamente global, que emplea un único instrumento de la Unidad de Sonda por Microondas (MSU en inglés) y por lo tanto es independiente de los caprichos de las estaciones meteorológicas individuales y sus termómetros.
Hay por supuesto algunos inconvenientes: La MSU no puede medir la temperatura en diferentes niveles de la atmósfera sino que deriva en su lugar una ‘media ponderada’ del perfil de la temperatura vertical; los tiempos de observación están establecidos por la órbita del satélite; un cambio del satélite, y del instrumento de la MSU, exige una superposición del tiempo de operación para permitir una recalibración. Sin embargo, al comparar los diferentes ángulos de visión, uno puede modificar los factores de peso y obtener un valor de la temperatura para la ‘baja troposfera’. El grupo de la Universidad de Alabama en Huntsville (UAH), ha demostrado una buena concordancia entre los resultados de la UAH con los de las radiosondas de los globos meteorológicos.
Ya en 1997, me di cuenta de una disparidad entre las tendencias de la temperatura de los satélites y las tendencias en la superficie, especialmente en los trópicos. Véase la Fig. 9 en el libro Hot Talk, Cold Science, 1997). Las tendencias de la troposfera (entre 1979 y 1995) fueron cercanas a cero o incluso ligeramente negativas, mientras que las tendencias en la superficie mostraban un calentamiento de cerca de 0,05 grados por década. Esta disparidad es exactamente lo contrario de lo que cabría esperar de los modelos del efecto invernadero [véase el Segundo Informe de Evaluación (SAR) del IPCC]—es decir, una tendencia positiva (calentamiento) de la troposfera hasta dos veces más grande que la tendencia de la superficie.
Además, me percaté de que los datos asimilados (proxy-data) a los que tuve acceso no exhibían ningún calentamiento de la superficie [datos de los anillos de los árboles de Jacoby y otros (Fig. 16 en Hot Talk, Cold Science) y los datos del núcleo de hielo de Dahl-Jensen y otros]. Intenté afanosamente obtener más datos asimilados pero no tuvo éxito. Por ejemplo, me di cuenta de que el infame gráfico del “palo de hockey” de Michael Mann no se extendía más allá de 1979 y sospeché que sus temperaturas asimiladas se apartaban de los resultados de superficie instrumentados. Sin embargo, cuando le escribí a Mann sobre los datos asimilados posteriores a 1980, sólo recibí una brusca respuesta negativa. Gracias al »climategate» sabemos ahora, lo que había sospechado entonces, es decir, que Mann y Jones se involucraron en un plan para “ocultar la declinación [en las temperaturas asimiladas posteriores a 1979]”.
En resumen: Tanto los resultados del satélite como los datos asimilados nos dicen que el afirmado aumento de la temperatura de la superficie entre 1979 y 1997, exhibida por el IPCC, probablemente sea mucho menor e incluso inexistente.
Traducido por Gabriel Gasave
La ciencia basura
Analizamos aquí con cierto detalle el modo en que la información sobre las tendencias del calentamiento fueron introducidas en el Informe del Panel Intergubernamental Sobre el Cambio Climático (IPCC son sus siglas en inglés) de la ONU—cuando en realidad no existían o eran extremadamente pequeñas. Nos concentramos en el período 1979 a 1997. Hubo un enfriamiento hasta 1976 y en 1998 hubo un super “El Niño” y ningún calentamiento posterior.
Nuestra discusión se divide en tres partes: (1) el enfoque de ‘abajo hacia arriba’; (2) el enfoque de ‘arriba a abajo’, y la semana próxima analizaré (3) el tratamiento de las temperaturas de la superficie del mar (SST por su sigla en inglés).
La distorsión de ‘abajo hacia arriba’ de los datos sobre la temperatura
La Unidad de Investigación del Clima de la University of East Anglia (CRU-UEA), bajo la dirección del Dr. Philip Jones, recogió información de estaciones meteorológicas de todo el mundo. Casi todas ellas son estaciones terrestres, que denotan una alta concentración en los Estados Unidos y Europa occidental y una concentración más baja en otros lugares—muchas partes del mundo apenas se encuentran cubiertas por estaciones confiables.
Hay una sinfín de problemas con estos datos, y los investigadores eran conscientes de la mayor parte de ellos. Muchas estaciones generan datos inútiles, ya sea debido a un mantenimiento inadecuado, o por su ubicación. Anthony Watts (en su blog WUWT) ha demostrado que incluso estaciones en los EE.UU. se encontraban mal ubicadas y sujetas a influencias del calentamiento local que no fueron corregidas adecuadamente.
La superficie de la tierra es luego dividida en cuadriculas, de por lo general cinco grados por cinco grados. Cuando existen varias estaciones en una cuadricula, los investigadores escogían aquellas que consideran más fiables—lo que en muchos casos implicaba estaciones urbanas, o estaciones en los aeropuertos, que gozaban de buen mantenimiento. Sin embargo, debido a su ubicación, ellas están sujetas a los efectos de las ‘islas de calor urbano’ (UHI es su sigla en inglés), un calentamiento local que aumenta con la población y el crecimiento urbano a lo largo del tiempo y sugiere una tendencia de la temperatura de carácter mundial. Los investigadores probaron diversas maneras de eliminar esas tendencias de las UHI locales, pero no fueron muy exitosos.
El problema se vio enormemente exacerbado con el cierre de más de la mitad de las estaciones meteorológicas del mundo entre 1970 y 2000 (véase el Sumario del Panel Internacional No gubernamental sobre el Cambio Climático (NIPCC en inglés), Fig. 12), que en la mayoría de los casos eliminó a las estaciones rurales pero también a las estaciones de latitudes más altas y altitudes que tendían a mostrar una tendencia más baja de calentamiento o ninguna tendencia de calentamiento en absoluto. Por ende, debía ser obvio que este drástico cambio en la población de muestreo introduciría una tendencia al calentamiento ficticia que refleja un falso cambio. Michael E. Smith y Joseph D»Aleo han documentado en detalle cómo este tendencias artificiales de la temperatura pudieron ser producidas incluso cuando no existía ninguna tendencia mundial.
Enfoque de ‘arriba a abajo’
En muchos aspectos, el enfoque de ‘arriba a abajo’ para deducir la Temperatura Media Global de la Superficie (GMST en inglés) es preferible al de ‘abajo hacia arriba’ (que deriva la GMST mediante la recopilación de datos de estaciones meteorológicas y lecturas de la superficie del mar). El enfoque de ‘arriba a abajo’ se basa principalmente en datos de los satélites meteorológicos, el único sistema de medición verdaderamente global, que emplea un único instrumento de la Unidad de Sonda por Microondas (MSU en inglés) y por lo tanto es independiente de los caprichos de las estaciones meteorológicas individuales y sus termómetros.
Hay por supuesto algunos inconvenientes: La MSU no puede medir la temperatura en diferentes niveles de la atmósfera sino que deriva en su lugar una ‘media ponderada’ del perfil de la temperatura vertical; los tiempos de observación están establecidos por la órbita del satélite; un cambio del satélite, y del instrumento de la MSU, exige una superposición del tiempo de operación para permitir una recalibración. Sin embargo, al comparar los diferentes ángulos de visión, uno puede modificar los factores de peso y obtener un valor de la temperatura para la ‘baja troposfera’. El grupo de la Universidad de Alabama en Huntsville (UAH), ha demostrado una buena concordancia entre los resultados de la UAH con los de las radiosondas de los globos meteorológicos.
Ya en 1997, me di cuenta de una disparidad entre las tendencias de la temperatura de los satélites y las tendencias en la superficie, especialmente en los trópicos. Véase la Fig. 9 en el libro Hot Talk, Cold Science, 1997). Las tendencias de la troposfera (entre 1979 y 1995) fueron cercanas a cero o incluso ligeramente negativas, mientras que las tendencias en la superficie mostraban un calentamiento de cerca de 0,05 grados por década. Esta disparidad es exactamente lo contrario de lo que cabría esperar de los modelos del efecto invernadero [véase el Segundo Informe de Evaluación (SAR) del IPCC]—es decir, una tendencia positiva (calentamiento) de la troposfera hasta dos veces más grande que la tendencia de la superficie.
Además, me percaté de que los datos asimilados (proxy-data) a los que tuve acceso no exhibían ningún calentamiento de la superficie [datos de los anillos de los árboles de Jacoby y otros (Fig. 16 en Hot Talk, Cold Science) y los datos del núcleo de hielo de Dahl-Jensen y otros]. Intenté afanosamente obtener más datos asimilados pero no tuvo éxito. Por ejemplo, me di cuenta de que el infame gráfico del “palo de hockey” de Michael Mann no se extendía más allá de 1979 y sospeché que sus temperaturas asimiladas se apartaban de los resultados de superficie instrumentados. Sin embargo, cuando le escribí a Mann sobre los datos asimilados posteriores a 1980, sólo recibí una brusca respuesta negativa. Gracias al »climategate» sabemos ahora, lo que había sospechado entonces, es decir, que Mann y Jones se involucraron en un plan para “ocultar la declinación [en las temperaturas asimiladas posteriores a 1979]”.
En resumen: Tanto los resultados del satélite como los datos asimilados nos dicen que el afirmado aumento de la temperatura de la superficie entre 1979 y 1997, exhibida por el IPCC, probablemente sea mucho menor e incluso inexistente.
Traducido por Gabriel Gasave
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