La Ley C-13, actualmente en su tercer tratamiento ante el Senado, repite lo que el gobierno federal estadounidense hizo unas pocas décadas atrás: la misma criminaliza el uso de información privilegiada. También imita la más reciente Ley Sarbanes-Oxley, la cual es citada en la explicación de la ley que aparece en la Internet. No es la primera vez que el gobierno canadiense importa lo peor de los EE.UU., mientras elude lo mejor.
Existe en verdad un pequeño secreto del que muchos de nosotros en Canadá no hemos sido conscientes: en la mayoría de los campos, hemos sido históricamente más libres en Canadá que aquellos en “la tierra del libre.” El aspecto sucio de este pequeño secreto es que el gobierno federal , y a veces los gobiernos provinciales, han estado tratando fuertemente de crear un campo de juego para la tiranía.
Virtualmente todas las pendientes resbaladizas comenzaron en los EE.UU. muchos años, a veces décadas, antes de ser importadas a Canadá. El impuesto federal a las ganancias estadounidense fue intentado durante la Guerra Civil, re-adoptado en 1894, y reestablecido en 1913 tras una enmienda constitucional; en Canadá, el impuesto a las ganancias fue solamente impuesto en 1917. El gobierno estadounidense introdujo el seguro por desempleo en 1935; el gobierno canadiense en 1940.
The Federal Reserve System (El Sistema de la Reserva Federal), el banco central estadounidense, fue creado en 1913; el Bank of Canada, tan sólo en 1935. De hecho, el “free banking” (bancos privados que emiten dinero privado) prosperó en Canadá durante gran parte de nuestra historia. “Es difícil de imaginar en la actualidad,” dice la propaganda de los federales en la Internet, “pero no hace mucho tiempo atrás el papel moneda en Canadá era emitido por los bancos comerciales. Eso era antes de 1934, cuando la Ley del Banco de Canadá estableció un banco central con el derecho exclusivo de emitir papel moneda.” ¿Cómo podríamos sobrevivir?
Como lo destaca William Watson en su libro de 1998, Globalization and the Meaning of Canadian Life, el New Deal estadounidense fue imitado por el gobierno conservador de R.B. Bennett tras un retraso de unos pocos años, y con mucha resistencia. El liberal Mackenzie King no podía decidir si el mismo era “Hitlerismo, fascismo o comunismo.” Alexandre Taschereau, el premier liberal de Québec, consideraba que el mismo era “una aventura socialista lindante con el comunismo.”
Más recientemente, la misma historia es relatada por la legislación sobre el lavado de dinero, introducida en las leyes federales de los EE.UU. en 1970, y plagiada aquí después de una demora de 20 años, con la Ley sobre el Lavado de Dinero de 1991. Mientras tanto, nuevas leyes estadounidenses adoptadas en los años 80 habían criminalizado la materia. Una legislación más severa fue adoptada por el gobierno de los EE.UU. en 1994. Este torrente de nuevas leyes fue imitado nuevamente en 2000 por otra Ley sobre el Lavado de Dinero, la cual forzaba a los bancos canadienses, a las instituciones financieras y a otras empresas y profesionales a informar acerca de clientes sospechosos y a elaborar un STR (siglas en inglés para Suspicious Transaction Report es decir un Informe sobre Transacciones Sospechosas), el equivalente del SAR estadounidense (siglas en inglés para Suspicious Activity Report o Informe de Actividades Sospechosas). La legislación canadiense de 2000 creó también una nueva burocracia, el FINTRAC (Financial Transactions Reports Analysis Centre of Canada,) el pequeño hermano del FinCEN (Financial Crimes Enforcement Network) estadounidense. Ellos incluso intentaron ocultar el plagio.
La progresiva aparición de los papeles de identificación gubernamentales, principalmente la licencia de conducir con fotografía, comenzó en los EE.UU. unas pocas décadas atrás, antes de ser imitada en Canadá en los 90. El uso difundido del número de la seguridad social en los EE.UU. (donde uno no podría sorprenderse de saber que es actualmente requerido para ordenar una pizza) precedió durante poco más de 10 años a la proliferación del número del seguro social en Canadá. Estamos, en este sentido, siendo estadounizados muy rápidamente.
La guerra contra las drogas, el informar sobre los padres que toman fotos de desnudos de sus hijos, el atrapar a todo el crimen de violencia doméstica, la agenda legislativa feminista, la manía medio ambientalista (con la única excepción de Kyoto), la caza de brujas del gobierno corporativo, el enjuiciamiento del acoso sexual en un sentido muy amplio, la Jihad contra el fumar, la cacería de la gordura—todas estas cruzadas se iniciaron en los Estados Unidos y fueron abrazadas por nuestros propios tiranos.
Existen gloriosas excepciones donde los estadounidenses permanecen más libres, pero es rara vez completamente en blanco y negro. Los impuestos son más bajos en los EE.UU. que en Canadá, pero esto es solamente desde los años 60. La defensa propia y la libertad de expresión han resistido mejor en los EE.UU., pero estas libertades tradicionales han estado también bajo ataque. El seguro privado de salud no está prohibido en los Estados Unidos, pero el 40% de los gastos de salud es cubierto con dinero de los contribuyentes (comparado con el 70% en Canadá), y la industria se encuentra estrechamente regulada.
Unos pocos intelectuales canadienses han comenzado recientemente a destapar los hechos acerca de las tradicionales libertades canadienses: Además de William Watson, tenemos a Martin Masse, editor del Le Québécois Libre, a Chris Leithner, un canadiense que vive en Australia y es colaborador del Québécois Libre, y a Michel-Kelly Gagnon, presidente del Montreal Economic Institute. Janet Ajzenstat, Profesora de Ciencias Políticas en McMaster, le ha dedicado una parte importante de su trabajo al tema de la libertad canadiense.
Quizás debiésemos recuperar el nacionalismo canadiense, y convertirlo en una herramienta de liberación en vez del arma para el esclavizamiento izquierdista en el que se ha convertido, y desarrollar un modelo canadiense basado en nuestra herencia de libertad.
Traducido por Gabriel Gasave
Canadá: La tierra del libre
La Ley C-13, actualmente en su tercer tratamiento ante el Senado, repite lo que el gobierno federal estadounidense hizo unas pocas décadas atrás: la misma criminaliza el uso de información privilegiada. También imita la más reciente Ley Sarbanes-Oxley, la cual es citada en la explicación de la ley que aparece en la Internet. No es la primera vez que el gobierno canadiense importa lo peor de los EE.UU., mientras elude lo mejor.
Existe en verdad un pequeño secreto del que muchos de nosotros en Canadá no hemos sido conscientes: en la mayoría de los campos, hemos sido históricamente más libres en Canadá que aquellos en “la tierra del libre.” El aspecto sucio de este pequeño secreto es que el gobierno federal , y a veces los gobiernos provinciales, han estado tratando fuertemente de crear un campo de juego para la tiranía.
Virtualmente todas las pendientes resbaladizas comenzaron en los EE.UU. muchos años, a veces décadas, antes de ser importadas a Canadá. El impuesto federal a las ganancias estadounidense fue intentado durante la Guerra Civil, re-adoptado en 1894, y reestablecido en 1913 tras una enmienda constitucional; en Canadá, el impuesto a las ganancias fue solamente impuesto en 1917. El gobierno estadounidense introdujo el seguro por desempleo en 1935; el gobierno canadiense en 1940.
The Federal Reserve System (El Sistema de la Reserva Federal), el banco central estadounidense, fue creado en 1913; el Bank of Canada, tan sólo en 1935. De hecho, el “free banking” (bancos privados que emiten dinero privado) prosperó en Canadá durante gran parte de nuestra historia. “Es difícil de imaginar en la actualidad,” dice la propaganda de los federales en la Internet, “pero no hace mucho tiempo atrás el papel moneda en Canadá era emitido por los bancos comerciales. Eso era antes de 1934, cuando la Ley del Banco de Canadá estableció un banco central con el derecho exclusivo de emitir papel moneda.” ¿Cómo podríamos sobrevivir?
Como lo destaca William Watson en su libro de 1998, Globalization and the Meaning of Canadian Life, el New Deal estadounidense fue imitado por el gobierno conservador de R.B. Bennett tras un retraso de unos pocos años, y con mucha resistencia. El liberal Mackenzie King no podía decidir si el mismo era “Hitlerismo, fascismo o comunismo.” Alexandre Taschereau, el premier liberal de Québec, consideraba que el mismo era “una aventura socialista lindante con el comunismo.”
Más recientemente, la misma historia es relatada por la legislación sobre el lavado de dinero, introducida en las leyes federales de los EE.UU. en 1970, y plagiada aquí después de una demora de 20 años, con la Ley sobre el Lavado de Dinero de 1991. Mientras tanto, nuevas leyes estadounidenses adoptadas en los años 80 habían criminalizado la materia. Una legislación más severa fue adoptada por el gobierno de los EE.UU. en 1994. Este torrente de nuevas leyes fue imitado nuevamente en 2000 por otra Ley sobre el Lavado de Dinero, la cual forzaba a los bancos canadienses, a las instituciones financieras y a otras empresas y profesionales a informar acerca de clientes sospechosos y a elaborar un STR (siglas en inglés para Suspicious Transaction Report es decir un Informe sobre Transacciones Sospechosas), el equivalente del SAR estadounidense (siglas en inglés para Suspicious Activity Report o Informe de Actividades Sospechosas). La legislación canadiense de 2000 creó también una nueva burocracia, el FINTRAC (Financial Transactions Reports Analysis Centre of Canada,) el pequeño hermano del FinCEN (Financial Crimes Enforcement Network) estadounidense. Ellos incluso intentaron ocultar el plagio.
La progresiva aparición de los papeles de identificación gubernamentales, principalmente la licencia de conducir con fotografía, comenzó en los EE.UU. unas pocas décadas atrás, antes de ser imitada en Canadá en los 90. El uso difundido del número de la seguridad social en los EE.UU. (donde uno no podría sorprenderse de saber que es actualmente requerido para ordenar una pizza) precedió durante poco más de 10 años a la proliferación del número del seguro social en Canadá. Estamos, en este sentido, siendo estadounizados muy rápidamente.
La guerra contra las drogas, el informar sobre los padres que toman fotos de desnudos de sus hijos, el atrapar a todo el crimen de violencia doméstica, la agenda legislativa feminista, la manía medio ambientalista (con la única excepción de Kyoto), la caza de brujas del gobierno corporativo, el enjuiciamiento del acoso sexual en un sentido muy amplio, la Jihad contra el fumar, la cacería de la gordura—todas estas cruzadas se iniciaron en los Estados Unidos y fueron abrazadas por nuestros propios tiranos.
Existen gloriosas excepciones donde los estadounidenses permanecen más libres, pero es rara vez completamente en blanco y negro. Los impuestos son más bajos en los EE.UU. que en Canadá, pero esto es solamente desde los años 60. La defensa propia y la libertad de expresión han resistido mejor en los EE.UU., pero estas libertades tradicionales han estado también bajo ataque. El seguro privado de salud no está prohibido en los Estados Unidos, pero el 40% de los gastos de salud es cubierto con dinero de los contribuyentes (comparado con el 70% en Canadá), y la industria se encuentra estrechamente regulada.
Unos pocos intelectuales canadienses han comenzado recientemente a destapar los hechos acerca de las tradicionales libertades canadienses: Además de William Watson, tenemos a Martin Masse, editor del Le Québécois Libre, a Chris Leithner, un canadiense que vive en Australia y es colaborador del Québécois Libre, y a Michel-Kelly Gagnon, presidente del Montreal Economic Institute. Janet Ajzenstat, Profesora de Ciencias Políticas en McMaster, le ha dedicado una parte importante de su trabajo al tema de la libertad canadiense.
Quizás debiésemos recuperar el nacionalismo canadiense, y convertirlo en una herramienta de liberación en vez del arma para el esclavizamiento izquierdista en el que se ha convertido, y desarrollar un modelo canadiense basado en nuestra herencia de libertad.
Traducido por Gabriel Gasave
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