Se encuentran circulando informes de que el Presidente Bush se prepone dividir a un Irak post-Saddam en tres sectores: norte, sur y central. Dos generales estadounidenses retirados administrarían por separado el norte y el sur mientras que el sector central, incluyendo Bagdad, sería supervisado por una mujer: Barbara Bodine, ex embajadora en Yemen.
La reacción a estas noticias—y a su eventualidad en sí misma—será interesante, no solamente entre los árabes sino también entre la izquierda estadounidense, especialmente las feministas izquierdistas.
Bodine, de 54 años, ha sido descrita como “una diplomática estadounidense con un gusto por el peligro y una ambición por hacer avanzar la causa de las mujeres árabes.” Ella también comparte la creencia de la administración Bush de que la mayoría del pueblo musulmán desea la democracia.
El “gusto por el peligro” de Bodine está evidenciado por la dramática historia de sus anteriores destinos en el Oriente Medio. Durante la guerra Irán-Irak a comienzos de los 80 ella era el funcionario principal interino en Bagdad. Antes de la invasión iraquí de Kuwait de 1990, era subdirectora de la misión en Kuwait y soportó un sitio de 137 días por parte de las tropas iraquíes de la embajada estadounidense. Fue embajadora de los EE.UU. en Yemen en 2000 cuando el navío USS Cole fue bombardeado. En 2001, sobrevivió al secuestro de un aeroplano.
Sintetizando, Bodine se encuentra calificada. Pero eso también involucra otras dos actitudes: ella es una mujer; y es de derecha.
El sexo de Bodine puede ser un problema para algunos estados árabes con los cuales ella tendría que negociar. Arabia Saudita, por ejemplo, es notoria por su draconiana actitud hacia las mujeres, y peor aun si son mujeres no-árabes y no-musulmanas en posiciones de poder. La Liga Árabe, cuando fue informada de los planes post-Saddam, según se informa, expresó su agravio.
El propio Irak es probable que vea al género de Bodine como un insulto. Aunque Saddam cortejó el favor occidental implementando políticas pro-mujer en el pasado (por las cuales las feministas estadounidenses parecían elogiarlo), esos avances colapsaron a medida que el favor occidental se convirtió en una meta inalcanzable.
En general, el mundo árabe no le da la bienvenida ni desea a mujeres en el poder, especialmente poder sobre los hombres. La presencia de Bodine puede ser un escollo para la estabilidad de alguna solución de post guerra. Y Bush puede estar intercambiando una ventaja externa por una doméstica.
Porque, internamente, el nombramiento de Bodine es un movimiento brillante. Las feministas izquierdistas no van a aplaudirla, no obstante lo progresistas que sus metas en favor de las mujeres árabes puedan ser. Las mismas permanecerán en silencio—como lo están ahora—o la condenarán.
La condenación será efectuada mediante débiles alabanzas con un remate de crítica. Por ejemplo, dirán: “Bush ha enviado a Bodine a una situación imposible, como una dádiva arrojada a las mujeres iraquíes mientras le niega el derecho al aborto a las mujeres estadounidenses.” Organizaciones como NOW odian a Bush por su posición respecto del aborto y estarán dispuestas a ignorar el infortunio de las mujeres musulmanas si el mismo las distrae un ápice de sus propias metas domésticas. (Kay Hymowitz se extiende sobre este punto en su excelente artículo titulado, “Feminists to Muslim Women: Drop Dead.”)
La estrategia de Bush en designar a Bodine (si las rumores son ciertos) es “brillante” porque la misma incorpora lo que yo llamo “desbordando al oponente a la izquierda.” Traducción: Él está tomando los principios acariciados por la izquierda y los está aplicando de una manera que lo beneficia y los hace atragantarse.
El principio: Las mujeres deberían estar en posiciones de poder. El designar a Bodine haría eso. El principio: Las mujeres árabes precisan igualdad de derechos. Designar a la pro-mujer Bodine fomentaría eso.
Si las feministas izquierdistas creen en sus propios principios, saltarán en sus pies, aplaudiendo locamente. Pero Bodine es de derecha y esto garantiza que sus traseros permanecerán sentados, plantados firmemente sobre sus manos.
La izquierda es buena en el agravio. Es buena para gritar “sexista,” “racista,” “explotador,” “hipócrita”… complete el espacio en blanco ad hominem. Son mezquinos al tratar con cualquiera que aplique sus propios principios mejor que ellos porque esto jala el elevado fundamento moral de debajo de ellos.
Considérese otra movida “flanqueando a la izquierda” … es decir, el nombramiento de Miguel Estrada como el primer latino en un tribunal federal de apelaciones en Washington. Los demócratas se están oponiendo a él con toda su fuerza porque es de derecha. Esto le permite a los republicanos contrarrestar con la sonora acusación izquierdista de que los demócratas son “anti-minorías,” “anti-hispanos.” Es buena estrategia.
La intención exteriorizada de la administración Bush de designar a Bodine por sí misma les provoca la misma cosa a las feministas izquierdistas. ¿En base a qué argumentos pueden oponerse? ¿En base a qué argumentos pueden no aplaudir?
La razón tácita será que la carrera de Bodine está arraigada profundamente dentro de los intereses republicanos. Ella ha servido bajo Reagan, George Bush Senior y la presidencia actual de Bush. Bodine también ha trabajado para Bod Dole y Henry Kissinger. Y los demócratas han criticado su lealtad a las administraciones republicanas antes.
La crítica caerá en oídos sordos. Bush parece estar posicionando a Bodine para que asuma el rápido control de Irak central. Ella ha sido convocada de su año sabático en la University of California para servir como civil senior en una fuerza de tareas del Pentágono que considera la reconstrucción del Irak post-Saddam.
El jugar la “carta de Bodine” es una movida agresiva por parte de la administración Bush. Es probable que complique alguna resolución para el Irak post-Saddam. Pero es también probable que solidifique el apoyo interno a Bush tan solo debido a que la misma recorta otra pluma del ala de los izquierdistas.
Traducido por Gabriel Gasave
Una mujer para reemplazar a Saddam
Se encuentran circulando informes de que el Presidente Bush se prepone dividir a un Irak post-Saddam en tres sectores: norte, sur y central. Dos generales estadounidenses retirados administrarían por separado el norte y el sur mientras que el sector central, incluyendo Bagdad, sería supervisado por una mujer: Barbara Bodine, ex embajadora en Yemen.
La reacción a estas noticias—y a su eventualidad en sí misma—será interesante, no solamente entre los árabes sino también entre la izquierda estadounidense, especialmente las feministas izquierdistas.
Bodine, de 54 años, ha sido descrita como “una diplomática estadounidense con un gusto por el peligro y una ambición por hacer avanzar la causa de las mujeres árabes.” Ella también comparte la creencia de la administración Bush de que la mayoría del pueblo musulmán desea la democracia.
El “gusto por el peligro” de Bodine está evidenciado por la dramática historia de sus anteriores destinos en el Oriente Medio. Durante la guerra Irán-Irak a comienzos de los 80 ella era el funcionario principal interino en Bagdad. Antes de la invasión iraquí de Kuwait de 1990, era subdirectora de la misión en Kuwait y soportó un sitio de 137 días por parte de las tropas iraquíes de la embajada estadounidense. Fue embajadora de los EE.UU. en Yemen en 2000 cuando el navío USS Cole fue bombardeado. En 2001, sobrevivió al secuestro de un aeroplano.
Sintetizando, Bodine se encuentra calificada. Pero eso también involucra otras dos actitudes: ella es una mujer; y es de derecha.
El sexo de Bodine puede ser un problema para algunos estados árabes con los cuales ella tendría que negociar. Arabia Saudita, por ejemplo, es notoria por su draconiana actitud hacia las mujeres, y peor aun si son mujeres no-árabes y no-musulmanas en posiciones de poder. La Liga Árabe, cuando fue informada de los planes post-Saddam, según se informa, expresó su agravio.
El propio Irak es probable que vea al género de Bodine como un insulto. Aunque Saddam cortejó el favor occidental implementando políticas pro-mujer en el pasado (por las cuales las feministas estadounidenses parecían elogiarlo), esos avances colapsaron a medida que el favor occidental se convirtió en una meta inalcanzable.
En general, el mundo árabe no le da la bienvenida ni desea a mujeres en el poder, especialmente poder sobre los hombres. La presencia de Bodine puede ser un escollo para la estabilidad de alguna solución de post guerra. Y Bush puede estar intercambiando una ventaja externa por una doméstica.
Porque, internamente, el nombramiento de Bodine es un movimiento brillante. Las feministas izquierdistas no van a aplaudirla, no obstante lo progresistas que sus metas en favor de las mujeres árabes puedan ser. Las mismas permanecerán en silencio—como lo están ahora—o la condenarán.
La condenación será efectuada mediante débiles alabanzas con un remate de crítica. Por ejemplo, dirán: “Bush ha enviado a Bodine a una situación imposible, como una dádiva arrojada a las mujeres iraquíes mientras le niega el derecho al aborto a las mujeres estadounidenses.” Organizaciones como NOW odian a Bush por su posición respecto del aborto y estarán dispuestas a ignorar el infortunio de las mujeres musulmanas si el mismo las distrae un ápice de sus propias metas domésticas. (Kay Hymowitz se extiende sobre este punto en su excelente artículo titulado, “Feminists to Muslim Women: Drop Dead.”)
La estrategia de Bush en designar a Bodine (si las rumores son ciertos) es “brillante” porque la misma incorpora lo que yo llamo “desbordando al oponente a la izquierda.” Traducción: Él está tomando los principios acariciados por la izquierda y los está aplicando de una manera que lo beneficia y los hace atragantarse.
El principio: Las mujeres deberían estar en posiciones de poder. El designar a Bodine haría eso. El principio: Las mujeres árabes precisan igualdad de derechos. Designar a la pro-mujer Bodine fomentaría eso.
Si las feministas izquierdistas creen en sus propios principios, saltarán en sus pies, aplaudiendo locamente. Pero Bodine es de derecha y esto garantiza que sus traseros permanecerán sentados, plantados firmemente sobre sus manos.
La izquierda es buena en el agravio. Es buena para gritar “sexista,” “racista,” “explotador,” “hipócrita”… complete el espacio en blanco ad hominem. Son mezquinos al tratar con cualquiera que aplique sus propios principios mejor que ellos porque esto jala el elevado fundamento moral de debajo de ellos.
Considérese otra movida “flanqueando a la izquierda” … es decir, el nombramiento de Miguel Estrada como el primer latino en un tribunal federal de apelaciones en Washington. Los demócratas se están oponiendo a él con toda su fuerza porque es de derecha. Esto le permite a los republicanos contrarrestar con la sonora acusación izquierdista de que los demócratas son “anti-minorías,” “anti-hispanos.” Es buena estrategia.
La intención exteriorizada de la administración Bush de designar a Bodine por sí misma les provoca la misma cosa a las feministas izquierdistas. ¿En base a qué argumentos pueden oponerse? ¿En base a qué argumentos pueden no aplaudir?
La razón tácita será que la carrera de Bodine está arraigada profundamente dentro de los intereses republicanos. Ella ha servido bajo Reagan, George Bush Senior y la presidencia actual de Bush. Bodine también ha trabajado para Bod Dole y Henry Kissinger. Y los demócratas han criticado su lealtad a las administraciones republicanas antes.
La crítica caerá en oídos sordos. Bush parece estar posicionando a Bodine para que asuma el rápido control de Irak central. Ella ha sido convocada de su año sabático en la University of California para servir como civil senior en una fuerza de tareas del Pentágono que considera la reconstrucción del Irak post-Saddam.
El jugar la “carta de Bodine” es una movida agresiva por parte de la administración Bush. Es probable que complique alguna resolución para el Irak post-Saddam. Pero es también probable que solidifique el apoyo interno a Bush tan solo debido a que la misma recorta otra pluma del ala de los izquierdistas.
Traducido por Gabriel Gasave
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