¿Por qué la reforma del ciclo K-12 es un proceso interminable y crecientemente urgente? Respuesta: En razón de que las reformas propuestas raramente atienden los problemas subyacentes. La mayoría de las propuestas apuntan a mejorar al sistema escolar sin cambiarlo de manera fundamental.
He aquí las cuestiones ampliamente ignoradas que exigen atención. Las escuelas públicas son responsables ante los funcionarios del gobierno aún cuando la experiencia nos dice que los productores deberían ser directamente responsables ante las personas a las que atienden. Los humanos somos increíblemente diversos, no obstante ello, las escuelas públicas apuntan a educar a cada niño de la misma manera. La especialización aumenta la productividad y la calidad de los servicios, pero impedimos la especialización al politizar los planes de estudio, el contenido de los libros de texto, y al asignarle la misma escuela a todos los habitantes de un vecindario.
Nuestra política de financiar a las escuelas públicas en lugar de a los niños presume, contra una montaña de evidencia contemporánea e histórica, que la competencia es buena en todos los ordenes con excepción de los establecimientos escolares del ciclo K-12. Aún cuando el sistema entero se encuentra quebrado (“Una Nación en Riesgo”)—tanto el público como el privado, combinados—debatimos acerca de sí los niños pobres se benefician con las transferencias a las escuelas privadas existentes. Toda esa información nos dice que la mayoría de las escuelas privadas existentes producen resultados ligeramente mejores, pero aún completamente inaceptables, de forma mucho más eficiente que las escuelas públicas. El debate sobre realizarle ajustes a un sistema fundamentalmente defectuoso-cosas tales como la cantidad de alumnos por clase y el entrenamiento de los maestros-implica negar por completo problemas mucho mayores. Es algo así como debatir sí debiéramos instalarle mejores neumáticos y utilizar combustible de un octanaje más alto en un automóvil mal diseñado.
Observemos algunas de las propuestas actuales, y a los supuestos experimentos. Una iniciativa electoral de Michigan y un nuevo programa de Florida le suministran vales de menor cuantía (el importe es menor de lo que apoya a los usuarios de las escuelas públicas) a quienes asisten a escuelas de bajo desempeño. Tales enfoques poseen dos defectos fundamentales.
Primero, pretenden que solamente unas relativamente pocas escuelas son de bajo desempeño, aún a pesar de que prácticamente todos los niños fallan en responder preguntas sencillas en los exámenes nacionales y que las universidades gastan crecientes millones en cursos de apoyo. Segundo, al financiar a los usuarios de las escuelas públicas a una tasa mucho más alta que a los usuarios de las escuelas privadas, afirman que algunos niños y contribuyentes son menos importantes, y con menos derecho a los beneficios de sus impuestos que otros.
Los programas de vales de bajos ingresos de Milwaukee y de Cleveland pretenden que las mejores escuelas públicas de los suburbios y las escuelas privadas son buenas. Tristemente, que algo sea mejor usualmente se encuentra aún lejos de ser bueno. Nuevamente, ellos colocan al bienestar de los empleados de las escuelas públicas por encima de los intereses de los niños al limitar la disponibilidad del vale, y al emitir vales SUB-PAR.
Además, contrariamente a la exageración de los medios de comunicación respecto de los denominados “experimentos” de Milwaukee y de Cleveland, los mismos son demasiado pequeños y restrictivos como para probar algún aspecto significativo de una política que pudiese transformar al sistema. Los programas de Florida y de Milwaukee contienen también un defecto fatal que rara vez es reconocido. Les prohíben a los padres hacer aportes suplementarios (“adicionales”) a los fondos del vale con su propio dinero. Eso reduce las opciones de los padres, el gasto total en educación, el incentivo para innovar, y la capacidad para desarrollar y para implementar practicas innovadoras.
A través de la Proposición 38 de California y de las propuestas de vales del Gobernador Gary Jonson (republicano de Nuevo México) se financia a los usuarios de las escuelas privadas en la mitad del nivel de los usuarios de las escuelas públicas, y de esa forma se sigue discriminando contra quienes concurren a las escuelas privadas y se limitan las opciones y el bienestar de los niños, aunque no obstante las mismas son por lejos las mejores propuestas de reforma sobre la mesa. Dado que estas propuestas de vales son universales, y los adicionales están permitidos, las mismas le aseguran a nuestra población tan diversa alguna de las oportunidades de la especialización y del comportamiento competitivo que los educadores y los niños por igual precisan de manera desesperada.
Existen diferencias importantes en las habilidades e intereses de los educadores y de los niños. Las fuerzas del mercado poseen antecedentes sorprendentes (incluida la educación del ciclo escolar K-12) en producir constantemente servicios mejores y tan diversos como lo son los compradores. Por lo tanto, se concluye que solamente un sistema competitivo de elección universal de los progenitores y que no favorezca a los usuarios de algunas escuelas por sobre los de otras, puede asignarle a cada niño a la escuela especializada y en constante mejoría que sea mejor para ellos.
Los votantes de California tienen que realizar una difícil elección. ¿Deberían votar a favor de la Proposición 38, y obtener ganancias significativas, pero arriesgarse a quedar atrapados en un enfoque defectuoso, o insistir a favor de la elección de los padres, la que no favorece a los usuarios de las escuelas públicas? El defecto es significativo, pero no hay garantía alguna de que una propuesta mejor vaya a surgir pronto, y mientras tanto, el actual sistema continuará ganándose su reputación de ser el desvelo número uno de los estadounidenses, y seguirá probando que otras clases de reformas tan solo son costosos actos de futilidad.
Traducido Gabriel Gasave
Las reformas educativas generalmente ignoran las causas de fondo
¿Por qué la reforma del ciclo K-12 es un proceso interminable y crecientemente urgente? Respuesta: En razón de que las reformas propuestas raramente atienden los problemas subyacentes. La mayoría de las propuestas apuntan a mejorar al sistema escolar sin cambiarlo de manera fundamental.
He aquí las cuestiones ampliamente ignoradas que exigen atención. Las escuelas públicas son responsables ante los funcionarios del gobierno aún cuando la experiencia nos dice que los productores deberían ser directamente responsables ante las personas a las que atienden. Los humanos somos increíblemente diversos, no obstante ello, las escuelas públicas apuntan a educar a cada niño de la misma manera. La especialización aumenta la productividad y la calidad de los servicios, pero impedimos la especialización al politizar los planes de estudio, el contenido de los libros de texto, y al asignarle la misma escuela a todos los habitantes de un vecindario.
Nuestra política de financiar a las escuelas públicas en lugar de a los niños presume, contra una montaña de evidencia contemporánea e histórica, que la competencia es buena en todos los ordenes con excepción de los establecimientos escolares del ciclo K-12. Aún cuando el sistema entero se encuentra quebrado (“Una Nación en Riesgo”)—tanto el público como el privado, combinados—debatimos acerca de sí los niños pobres se benefician con las transferencias a las escuelas privadas existentes. Toda esa información nos dice que la mayoría de las escuelas privadas existentes producen resultados ligeramente mejores, pero aún completamente inaceptables, de forma mucho más eficiente que las escuelas públicas. El debate sobre realizarle ajustes a un sistema fundamentalmente defectuoso-cosas tales como la cantidad de alumnos por clase y el entrenamiento de los maestros-implica negar por completo problemas mucho mayores. Es algo así como debatir sí debiéramos instalarle mejores neumáticos y utilizar combustible de un octanaje más alto en un automóvil mal diseñado.
Observemos algunas de las propuestas actuales, y a los supuestos experimentos. Una iniciativa electoral de Michigan y un nuevo programa de Florida le suministran vales de menor cuantía (el importe es menor de lo que apoya a los usuarios de las escuelas públicas) a quienes asisten a escuelas de bajo desempeño. Tales enfoques poseen dos defectos fundamentales.
Primero, pretenden que solamente unas relativamente pocas escuelas son de bajo desempeño, aún a pesar de que prácticamente todos los niños fallan en responder preguntas sencillas en los exámenes nacionales y que las universidades gastan crecientes millones en cursos de apoyo. Segundo, al financiar a los usuarios de las escuelas públicas a una tasa mucho más alta que a los usuarios de las escuelas privadas, afirman que algunos niños y contribuyentes son menos importantes, y con menos derecho a los beneficios de sus impuestos que otros.
Los programas de vales de bajos ingresos de Milwaukee y de Cleveland pretenden que las mejores escuelas públicas de los suburbios y las escuelas privadas son buenas. Tristemente, que algo sea mejor usualmente se encuentra aún lejos de ser bueno. Nuevamente, ellos colocan al bienestar de los empleados de las escuelas públicas por encima de los intereses de los niños al limitar la disponibilidad del vale, y al emitir vales SUB-PAR.
Además, contrariamente a la exageración de los medios de comunicación respecto de los denominados “experimentos” de Milwaukee y de Cleveland, los mismos son demasiado pequeños y restrictivos como para probar algún aspecto significativo de una política que pudiese transformar al sistema. Los programas de Florida y de Milwaukee contienen también un defecto fatal que rara vez es reconocido. Les prohíben a los padres hacer aportes suplementarios (“adicionales”) a los fondos del vale con su propio dinero. Eso reduce las opciones de los padres, el gasto total en educación, el incentivo para innovar, y la capacidad para desarrollar y para implementar practicas innovadoras.
A través de la Proposición 38 de California y de las propuestas de vales del Gobernador Gary Jonson (republicano de Nuevo México) se financia a los usuarios de las escuelas privadas en la mitad del nivel de los usuarios de las escuelas públicas, y de esa forma se sigue discriminando contra quienes concurren a las escuelas privadas y se limitan las opciones y el bienestar de los niños, aunque no obstante las mismas son por lejos las mejores propuestas de reforma sobre la mesa. Dado que estas propuestas de vales son universales, y los adicionales están permitidos, las mismas le aseguran a nuestra población tan diversa alguna de las oportunidades de la especialización y del comportamiento competitivo que los educadores y los niños por igual precisan de manera desesperada.
Existen diferencias importantes en las habilidades e intereses de los educadores y de los niños. Las fuerzas del mercado poseen antecedentes sorprendentes (incluida la educación del ciclo escolar K-12) en producir constantemente servicios mejores y tan diversos como lo son los compradores. Por lo tanto, se concluye que solamente un sistema competitivo de elección universal de los progenitores y que no favorezca a los usuarios de algunas escuelas por sobre los de otras, puede asignarle a cada niño a la escuela especializada y en constante mejoría que sea mejor para ellos.
Los votantes de California tienen que realizar una difícil elección. ¿Deberían votar a favor de la Proposición 38, y obtener ganancias significativas, pero arriesgarse a quedar atrapados en un enfoque defectuoso, o insistir a favor de la elección de los padres, la que no favorece a los usuarios de las escuelas públicas? El defecto es significativo, pero no hay garantía alguna de que una propuesta mejor vaya a surgir pronto, y mientras tanto, el actual sistema continuará ganándose su reputación de ser el desvelo número uno de los estadounidenses, y seguirá probando que otras clases de reformas tan solo son costosos actos de futilidad.
Traducido Gabriel Gasave
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