Hay muchos despropósitos por parte de la administración Clinton respecto de la llamada “brecha digital”, una frase acuñada para describir la diferencia en los índices de adopción de la tecnología de Internet por parte de los negros versus los blancos, y de los pobres versus los ricos. La adopción de Internet es probablemente la adopción más rápida de cualquier otra tecnología nueva que haya ocurrido jamás—más rápida incluso que la de la televisión. El precio de las computadoras y de las conexiones a Internet está cayendo tan rápidamente que hoy día usted puede conseguir una computadora decente por poco dinero y con una conexión a Internet por $22 al mes.
A penas siete años atrás después de que fuera creado el primer navegador ¡más del 15 por ciento de los hogares con un ingreso inferior a los $5,000 por año posee una conexión a Internet y el 95 por ciento de todas las escuelas públicas están conectadas! No obstante ello, el Presidente Clinton llama a esto una crisis y una amenaza para el futuro de la nación.
Quizás la aseveración más engañosa es la de que la brecha digital está creciendo. Por su puesto que está creciendo. Hace apenas unos años nadie tenía acceso a Internet—de modo tal que no había brecha digital alguna y éramos todos iguales. Actualmente mucha gente, ricos y pobres, tiene acceso a Internet si bien el número de los ricos es mayor que el de los pobres—¿quién esperaría lo contrario?
Es bastante común que una nueva tecnología empiece siendo costosa y que su precio caiga con el tiempo y sea de esa forma adoptada primero por los ricos y solamente más tarde por los pobres. Los estadounidenses vieron lo mismo con los televisores, las videograbadoras, los reproductores de CD y en la actualidad con el acceso a Internet—hoy el 97,9 por ciento de todos los hogares posee televisores color, y el 90 por ciento tiene una videograbadora (¡parte de del diez por ciento restante tiene en su lugar reproductores de DVD!).
Debe esperarse, entonces, que tras ampliarse durante un tiempo la brecha digital la misma decrecerá hasta que las computadoras y el acceso a Internet se difunda entre los pobres tanto como entre los ricos. Las computadoras y el acceso a Internet, si embargo, son improbables que se vuelvan tan difundidas como los televisores y las grabadoras de video.
Es aquí donde encontramos el fondo de la verdad acerca de la brecha digital. Debido a que las computadoras e Internet tienen más valor para los más educados podemos esperar que parte de la brecha digital continuará sin importar cuán lejos caiga el precio de una computadora. Por su propia naturaleza, las nuevas tecnología de Internet son atractivas para aquellos que valoran mucho el acceso a la información. Ciertamente Internet está democratizando a la información—tal como lo hiciera en el siglo diecinueve la actividad de las bibliotecas. Sin embargo, alguien que no lee (y que tal vez no pueda hacerlo) el periódico o que nunca ha utilizado una enciclopedia es improbable que se impresione con los diarios online y las enciclopedias.
El aspecto racial de la brecha digital se deduce directamente de la circunstancia de que el 26 por ciento de los afro-estadounidenses no finalizan la escuela secundaria. El contraste entre el gobierno y la iniciativa privada aquí es imponente. En menos de 10 años la iniciativa privada ha conectado a cientos de millones de individuos en todo el mundo y ha hecho accesibles fantásticas nuevas oportunidades educativas para todos. En contraste, las escuelas gubernamentalmente administradas han fracasado en mantener estándares y en facilitar nuevas oportunidades educativas.
Tristemente, el gobierno le ha fallado fundamentalmente a los pobres y a la minorías. Muchas de las escuelas del interior de los Estados Unidos funcionan en edificios desvencijados con maestros no calificados y con libros de texto anticuados. Como resultado, los estudiantes de estas escuelas se encuentran totalmente incapacitados para triunfar. Muchos de ellos no pueden leer o efectuar simples cálculos aritméticos para no mencionar prosperar y progresar en el mercado laboral de alta tecnología de la actualidad.
Si deseamos superar la brecha digital, debemos empezar por enseñarles a todos los alumnos cómo leer, escribir y manejarse con la aritmética. Las destrezas del siglo 19 deben preceder a las habilidades del siglo veintiuno. Las escuelas gubernamentales han fracaso en enseñar estas capacidades.
Irónicamente, California lidera al mundo en la revolución digital pero sus escuelas se encuentran entre las peores en una nación cuyas escuelas están entre las peores del mundo desarrollado. La verdadera brecha digital es la brecha entre la economía de alta tecnología de California y su anticuado sistema escolar.
Traducido por Gabriel Gasave
La educación y la brecha digital
Hay muchos despropósitos por parte de la administración Clinton respecto de la llamada “brecha digital”, una frase acuñada para describir la diferencia en los índices de adopción de la tecnología de Internet por parte de los negros versus los blancos, y de los pobres versus los ricos. La adopción de Internet es probablemente la adopción más rápida de cualquier otra tecnología nueva que haya ocurrido jamás—más rápida incluso que la de la televisión. El precio de las computadoras y de las conexiones a Internet está cayendo tan rápidamente que hoy día usted puede conseguir una computadora decente por poco dinero y con una conexión a Internet por $22 al mes.
A penas siete años atrás después de que fuera creado el primer navegador ¡más del 15 por ciento de los hogares con un ingreso inferior a los $5,000 por año posee una conexión a Internet y el 95 por ciento de todas las escuelas públicas están conectadas! No obstante ello, el Presidente Clinton llama a esto una crisis y una amenaza para el futuro de la nación.
Quizás la aseveración más engañosa es la de que la brecha digital está creciendo. Por su puesto que está creciendo. Hace apenas unos años nadie tenía acceso a Internet—de modo tal que no había brecha digital alguna y éramos todos iguales. Actualmente mucha gente, ricos y pobres, tiene acceso a Internet si bien el número de los ricos es mayor que el de los pobres—¿quién esperaría lo contrario?
Es bastante común que una nueva tecnología empiece siendo costosa y que su precio caiga con el tiempo y sea de esa forma adoptada primero por los ricos y solamente más tarde por los pobres. Los estadounidenses vieron lo mismo con los televisores, las videograbadoras, los reproductores de CD y en la actualidad con el acceso a Internet—hoy el 97,9 por ciento de todos los hogares posee televisores color, y el 90 por ciento tiene una videograbadora (¡parte de del diez por ciento restante tiene en su lugar reproductores de DVD!).
Debe esperarse, entonces, que tras ampliarse durante un tiempo la brecha digital la misma decrecerá hasta que las computadoras y el acceso a Internet se difunda entre los pobres tanto como entre los ricos. Las computadoras y el acceso a Internet, si embargo, son improbables que se vuelvan tan difundidas como los televisores y las grabadoras de video.
Es aquí donde encontramos el fondo de la verdad acerca de la brecha digital. Debido a que las computadoras e Internet tienen más valor para los más educados podemos esperar que parte de la brecha digital continuará sin importar cuán lejos caiga el precio de una computadora. Por su propia naturaleza, las nuevas tecnología de Internet son atractivas para aquellos que valoran mucho el acceso a la información. Ciertamente Internet está democratizando a la información—tal como lo hiciera en el siglo diecinueve la actividad de las bibliotecas. Sin embargo, alguien que no lee (y que tal vez no pueda hacerlo) el periódico o que nunca ha utilizado una enciclopedia es improbable que se impresione con los diarios online y las enciclopedias.
El aspecto racial de la brecha digital se deduce directamente de la circunstancia de que el 26 por ciento de los afro-estadounidenses no finalizan la escuela secundaria. El contraste entre el gobierno y la iniciativa privada aquí es imponente. En menos de 10 años la iniciativa privada ha conectado a cientos de millones de individuos en todo el mundo y ha hecho accesibles fantásticas nuevas oportunidades educativas para todos. En contraste, las escuelas gubernamentalmente administradas han fracasado en mantener estándares y en facilitar nuevas oportunidades educativas.
Tristemente, el gobierno le ha fallado fundamentalmente a los pobres y a la minorías. Muchas de las escuelas del interior de los Estados Unidos funcionan en edificios desvencijados con maestros no calificados y con libros de texto anticuados. Como resultado, los estudiantes de estas escuelas se encuentran totalmente incapacitados para triunfar. Muchos de ellos no pueden leer o efectuar simples cálculos aritméticos para no mencionar prosperar y progresar en el mercado laboral de alta tecnología de la actualidad.
Si deseamos superar la brecha digital, debemos empezar por enseñarles a todos los alumnos cómo leer, escribir y manejarse con la aritmética. Las destrezas del siglo 19 deben preceder a las habilidades del siglo veintiuno. Las escuelas gubernamentales han fracaso en enseñar estas capacidades.
Irónicamente, California lidera al mundo en la revolución digital pero sus escuelas se encuentran entre las peores en una nación cuyas escuelas están entre las peores del mundo desarrollado. La verdadera brecha digital es la brecha entre la economía de alta tecnología de California y su anticuado sistema escolar.
Traducido por Gabriel Gasave
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