Lejos, lo mejor es la Michelle
Por Joaquín Lavín Infante
El Mercurio
Lo mejor del gobierno de Michelle Bachelet hasta ahora es, sin duda, la propia Michelle Bachelet, y lo peor es el gobierno mismo. Esta semana vimos una sinopsis de los momentos buenos y los momentos malos. Entre lo mejor está Michelle leyéndoles la cartilla a sus ministros y equipo completo. Lo peor: ver a una turba corriendo por el Paseo Ahumada, haciendo y deshaciendo, destruyendo todo a su paso, robando, sin ningún control, con los ciudadanos honestos y pequeños comerciantes en la total indefensión. Provoca un efecto devastador para un gobierno.
Estos dos hechos son una síntesis de lo que está pasando. Por un lado tenemos una Presidenta carismática, cercana, franca, con un estilo inclusivo que conecta con la gente, pero por otro tenemos un equipo de gobierno que no está a la altura de los acontecimientos. En otras columnas he alabado el «estilo Bachelet»: concreto, aterrizado, enemigo de la retórica politiquera. Puede decirse que el decálogo del otro día en La Moneda debió leerse el día uno y no tres meses después, pero contiene las normas de actuación que todos quisiéramos para un equipo de gobierno.
Pero, obviamente, ya hemos visto que todo esto no basta. El «estilo» es una parte, importante, pero el gobierno no puede ser simplemente un «estilo nuevo». El gobierno tiene que ser realidad y fondo. Y esto es lo que empezó a fallar.
Da la sensación que la Presidenta y su equipo se prepararon para tres meses tranquilos, en que su única preocupación iba a ser cumplir las treinta y seis medidas prometidas en la campaña. Pero todo eso murió de un día para otro. ¿Por qué? Cambió el escenario. En parte porque el gobierno está sentado en una montaña de dólares y, por lo tanto, se espera mucho más. En parte porque los estudiantes plantearon de inmediato un tema de fondo que todo el país considera prioritario, pero que no estuvo incluido ni siquiera en el discurso del 21 de mayo, como es la calidad de la educación. Puede haber otras razones, pero lo que está claro es que el gobierno en algún momento dejó que se le escapara la agenda de entre las manos y ahí no supo qué hacer.
Creo que la propia Presidenta ya se dio cuenta de esto: está bien ser «inclusivo» y decirle a la gente que exprese sus demandas, pero el gobierno tiene que encabezar ese proceso. Lo dijo en La Moneda ante su equipo: el gobierno, no puede simplemente reaccionar, ser pasivo, tiene que anticiparse a los conflictos. Me imagino que el Ministro del Interior, el de Educación, el Intendente, entre otros, sintieron la mano.
Son sólo tres meses. La Presidenta tiene tiempo y popularidad de sobra para hacer todos los ajustes. Lo primero es tener la certeza respecto a que el equipo que eligió es el correcto para estos nuevos tiempos. Es probable que este doble cuoteo -paridad de género/equilibrio partidista-, le esté pasando la cuenta. Aunque hay que decir que el gabinete ha quedado cojo más por el lado de los hombres que por el de las mujeres. Pero si la Presidenta considera que este equipo no está a la altura y tienen que entrar a jugar los titulares, más vale que entren ya, porque en los gobiernos de cuatro años, como ella bien lo sabe, no se puede perder ni un minuto.
Y lo otro es el fondo. El gobierno tiene que tener una agenda para los temas importantes. La estrategia de plantear un problema, pedir que todos opinen y formar una comisión, está llegando a su fin. Se «chacreó» . Una cosa es la Comisión Marcel, con personas de reconocida capacidad técnica aunque de distinto pensamiento, y de un tamaño manejable que hace posible trabajar, y otra muy distinta es la que se acaba de designar para la educación, con más de setenta integrantes -y creo que falta sumar a los estudiantes- que representan a todos los intereses corporativos involucrados. ¿Ustedes conocen la historia de que un camello es en realidad un caballo dibujado por una Comisión? Ojalá nos equivoquemos, pero nadie en Chile espera que surja nada especial de un grupo que es una especie de Cámara de Diputados de la Educación.
Analizando más a fondo estos tres meses y las señales que se han transmitido: lo bueno, el compromiso con la estabilidad económica, los equilibrios, la creación del fondo del cobre. Lo malo: pequeñas señales pero que van todas en la dirección equivocada. Suben los impuestos, se dificulta la subcontratación. ¿Nos vamos a extrañar después de que en medio de una gran bonanza la economía crezca poco y el desempleo no ceda? Se desincentiva la educación privada. ¿Usted cree que después de todo lo que ha pasado hay más o menos personas e instituciones serias interesadas en administrar colegios? Se debilita a los que combaten la delincuencia y enfrentan el lumpen. ¿Carabineros le va a poner más empeño o menos empeño en reprimir los próximos desórdenes en el centro?
Entonces, en los problemas serios: desempleo, seguridad, calidad de la educación, es difícil que veamos muchos avances.
Si el equipo no reacciona, será la Presidenta la que tendrá que actuar. En todo caso, hasta ahora, lo mejor del gobierno es, lejos, la Michelle.
Centro de Políticas Públicas, Universidad del Desarrollo
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