11-j, ahora la India
Editorial – ABC
LA lista de ciudades atacadas mediante atentados terroristas que causan gran número de víctimas se ha ampliado con el que ayer sacudió a la capital económica de la India, Bombay, donde fueron asesinadas en torno a doscientas personas y centenares resultaron heridas. En efecto, esta onda de dimensiones planetarias -cuyo comienzo se fijó en el ataque al World Trade Center de Nueva York el 11 de septiembre de 2001- sigue su siniestro discurrir a través de los continentes, como un tsunami que desgraciadamente un día también pasó por Madrid y por Londres.
Es posible que los autores hayan copiado el «modus operandi» de aquellos atentados contra objetivos de la red de transporte público, aunque esta circunstancia no pruebe que se trate de autores de la misma cuerda. La ausencia de reivindicación no puede ser tampoco un argumento para descartar o confirmar tal o cual teoría. Si en este caso los indicios apuntan hacia ramificaciones del conflicto con los musulmanes de la región de Kachemira, ello tampoco convertiría este ataque criminal en un asunto puramente local: el terrorismo es un crimen que desafía a la sociedad universal, a la civilización en su conjunto, y, como se demuestra en este luctuoso caso de Bombay, es inútil buscar razones políticas, geográficas o religiosas para intentar explicar lo que son crímenes contra la Humanidad. En Bagdad, en Kabul, o más recientemente en las cercanías de la ciudad afgana de Farah, donde murió un soldado español, el terrorismo es siempre una expresión puramente criminal y debe ser condenado sin restricciones.
En este caso, el Gobierno hindú ha apuntado, con sus propias informaciones, a grupos de militantes extremistas musulmanes instalados en el vecino Pakistán, y por ello hay que hacer un llamamiento expreso a la moderación en cualquier decisión que pudieran tomar en este momento las autoridades, creyéndose legitimadas por el dolor de la herida recibida. La India y Pakistán son potencias nucleares cuyas relaciones estaban siendo laboriosamente restauradas con ingentes esfuerzos por parte de la comunidad internacional, y no se puede dejar que sean los criminales quienes cambien el rumbo político de una potencia regional como la India, de la que se debe esperar un comportamiento responsable.
La India es una sociedad en franco camino de progreso, cuyas transformaciones están empezando a tener efecto en la mejora de las condiciones de su población, ligadas a una evolución económica muy prometedora ¿Cuáles serían las razones con las que los criminales explicarían en este contexto histórico un «castigo» semejante a sus ciudadanos? El terrorismo no nace de la pobreza, como han dicho algunos de los que intentan justificarlo, sino que se caracteriza precisamente por impedir la creación de riqueza y de bienestar en las sociedades donde actúa.
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