Guayaquil y el comercio libre (I)
Por Guillermo Arosemena Arosemena
El Expreso de Guayaquil
Desde fines del siglo XIX, los estudiosos del desarrollo económico afirman que la geografía y el entorno físico, contribuyen al desarrollo humano y económico. Desde la antigüedad, los pueblos que tuvieron acceso al mar, lograron prosperar más que aquellos que se encontraban en el interior. Esta teoría se valida con el desarrollo económico de Guayaquil, única ciudad en la Costa este de América Latina que tiene más población y es más económicamente importante, que la capital.
Antes de existir la internet, fax, telex, teléfono o telegrama, tener acceso al mar, significaba tener acceso a las noticias internacionales en lo político, económico, social y cultural; significaba tener contacto con gente de otros países, quienes traían conocimientos, capitales y bienes, y al mismo tiempo, se llevaban productos y conocimientos.
José Antonio Campos en su obra Historia documentada de la provincia del Guayas, al referirse a los elementos que hicieron de Guayaquil, el motor económico del Ecuador, hace referencia a la naturaleza: ríos y tierras fértiles, pero comete el error de omitir la actitud emprendedora de los habitantes de nuestra ciudad, como el principal factor de prosperidad de Guayaquil, puesto que los más grandes estudiosos de la evolución de los pueblos, concuerdan que la iniciativa del ser humano, cuenta más que los recursos naturales o ventajas geográficas. Japón es ejemplo. Las naciones no compiten entre sí, lo hacen las empresas a través de gerentes capaces.
La historia económica de Guayaquil es producto de los logros y fracasos de los emprendedores, número reducido de individuos excepcionales que demuestran tener características singulares. Los países progresan por la extraordinaria labor que ellos desempeñan, El emprendedor y la innovación, son una misma cosa, no puede funcionar el uno sin el otro.
Durante la colonia, los comerciantes guayaquileños fueron verdaderos héroes, enfrentaron pantanos, epidemias, demás inclemencias del clima y ataques piratas; fue un entorno terriblemente hostil para hacer negocios. Por las condiciones inhóspitas y falta de apoyo de las autoridades reales, los empresarios guayaquileños desarrollaron un sentido de sobrevivencia mercantil y creatividad para los negocios. Viviendo en un puerto, ellos tuvieron permanente contacto con el mundo exterior; las corrientes modernizadoras, les permitieron abrir los ojos y darse cuenta de que no siendo poblada la región, tenían que buscar mercado fuera de sus fronteras y desde la colonia desarrollaron mentalidad exportadora.
Con un mercado interno limitado, se dieron cuenta de que el externo debía ser el motor de desarrollo de la Costa. Durante los siglos XVI y XVII, el comerciante de nuestro puerto se concentró en la exportación de madera, cueros, zarzaparrilla (planta medicinal), sal, copey, entre otros. Desde mediados del siglo XVIII, el cacao comenzó a cultivarse y exportarse en cantidades significativas y nacieron nuevos productos de exportación como el sombrero de paja toquilla elaborado en Manabí. Para fines de la colonia, los comerciantes más ricos contaban con embarcaciones propias, lo que les permitió disminuir los costos de transporte y liberarse de la dependencia limeña, consiguiendo así mejores precios para los bienes de exportación.
El espíritu mercantil de los guayaquileños quedó oficializado en el Reglamento Provisorio de Gobierno, escrito por José Joaquín de Olmedo, con motivo de la independencia de Guayaquil en 1820. En esta especie de constitución, hay algunos artículos donde Olmedo resalta la importancia del libre comercio:
Artículo 3º.- El comercio será libre por mar y tierra con todos los pueblos que no se opongan a la forma libre de nuestro Gobierno.
Artículo 5º.- Celebrar tratados de amistad y comercio y formar reglamentos para el comercio nacional y extranjero.
Olmedo y demás padres de Guayaquil tenían muy claro que nuestra ciudad debía entablar relaciones con la mayor cantidad de países y que como resultado del intercambio comercial, los guayaquileños saldrían favorecidos y mejorarían su nivel de vida. En el Reglamento Provisorio de Gobierno quedó escrita la intención de las autoridades de impulsar el comercio para convertirlo en fuente generadora de riqueza.
La independencia permitió al empresario guayaquileño ampliar el mercado de exportación, que durante la colonia se había limitado a no más de 3 ó 4 países. Con la república, los productos llegaron a 10 y más naciones. El cacao se convirtió en la principal fuente de ingresos del Ecuador, representando hasta el 80% del total de las exportaciones del país. La canasta de exportación continuó ampliándose con la orchilla, (tinte natural para tela), y la tagua, entre otros nuevos productos.
La mentalidad comercial del guayaquileño y su deseo de intercambiar bienes con otros pueblos también están escritos en la primera edición del primer periódico de nuestra ciudad, el Patriota de Guayaquil. Con el título Memoria sobre el comercio y agricultura, la noticia lee: “El comercio, que fomentando la agricultura, derrama sobre los pueblos la riqueza, la abundancia y la prosperidad, está llamado imperiosamente a esta provincia, que le presenta todos los atractivos imaginables. Su localidad, sus puertos,… sus frutos la hacen en el Sur el centro de las especulaciones mercantiles, pues ninguna otra puede presentar tantas comodidades reunidas”.
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