La liberación de Japón
The Economist – El Mercurio
Si bien hay consenso en lo positivo que fue retornar a la normalidad, aún hay muchas reformas pendientes en la segunda economía mundial.
Al final de «Spirited Away», la obra maestra del cineasta Hayao Miyazaki, Chihiro de diez años usa su ingenio y su valentía para escaparse de un mundo de pesadillas con ogros y brujas. Japón vivió una situación similar la semana pasada, cuando su banco central le dio vuelta la espalda a una tasa de interés cero que había estado fija por más de seis años. El aumento de un cuarto de punto marcó el fin del estancamiento económico más largo del mundo rico, que estaba ahí desde la Gran Depresión.
A través de esta dura prueba de 15 años, Japón ha luchado con el difícil tema de qué desechar y a qué aferrarse. Frente a eso, se tiene el hecho de que el país ha preservado mucho de lo qué lo hizo diferente: se ha aferrado a su preferencia por el consenso y el cambio gradual, a la dominación del partido democrático liberal y a una cultura de negocio que protege los puestos de trabajo. Pero, en una revisión más cercana, es un hecho claro que el país ha avanzado un largo camino.
Grito
El costo económico y humano de los años perdidos fue enorme. Antes del colapso de sus burbujas de propiedades y del mercado de valores en 1990, Japón era envidia y el temor de Occidente, pero la combinación de éxito y capital barato que alimentó el precio de los activos tentó a las compañías a realizar impetuosas inversiones y diversificaciones mal evaluadas. Todo esto fue incentivado por bancos imprudentes listos para prestarle a cualquier persona que tuviera una tarjeta de visita. Algunos políticos satisfechos y corruptos fallaron y no fueron capaces de reformar el sistema y la deflación y las difíciles finanzas sofocaron el crecimiento. Si es que la economía japonesa hubiese seguido creciendo en esa tendencia durante todos estos años, su economía actual sería un cuarto más grande en términos reales de lo que es ahora.
Ese fue el precio que pagó Japón por rechazar la «terapia de shock» con que EE.UU., Suecia e incluso su vecina Corea del Sur trataron sus propias crisis bancarias. Aunque su incapacidad de realizar una acción radical no significa que ha seguido sin realizar ningún tipo de cambios.
Gradualmente y con bastante renuencia, el comercio japonés se ha ido limpiando y finalmente el regulador bancario ha forzado a los bancos del país para reconocer el grado impactante de sus préstamos falsos y es más independiente ahora de sus cargas de lo que era. Aunque los empleos en las compañías grandes siguen siendo para toda la vida, ahora hay menos de ellas porque el empleo temporal flexible ha prendido, especialmente entre mujeres.
Esta reforma lenta pero constante, es una razón de por qué la economía ahora se ve más saludable que antes. Esta semana en el último informe de la economía japonesa, la OCDE pronosticó un crecimiento de más de 2%. Eso es poco espectacular (y bastante pálido si se compara con los anuncios de esta semana de China que dijo que su economía creció a una cifra anual de 11,3%, su mayor ritmo en una década, durante el segundo trimestre de este año); pero igual sigue siendo respetable y probablemente conservador.
Temor a la recesión
Por ahora solamente han realizado la mitad del trabajo, aún queda una serie de tareas urgentes para el país. La política monetaria está en la parte más alta de la lista, la última vez que el banco central elevó sus tasas, el 2002, se desarrolló una desastrosa recesión. Esta vez el alza está justificada, porque la economía está fundamentalmente más fuerte; pero el rango de inflación de 0-2% de los bancos es demasiado amplio para confortar a un país que aún siente el remecimiento de la deflación. Es necesario que esté más cerca del 2%.
Y hay mucho más por hacer. La deuda del gobierno en más de un 70% del PGB es demasiado alta. Los bancos aún están excluidos del negocio de las acciones, lo que los hace más débiles de lo que serían de otra forma, los extranjeros están esperando que Japón abra su mercado para un control corporativo haciéndole honor a su promesa de que, en efecto, serán capaces de emitir acciones para financiar una toma de control. Hay poca competencia, y baja productividad, en el sector de servicios.
La recuperación japonesa ha sido más lenta y dolorosa de lo que podría haber sido; pero, el no haber sido capaz de abrazar el radicalismo en la recesión es algo entendible. Ahora que terminó la pesadilla, es hora que el gobierno demuestre coraje y que la reforma se acelere.
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