Ecuador: Autonomía al andar
Por Rómulo López Sabando
El Expreso de Guayaquil
El cantón Baños, hermoso y turístico por sus aguas termales, se extingue. Penipe, productora gigante de la famosa manzana “emilia”, está devastada. Fue zona ecológica. Juan Salazar, su alcalde, no tiene recursos para enfrentar la emergencia. A miles de campesinos de Riobamba, Guano, Bilbao, Quero, Mocha, Pelileo, Guamote, Chacauco, Chotapamba, Puela, Cotaló, Ilapo, Pillate, Patate, Cevallos, Pallatanga la ceniza hirviente los calcina. Depredadoras cenizas llueven en Bolívar, Los Ríos, Guayas y Manabí. 90% de pastos, bananeras, 50.000 cabezas de ganado, 100.000 aves, 15.000 cerdos, 50.000 cuyes, conejos, frutas, hortalizas, vegetales, tubérculos, mora, tomate de árbol, claudias, manzanas, duraznos, uvillas, papas, habas, fréjol, zanahoria, maíz, 30.000 hectáreas de cultivos destruidas. 20.000 personas afectadas.
Al Ministerio de Agricultura le es difícil cuantificar. Minimiza las pérdidas. No hay riesgo dicen, mientras, el banano se pudre. Los pastizales y flores están cubiertos de ceniza. SESA se preocupa de la salud de los muertos y moribundos animales. Recomienda a los hatos no pastar. Dicen que necesitan 10 millones de dólares para la emergencia. Viviendas, caminos, todo, todo está perdido. Es un desastre total. Los alcaldes piden recursos para reparar la infraestructura, caminos, servicios, luz, agua. Con angustia, ira y coraje demandan “ayuda” al Gobierno Central que, presto, envía a decenas de tecnócratas dorados y plateados que hacen evaluaciones e informes similares a las evaluaciones e informes anteriores, pero que aún no salen a luz. Aunque por los “medios de comunicación” ya el país conoce, al instante, la magnitud del desastre.
Ellos no conocen ni la evalúan todavía. Las comunidades de Cusúa, Juive Grande y Palitahua y otras pequeñas desaparecieron de la faz de la tierra. Pero los burócratas no se han enterado, siguen evaluando. Muertos, desaparecidos, cientos de moribundos y siguen evaluando… Los damnificados tienen sed, hambre y frío, siguen evaluando. No hay dinero, dicen. Sólo cinco millones de dólares, desde las anteriores erupciones y no terminan de entregarlos. ¿Y los dólares de la Oxy? Aunque para pagar la deuda externa y sus sueldos ni un segundo han perdido. El presidente Lleras Camargo decía: la burocracia es “La plaga” que devora.
Agosto mes de Ambato y de Riobamba, el volcán bramó. Exige gobiernos autónomos para atender sus efectos. El fracaso del centralismo en esta emergencia demanda copiar, de una vez y al andar, la autonomía diseñada para Guayaquil por Nebot. El país no soporta más el fracaso del centralismo. Con autonomía y recursos sus alcaldes podrían atender con eficiencia el desastre, sin esperar rimbombantes “decretos de emergencia”, que no funcionan. La Cuenta Única del centralismo, que protege protervos intereses es poderosa, como hace 400 años. La anterior erupción causó similares desastres. Pasado el susto, el centralismo, abandonó a los damnificados.
La historia se repite. Nunca funciona. Hace más daño que un volcán, porque mantiene su perniciosa discrecionalidad, mientras este erupciona y vuelve la calma. El bramido del volcán desempolvó a los burócratas de sus lujosas oficinas. Cuando “visitaron” el desastre, el volcán los empolvó. No regresan. No son “tontos”. Las cenizas queman.
El país no se destruirá por los volcanes sino por los malos gobiernos. En medio del desastre siempre hay algo que rescatar. El estoicismo de los afectados por la tragedia, perdidos en el tiempo y ahora en el espacio.
Chimborazo y Tungurahua, tierras de puruhaes y ambatos, antes una sola provincia, el destino las une otra vez en la desgracia. Con la moral en alto enfrentan los efectos del coloso “la mama Tungurahua”.
Los recursos deben ser descentralizados a través de los alcaldes y gobiernos cantonales. “Un día de su sueldo” de los miles de burócratas ayudaría. Comience usted presidente Palacio. Déles ejemplo de solidaridad. Usted tiene sanas intenciones de ayudar a los damnificados. Pero la burocracia dorada de Finanzas lo impide. La agricultura colapsa. Brasil podría echar “cenizas de competencia” al banano. A Wagner le faltan recursos. Hay ministros de Estado que nadie conoce. Si desaparecen algunos ministerios nada sucederá. Ni se los oye. Su gabinete sigue modesto en este empeño. Solo por la emergencia nos enteramos que existe.
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