Argentina: Ser ministro de economía al final de un gobierno
Por Juan Carlos de Pablo
Revista Fortuna
Miguel Gustavo Peirano será ministro de economía de Néstor Carlos Kirchner a lo sumo durante los 146 días que le quedan a la gestión de este último, a contar desde el día en que el hasta entonces secretario de Industria reemplazó a Felisa Josefina Miceli.
“Cada Presidente tiene un solo ministro de Economía”, afirmó Adolfo Canitrot, viceministro de Juan Vital Sourrouille. La afirmación es estadísticamente falsa, excepto en el caso de Jorge Rafael Videla-José Alfredo Martínez de Hoz. Lo que Canitrot significó es que en cada gestión presidencial un sólo un ministro deja su sello, no importa el número de personas que durante la correspondiente gestión hayan ocupado la cartera de economía.
Durante la segunda mitad del siglo XX hay ejemplos clarísimos del “teorema de Canitrot”: Adalbert Krieger Vasena con Juan Carlos Onganía, José Ber Gelbard con Juan Domingo Perón, Domingo Felipe Cavallo con Carlos Saúl Menem, y por supuesto –aunque Canitrot no lo dijo refiriéndose a este caso- Sourrouille con Raúl Ricardo Alfonsín.
No recuerdo algún caso en el cual “el” ministro de un presidente fuera quien ocupara la cartera durante los últimos meses de un gobierno. Cuando por la propia dinámica de la política económica puesta en práctica los problemas se acumulan, y encima el poder político disminuye, no hay mejora en la técnica, decisión y sensatez, capaz de generar indicadores económicos atractivos, cuando se los compara “en frío” con los generados en épocas más normales (hay que ser muy necio para evaluar las gestiones de Gelbard y Emilio Mondelli, y las de Bernardo Grinspun y Jesús Rodríguez, mirando exclusivamente la tasa de inflación, sin prestarle atención a la circunstancias).
Por eso quienes aceptan el Ministerio de Economía de la Nación cuando un gobierno se está yendo, me hacen acordar a Manuel Belgrano, el “boy scout” de la historia argentina y uno de mis grandes ídolos. En general no llegan de la calle, sino que forman parte del equipo económico o no tienen más remedio que decir que sí por disciplina partidaria (Mondelli es un ejemplo del primer caso, Rodríguez del segundo).
Este introito es importante para enmarcar lo que cabe esperar del ministro Peirano. No importa con cuánto entusiasmo fue saludado por la dirigencia industrial en el Salón Blanco el día que juró (cuidáte, Miguel, particularmente de los que ese día te abrazaron con más fuerza. Te lo digo cariñosamente, como si fueras un sobrino mío), arrancó mal, muy mal.
“Los índices que calcula el INDEC son confiables” se agrega a la antología del disparate ministerial, junto al “no sé lo que es un FAL” que acaba de decir la ministra de Defensa, y al “quien apueste al dólar va a perder” de Lorenzo Juan Sigaut.
La gaffe no es menor, porque o el ministro Peirano realmente cree que los índices son confiables, en cuyo caso es un gran ignorante, o no lo cree pero los defiende igual, en cuyo caso es un macaneador. Desde este punto de vista el arranque de su gestión me hizo acordar el arranque del Ministerio encabezado por Juan Carlos Pugliese, a comienzos de abril de 1989. La situación económica era objetivamente complicada, el poder político estaba bien disminuido, por lo que no cabía hacerse mayores ilusiones; pero Pugliese complicó las cosas todavía más, cuando al subir el dólar paralelo luego de anunciar su paquete inicial de medidas, afirmó: “Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”.
Claro que existe una diferencia sustancial entre los casos históricos y el de Peirano, cual es el hecho de que en la Argentina, parcialmente desde 2003 y totalmente a partir de 2005, el ministro de Economía del presidente Kirchner es… el propio Presidente. Por eso a nadie se le movió un pelo cuando Miceli renunció a su cargo, no importa la insólita razón de su dimisión y las inverosímiles explicaciones que ensayó antes de dejar su despacho… baño incluído.
Y como el estilo de un gobierno lo pone el Presidente, nadie espera que Peirano sea el ministro de Economía de esta gestión, sino en todo caso el funcionario que utiliza el despacho tradicionalmente ocupado por el titular del equipo económico. Las decisiones económicas se seguirán adoptando en Balcarce 50.
Es noticia que un hombre muerda a un perro, no es noticia que un perro muerda a un hombre. Por eso no es tanta noticia que el Presidente de la Nación se quede y el ministro de Economía se vaya, cuanto que el ministro de Economía permanezca en su cargo luego de un recambio presidencial. ¿Contraejemplos? Gelbard, quien siguió siendo ministro de Economía durante 4 meses, luego del fallecimiento de Perón y su reemplazo por María Estela Martínez de Perón; y Roberto Lavagna, quien siguió siendo titular del equipo económico durante más de 2 años, luego de la terminación del mandato de Eduardo Duhalde y el comienzo de la gestión Kirchner.
¿Corrigieron Gelbard y Lavagna, durante la nueva gestión presidencial, algún problema generado durante la anterior? No. Siguieron en lo mismo, aumentando los desequilibrios. En el caso de Gelbard, contribuyendo eficazmente a generar el Rodrigazo, en el caso de Lavagna, argumentando que las cosas se hicieron “bien” hasta que en octubre de 2005 dejó el cargo, cometiéndose errores sólo después de esa fecha.
Analizar hoy el “Peirano post elección” es una linda manera de perder el tiempo. La realidad que palpa día a día el decisor tiene que ver con el buen nivel de actividad económica, mucho menor crecimiento –particularmente en la producción de mercaderías-, tasa de inflación creciente y muy dispar dependiendo del producto y el canal que se utiliza para venderlo, y consiguientemente achicamiento del horizonte decisorio. Como los estilos no se cambian este gobierno tratará de no modificar nada… nunca; si Cristina Fernández de Kirchner es electa presidenta intentará seguir haciendo lo mismo, y se dará la cabeza contra la pared; y si no gana veremos quién lo hace y cómo enfrenta una agenda que como expliqué en Fortuna la semana pasada, está totalmente dominada por la herencia.
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